Cultura
Una monografía desvela los misterios y leyendas de la Casa de las Sirenas de Sevilla
El palacete del siglo XIX perteneció a la familia del autor, Fernando de la Portilla; investigar sobre el edificio ha sido para el un reto alentado por sus recuerdos desde que era pequeño
El cirujano Fernando de la Portilla presenta el próximo 5 de mayo una monografía bajo el título ‘Las vidas de la Casa de las Sirenas’ (Otalá Editorial), un palacete de finales del siglo XIX que perteneció a sus antepasados. Este día se inaugura una exposición sobre la historia del edificio con fotos y objetos inéditos, organizada por el Distrito Casco Antiguo del Ayuntamiento de Sevilla. Todo será en el Centro Cívico Las Sirenas, nombre oficial desde 1998 la casa protagonista de esta historia.
El médico inició una investigación sobre la historia del edificio hace unos años, con el objetivo de esclarecer algunas de las leyendas y misterios que rodeaban la emblemática casa. Fernando de la Portilla cuenta que de pequeño jugaba con el balón en la Alameda de Hércules, muy cerca de su vivienda familiar. El temor de él y de sus amigos era ‘embarcar la pelota’ en la Casa de las Sirenas.
El edificio, en esos años en estado ruinoso, estaba rodeado de leyendas y misterios que provocaron una extraña inquietud en su mente infantil, en parte favorecida por las historias que contaban sus tíos Luisa, Pepe y Paqui. «Me decían que esa casa había sido de nuestra familia y se perdió, pero nunca me dieron más detalles».
Para Fernando de la Portilla estas historias que escuchaba desde pequeño se convirtieron en un auténtico reto, sobre todo porque cinco generaciones de sus antepasados fueron inquilinos de esa casa, vivieron en ella desde 1879 a 1971.
El médico, con la ayuda de su hija María de la Portilla, compaginó durante más de dos años su trabajo -es un eminente cirujano del hospital Virgen del Rocío– con una investigación sobre la Casa de las Sirenas. El resultado es la publicación de una monografía que aporta luz y desmiente algunas de las leyendas atribuidas a su más de siglo y medio de historia.
‘Recreo de la Alameda’
La Casa de las Sirenas comenzó a construirse en 1861 al más puro estilo francés bajo la dirección del arquitecto vasco Joaquín Fernández Ayarragaray. Tres años más tarde se alzaba en una zona cuyos terrenos se vendieron con la intención de prolongar el paseo de la Alameda. La construcción de la casa pretendía dar esplendor a la zona, adaptándola a los ideales urbanos europeos.
Durante todas las épocas, se ha adaptado a la idiosincrasia del barrio, desde su época de esplendor, cuando ya era propiedad de la familia De la Portilla, a su decadencia, en la que el edificio quedó casi derruido, después de ser incluso lugar de paso y encuentro de consumidores de estupefacientes.
En este estado la compró el Ayuntamiento de Sevilla en 1989 y tardó ocho años en restaurarla para darle el uso que tiene en la actualidad: centro cívico gestionado por la Delegación Municipal de Participación Ciudadana
Esta emblemática casa comenzó llamándose ‘Recreo de la Alameda’. Los sevillanos popularizaron las esfinges egipcias que presiden su entrada y las bautizaron para acabar llamando al edificio la ‘Casa de las Sirenas’.
La relación con la familia de Fernando de la Portilla comienza cuando el primer dueño (el administrador de aduanas Lázaro Fernández de Angulo encarga las rejas del exterior a una próspera fábrica cuyos propietarios fueron antepasados del autor de la obra. Entre los numerosos datos curiosos que mencionan en la monografía, está el hecho de que este negocio de los Hermanos de la Portilla se convirtió en el primero de España en la producción de máquinas de vapor de la época.
Una relación familiar que prosiguió por otros vericuetos que el autor explica en la monografía con datos recogidos de distintas fuentes, citadas en la obra (certificados de defunción, periódicos de la época, registros civiles, distintos libros de historia y arquitectura, catastros, censo de hermandades).
Además cuenta con testimonios como la nieta de Alfredo Hernández Díaz, el médico que compró la casa en 1965, aunque nunca llegó a habitarla. Y con vecinos que aún hoy viven en el popular barrio de la Alameda, testigos de años de decadencia del palacete convertido en la época de los 70 en casa de vecinos, donde llegaron a vivir hasta 15 familias. Para averiguar si es verdad que la casa también se acabó convirtiendo en prostíbulo, hay que leer el libro.
La princesa Rattazzi
«Siempre he querido saber qué pasó, por qué mis antepasados perdieron la casa. Cuando éramos pequeños y jugaba con mis amigos en la Alameda, teníamos miedo porque entonces decían que había fantasmas», cuenta el autor.
Precisamente la investigación de Fernando de la Portilla aporta nuevos e interesantes datos que desmienten la historia que sustenta una de las leyendas fantasmales de la casa. Por ejemplo, cómo y dónde fue la muerte de José Domingo de la Portilla y Pérez de Guzmán, único hijo de José Domingo de la Portilla y María Susana Pérez de Guzmán, y cuáles son los recuerdos que aún guardan de la infancia de este joven los vecinos más mayores del barrio.
También esclarece la verdadera relación que tuvo la princesa Rattazzi, nieta de Luciano Bonaparte, en la época de máximo esplendor de la casa. Quién fue esta mujer que aparece fotografiada delante de la puerta del palacete en algunas de las imágenes más antiguas que aún se conservan y en qué épocas prefería visitar Sevilla. O, también, qué relación tenía con la entonces propietaria, Dolores de la Portilla, después de enviudar de su primer marido Francisco del Camino, uno de los propietarios de los almacenes que llevaban su nombre y de convertirse en una de las mujeres más ricas de la época, con un patrimonio de más de medio centenar de inmuebles. Entre los últimos inquilinos de la Casa de las Sirenas estuvo el cantaor flamenco Arturo Pavón, hermano de Pastora Pavón ‘La Niña de los Peines’, y su mujer Eloisa Sanchez, afamada bailaora y pianista de la época.
La investigación lleva al autor a realizar una cronología de los propietarios de la Casa de las Sirenas también en los últimos años del siglo XX. Entre los que ha localizado un médico que pretendió hacer de la casa una clínica para enfermos tuberculosos o un presidente del Sevilla FC. Y reúne en la obra anécdotas como la que contaba el torero Juan Belmonte en esta casa y sus sirenas, que el autor prefiere no citar para que el lector busque las pequeñas historias que giran en torno a un edificio que hoy da sentido a la participación ciudadana en Sevilla.
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