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Medio Ambiente

Una mañana con los halconeros de la Base Aérea de Morón

 

Rafael García, Jesús y Fernando Brizuela. Foto: A.I.

C. GONZÁLEZ

La cetrería es una afición que se convierte en pasión cuando topa con alguien con la suficiente sensibilidad para entender la naturaleza de un pájaro como el halcón. A los que tienen esta aptitud les llaman «manos verdes». En la Base Aérea de Morón hay en la actualidad tres expertos que conocen cada ejemplar más que si fueran hijos. Trabajan de 8 de la mañana a 8 de la tarde intentando tener libre de pájaros las pistas de las instalaciones militares porque pueden suponer un arma mortal para los pilotos. Una mañana con ellos, es aprender sobre el comportamiento de las rapaces sobre el terreno.

Jesús Brizuela Martínez tiene 70 años, cada arruga de su piel está morena de andar al aire libre. Trabajó junto a Felix Rodríguez de la Fuente, pionero en la utilización de halcones en las instalaciones militares. Primero fue Torrejón (Madrid) en 1968, después el Aeropuerto de Barajas  (1970) y, dos años después, la base aérea de Morón. Jesús está casi retirado después de 41 años de trabajo, pero lo sustituirá su hijo Fernando Brizuela Camino, 18 de sus 38 años ha dedicado ya al cuidado de estos pájaros. Tiene otros dos centros con halcones, enemigo mortal de todas las aves, uno en la Base Aérea de San Javier (Murcia) y otro en la Base Aérea de Alcantarilla (Alicante).

Rafael García Humanes cierra este equipo. Arahalense, 60 años entró en la base cuando aún no tenía la mayoría de edad. Los halcones lo siguen por una tira de terreno que divide las pistas. «Hoy estáis viendo el directo, lo que puede pasar cuando un pájaro pesa 5 gramos más de lo necesario para que todo vaya bien», dice este profesional de la cetrería que es el que más tiempo lleva en las instalaciones militares.

Efectivamente, la mañana que el equipo de grabación del documental «La bicicleta de John Kerry», dirigido por Pepa Álvarez, visitó la cetrería, uno de los halcones que echaron a volar se perdió por casi una hora. Aunque la pérdida fue relativa, porque el ave desapareció pero debido al detector de radar que lleva en la cola, se sabía que muy lejos no andaba. Finalmente, con la experiencia y la pericia de los halconeros, el ave volvió de la mano de Rafael a la cetrería.

Rafael García y Fernando Brizuela. Foto: A.I.

Cada mañana, los halconeros salen a primera hora para dar una vuelta por las pistas. La hora es fundamental, sobre todo en verano, las condiciones atmosféricas, especialmente el calor, afecta a estas aves de manera que no logran los objetivos. Pero lo que más condiciona su conducta es la alimentación. «Hay que alimentarlo para que esté fuerte y vuele pero con el hambre suficiente que los haga obedecer», dice Rafael.

En las instalaciones militares hay dos tipos de halcones, los peregrinos puros, destinados a espantar a perdices, palomos, alcaravanes, y los hídridos (cruce de varias especies buscando las mejores cualidades del pájaro) exclusivamente para echar a los patos de las pistas.

Con tres meses de vida, estos pájaros pueden ya volar y los enseñan en un mes. Si tienen mucha hambre pueden decidir no volar y quedarse cerca de su cuidador donde sabe que el alimento es seguro, tarde o temprano. Y si tiene poca y las condiciones térmicas no acompañan, se echan en cualquier superficie a la espera o se entretiene volando lejos de la vista de sus cuidadores.

5 gramos menos de peso

Jesús Brizuela lo describe de la siguiente manera: «Con 5 gramos más de peso, el halcón puede decidir irse porque tiene también un instinto que le hace adivinar, por ejemplo, el clima de mañana. Dicen: Hoy hace bueno pero mañana va a hacer mejor tiempo o al revés, la presión atmosférica influye en su organismo». El más mayor de los halconeros asegura que, antes de existir en la base un servicio meteorológico, preguntaban a ellos, porque los halcones actúan diferente con los cambios de tiempo. «Cuando no existía el Meteosat nos preguntaban qué tiempo hará mañana» explica Jesús.

Este vallisoletano que elige con mucho cuidado cada pájaro que sobrevuela la base, aprendió en su ciudad cuando la cetrería tenía pocos aficionados, unos 200 en toda España. Esto lo llevó a trabajar junto a los mejores, entre los que se encontraba Felix Rodríguez de la Fuente. «Felix fue el precursor de este trabajo, era un visionario y, en aquellos tiempos, tenía la mejor tecnología para trabajar en la naturaleza». En su móvil guarda una foto, de las primeras que hubo en color, donde está al lado de naturista y el resto de componentes del equipo de grabación. En marzo se cumplieron 36 años de la muerte de este hombre que cambió la visión de la naturaleza de todos los españoles.

 

Foto: A.I.

Jesús Brizuela trabajó con Felix del 71 al 75.  Hasta él llegó por su afición a la cetrería. «Entonces solo éramos 4 halconeros en Valladolid y un amigo me lo presentó». Vivió grabaciones emocionantes, conoció a personas que formaban parte del equipo de Rodríguez de La Fuente con dones especiales, recuerda especialmente a un pastor que tenía un instinto especial con los animales, sobre todo los perros.

Unos años emocionantes que le abrieron el camino para continuar con una misión en la Base Aérea de Morón, ubicada en término municipal de Arahal. De Valladolid se vino al sur con su familia y aquí sigue, jubilado y cediendo el testigo a su hijo Fernando, junto al arahalense Rafael García que lleva dos años más que él en la cetrería de las instalaciones militares.

Todos los días parecen iguales, pero pueden ser diferentes en cuanto el pájaro se pasa, por ejemplo, en 5 gramos de peso. O cuando le da a un buitre por posarse en la pista de aterrizaje y, justo en ese momento, ellos son los que mandan y el avión tiene que parar. El edificio donde está la cetrería, un paraíso en medio de las instalaciones, tiene fotografías en blanco y negro del daño que puede hacer cualquier pájaro a un avión, y estas imágenes son de quienes pudieron contarlo.

La cetrería tiene un jardín con árboles de sombra y césped donde están los halcones. El día de la visita del rodaje andaban un poco desconcertados. «No están acostumbrados a ver mujeres, cambian las formas, la ropa, los colores», dice Jesús.

24 aves, halcones hídridos o peregrinos y dos águilas de Harry (de origen norteamericano). Se aprende mucho solo con una visita. Por ejemplo, que en los halcones, los machos son de menor tamaño que las hembras «como suele ocurrir en las rapaces». O que cuando llega el calor hay que darle menos de comer porque, debido a las altas temperaturas ,de noche gastan menos energías. También que mudan las plumas siempre de forma simétricas para nunca perder posibilidades de vuelo.

Mantener bien cuidado a todos y cada una de estas aves es vital para los halconeros Jesús, Fernando y Rafael porque con ellos aumenta la seguridad de cientos de pilotos que pasan por las instalaciones militares.

Una mañana con ellos demostró que la experiencia se convierte en pasión, pasión de «manos verdes».

Foto: A.I.

Periodista. Directora y editora de aionsur.com desde 2012. Corresponsal Campiña y Sierra Sur de ABC y responsable de textos de pitagorasfotos.com

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