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Huelva

¿Sabías que una playa de la provincia de Huelva crece 40 metros cada año?

¿Sabías que una playa de la provincia de Huelva crece 40 metros cada año?

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En la costa occidental de Huelva se encuentra una playa peculiar en todos los sentidos: pertenece al único tramo de tierra que crece cada año en toda España. La Flecha es una de las pocas playas vírgenes que se mantienen como tales en el litoral andaluz, un lugar paradisíaco al que se llega en poco más de dos minutos gracias a un viaje en barco por tres euros que tiene un servicio continuo en verano y por encargos de grupos en los meses de temporada baja.

Por efecto de las mareas, esta playa del término municipal de Lepe crece unos 40 metros cada año en dirección a Levante. La flecha es peculiar hasta en su nombre y su «titularidad». Los ayuntamientos de Lepe y Cartaya «pelean» hace décadas por llamarla «de Nueva Umbría» o «de El Rompido». Lo cierto es que oficialmente el paraje donde se encuentra se llama ‘Marismas del Río Piedras y Flecha de El Rompido’.

Ajenos a la polémica

Cientos de personas permanecen ajenas al debate y la visitan cada día, sobre todo los fines de semana, para disfrutar de un turismo natural en toda su extensión. En los meses de invierno también se puede ver a gente disfrutando de este paraje, ya que, además de mediante el paseo en barco, es posible acceder a ella mediante un recorrido a pie por la línea litoral desde La Antilla, a unos tres kilómetros.

Imagen de satélite de la playa, creciendo en paralelo a la costa onubense.

La «isla» -como también se la conoce- atrae a sus visitantes con la premisa de que, como paraje natural que es, está totalmente prohibido acampar o encender cualquier tipo de fogata. Nada más bajarse del barco, un cartel ya avisa: «Está en una playa de todos. No deje basuras».

La naturaleza se hace arte

Como explica la web oficial del Ayuntamiento de Lepe, es un paraje donde la naturaleza se hace arte, donde el océano se funde con el río Piedras para dar vida al centenario Puerto del Terrón. Fue declarado como tal en el año 1989. Es el tercero de la provincia de Huelva en extensión (2.530 hectáreas y creciendo cada año).

Constituye un enclave de gran interés ornitológico, acuícola y ecológico, cuyos principales usos son la pesca y el turismo cultural y de ocio. El hombre ha utilizado desde tiempos remotos los más variados recursos que le ha ofrecido este enclave para el desarrollo de muy diversas actividades tan tradicionales como el marisqueo, la pesca o los cultivos marinos. Actualmente, se desarrollan en este espacio natural otras actividades como el senderismo, la educación ambiental o la observación de aves.

En la desembocadura de un río

La flecha comenzó a formarse hace más de 200 años, y que avanza paralela a la costa, alcanzando actualmente una longitud de casi 15 kilómetros, teniendo un crecimiento anual de aproximadamente 40 metros, y con una anchura que varía entre los 300 y 700 metros. Está situada en la desembocadura del río Piedras y se ha formado como consecuencia de la fuerte dinámica litoral de la zona, es decir, del aporte de materiales del río, del flujo mareal, de la deriva litoral y de los vientos dominantes del suroeste. Esta formación, única en todo el territorio nacional, está considerada como una joya geomorfológica.

Si nos asomamos a esta flecha, podemos descubrir 15 kilómetros de blancas arenas y el azul intenso del mar, playas vírgenes (una de las mejor conservadas de toda Europa), paisajes marismeños, estuarios, sistemas dunares… Todo un conjunto de riquezas naturales que hacen de este entorno el lugar idóneo para los amantes de la naturaleza, por lo que ha sido, y es, objeto de estudios e investigaciones.

Paraje natural y especies vivas

Las playas y dunas sirven de lugar de nidificación para numerosas especies adaptadas a las excepcionales condiciones de salinidad, humedad o sequía, tales como el chorlitejo patinegro, además de contener algunas colonias de charrancitos y canasteras.

La riqueza de las marismas sirve de hábitat para una variada fauna marina (anguilas, doradas, róbalos, salmonetes, almejas finas, bocas, caballitos de mar…), además de atraer a aves como los andarríos, los archibebes, el águila pescadora, la serreta, el negrón, el charrán patinegro, la gaviota sombría o las agujas. En las playas, sin embargo, los verdaderos protagonistas son las gaviotas, los charranes y los chorlitejos, además de las diversas especies limícolas como el vuelvepiedras, el correlimos o el zarapito real.

Entre los reptiles, el camaleón es la especie más emblemática, ya que en Europa su área de distribución está restringida a las provincias de Málaga, Cádiz, Huelva y el Algarve portugués.

En cuanto a la vegetación, que es halófila en las zonas marismeñas, la encontramos muy adaptada a la salinidad, destacando los almajos, la espartina, la verdolaga marina, el salado, los limonios y el brezo marino; mientras que en la zona arenosa más castigada por la sequía y la extrema exposición al sol abunda el barrón, el cardo marino, la azucena de mar, el loto plateado, la oruga de mar, el junquillo, la retama y la clavellina. Decir que la más representativa está constituida por una especie de tomillo, Tymus Carnosus, que encuentra en esta zona una de sus pocas áreas de distribución.

La histórica almadraba

En la flecha se encuentra la Almadraba de Nueva Umbría, levantada en 1929. Estas antiguas instalaciones corresponden a la «chanca» o poblado donde convivían durante al menos seis meses del año (de marzo a septiembre) las tripulaciones y el personal relacionado con la almadraba (arte de pesca, de grandes dimensiones y gran complejidad, destinado a la captura del atún durante sus migraciones).

La mayoría estaban acompañados por sus familias, por lo que la población podía llegar a las 800 personas, es decir, un pequeño pueblo donde no faltaban servicios como economato, escuela, bar, peluquería, talleres de artesanos, etc. La práctica de la pesca con almadraba en la zona probablemente se remonte al siglo XV.

La antigua almadraba de Nueva Umbría sigue en pie aunque está abandonada.

Tuvo esta almadraba gran actividad en la primera mitad del siglo XX, como así lo demuestra la construcción de naves alrededor de 1950, llegando las capturas anuales a alcanzar los 32.000 atunes.

A partir de estas fechas el número de capturas comienza a decrecer bruscamente. En 1963 se decide el abandono de esta práctica de pesca, así como de sus instalaciones, por pérdida de rentabilidad. A comienzos de la década de los 80, se hace un nuevo intento de recuperar este tipo de capturas pero no resultó.

Periodista corresponsal de la Agencia EFE, El Correo de Andalucía, eldiario.es... entre otros medios. Cubre principalmente Huelva y Sevilla en varios medios radiofónicos y prensa digital.

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