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Rematada por la violencia marchista

Pantallazo del artículo d Alerta Digital.

Urko LERCHUNDI

El pasado viernes 28 de noviembre fallecía . Vanessa Lage Carreira en acto de servicioEra Policía Nacional y fue abatida por un atracador cuando acudió junto a su compañero el subinspector Victor A.B., gravemente herido durante el tiroteo, a una sucursal de Abanca en la ciudad de Vigo. De forma somera, esta es la noticia.

Cuál es mi sorpresa cuando leo la noticia en el periódico Alerta Digital (hoy ya retirada). El titular del artículo, firmado por la Redacción del diario, era: “El asesinato de María Lage en Vigo, consecuencia de la feminización de las funciones militares y policiales”. El titular ya prometía, para empezar porque la agente se llamaba Vanessa y no María, una clara evidencia del “esfuerzo” periodístico llevado a cabo.

Podrían haber dicho que el problema era que la agente (ni su compañero) tenían chaleco antibalas, o incluso indagar un poco más y comprobar que tan sólo un 15% de las mujeres policía tienen estos chalecos que son una herramienta de trabajo que la Administración competente, como contratante, tiene la obligación de proporcionar a sus trabajadoras y trabajadores. No, el gran problema es que era mujer policía.

Por el contrario podíamos leer en el artículo frases como: “Uno se pregunta en qué cabeza cabe enviar a una mujer a tratar con un peligroso atracador” o “María Lage dijo al asaltante, antes de ser acribillada: «Cálmate, no pasa nada”.

El contexto

En cualquier noticia o análisis que se precie es necesario conocer el contexto, es decir, qué ocurría exactamente y cuál era la situación. En este caso concreto el atracador había salido de la entidad bancaria armado y con una rehén, M.G.R. la subdirectora de la entidad. ¿Es lo mismo que haya rehenes o no? ¿Es lo mismo estar en un centro comercial o en medio del campo? El sentido común nos dice que no, y cualquier policía sabe que la forma de actuar es radicalmente diferente.

El protocolo

No soy ningún experto pero los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado tienen protocolos establecidos para saber cómo actuar en cada caso. Para eso en la Policía Nacional cursan meses de academia y no sólo para estar en forma y repartir hostias como panes. Todo esto no importa para la gente de Alerta Digital. Para ellos el protocolo consiste en decir me cagon tus mulas y vaciar el cargador pase lo que pase, independientemente de que haya rehenes, viandantes o estén en la puerta de un colegio en hora punta. Tú dispara que ya preguntaremos luego. Quizás tampoco tengan conocimiento de lo que está pasando en EE.UU. a raíz de la muerte de un joven negro desarmado y abatido por un policía en Ferguson.

En definitiva, a estos “periodistas” poco les interesaba qué había ocurrido exactamente. Lo tenían claro desde el primer momento: las mujeres no pueden ser policías. No pueden ser policías porque se necesita ser un tío con dos huevos para repartir a diestro y siniestro; el cumplimiento de los protocolos, los derechos de los ciudadanos, etc., eso no importa. La letra con sangre entra. Así la gente sabrá a qué atenerse. La clave no es el respeto a los agentes de la autoridad sino el miedo. Vamos, toda una lección de Estado de Derecho.

Vanessa Lage ha sido doblemente asesinada, la segunda vez por el machismo. Una lógica machista según la cual las mujeres tampoco podrían ser profesoras, porque es bien sabido que no tienen autoridad; tampoco pueden ser políticas porque nadie les haría caso; ni directivas/consejeras de empresas porque no saben mandar; mucho menos juezas porque las mujeres son mucho más blandas y permisivas. En casa mamá riñe pero es papá el que castiga, el duro, el que no se ablanda. Y digo esto porque toda mujer es (debe ser) madre. No es mi opinión, son palabras del exministro de Justicia Alberto Ruiz Gallardón que afirmó en sede parlamentaria que una mujer, para ser una mujer de verdad, para realizarse, debe ser madre. Supongo que las que no, serían proto-mujeres.

«Hoy, las mujeres quieren jugar a todo, vestirse con todos los disfraces posibles, ir de hombres por la vida, porque ‘ellas lo valen’. La vida real no es un juego. Ahí está la prueba. ¿Qué hacía esa mujer, madre de un bebé de seis meses, con una pistola en la cadera enfrentándose a un criminal?» Tal cual aparecía en el artículo.

¿Cuál es el problema, que una madre sólo tenga seis meses de baja por maternidad? ¿Que se tengan que incorporar rápidamente a su puesto de trabajo por miedo a ser despedidas o perder la categoría profesional? ¡No! ¡El problema es que una mujer debe quedarse en su casa cuidando de sus hijos! ¿Acaso la criatura no tiene padre? ¿Acaso el padre no tiene la obligación/derecho de cuidar de su bebé? ¿Los policías hombres no tienen hijos? ¿Un crío puede perder a su padre en acto de servicio pero no puede perder a su madre? ¿O es que los pelos del pecho del macho ibérico detienen las balas? En conclusión, esta mujer lo que debería haber hecho es apuntarse a un cursillo de corte y confección y dedicarse a cosas de mujeres, y por supuesto quedarse en su casa esperando a su marido con la comida hecha, la ropa planchada y la casa limpia. Que una mujer quiera ser policía, bombera, jueza o empresaria es un mero capricho, algo que “les permitimos” para ver si nos dejan en paz con sus feminismos y mamarrachadas porque todo el mundo sabe que no hay machismo, sólo hay unos cuantos locos que pegan y/o matan a sus parejas pero ya está. No hay nada más.

El machismo es mucho más que eso, es una ideología imbricada en nuestra cultura (y en todo el resto de culturas) que parte de la premisa de la superioridad del hombre sobre la mujer. Superioridad física, aunque el refranero nos recuerde que más vale maña que fuerza; esta superioridad física (más propia del mundo animal y primitivo) es utilizada como argumento, y transformada por la caverna mediática en superioridad intelectual. Como colofón del argumentario rancio concluyen que existe una superioridad profesional: un hombre siempre hará mejor el trabajo que una mujer, salvo que hablemos de tareas domésticas y de cuidados porque esos sí que son tareas propias de las mujeres. Se trata en muchos casos de un machismo simbólico que se traslada a nuestras vidas cotidianas: derecho a controlar lo que dice o hace nuestra pareja; derecho a saber a dónde va y con quién; derecho a situarla en un segundo plano porque las decisiones importantes debe tomarlas el hombre de la casa. Todo eso es machismo y no es casual, no surge de la nada. Ningún niño nace machista, es la cultura y la educación la que nos vuelve machistas. Lo que vemos a nuestro alrededor, lo que escuchamos en nuestro entorno, los artículos que publican algunas personas autodenominadas periodistas. “La vida real no es un juego” (texto del artículo) porque las mujeres viven en un mundo de hadas y están acostumbradas a jugar a las muñecas. “Hacerse matar por un asesino” (texto del artículo) porque realmente la culpa es de ella y no del atracador que le disparó. Vanessa no era una profesional que sabía lo que hacía y como le habían enseñado a hacerlo, ella tenía ganas de dialogar y hacer pedagogía a pie de calle con los criminales como también afirma el texto. Un buen profesional (un hombre, claro) hubiese disparado sin miramientos y si hubiese matado a la rehén pues…, daños colaterales y punto. Así debe actuar la “autoridad” según estos “periodistas”.

El artículo ha sido retirado y por lo visto van a dejar de contar con el periodista que lo escribió. ¿Eso ha sido una muestra de perdón? ¿Se acabó el machismo? No. En el artículo que sustituye al anterior podemos leer lo siguiente: “La fallecida se acababa de incorporar a su puesto después de su baja por maternidad a la que había sumado además un mes de vacaciones”. ¿En serio? ¿Tiene algo que ver que se incorporase de una baja por maternidad? ¿Están insinuando que no estaba preparada o que lo de ser madre es un problema? Y además había sumado un mes de vacaciones, es decir, que se había pegado la vida padre y venía con la cabeza loca y pensando en otras cosas. No es que tuviese que gastar parte de sus vacaciones para ampliar la corta y escasa baja por maternidad, es que quiso aprovechar para no ir al trabajo durante más tiempo, lo dicho, otro capricho. Si el fallecido hubiese sido un hombre policía que hubiese regresado de una baja por paternidad (más escasa aún) ¿se mencionaría en la noticia este hecho? Ahí está el machismo, la maternidad es un problema laboral de las mujeres.

Termino. Ahí va lo que escribió un troglodita en la web del periódico comentando el artículo rectificado: “algunas feministas habéis visto demasiadas películas, eso, o son ganas de joder, y después pasa lo que pasa, mujeres policías NO.” En definitiva, la culpa es de la pobre Vanessa.

Nota mental: Qué mala suerte tener que sufrir en el parto para que te salgan mandriles de este calibre.

Urko LERCHUNDI, licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense de Madrid, Máster en Pensamiento Político y Máster en Relaciones Internacionales y Estudios Africanos. 

Periodista. Directora y editora de aionsur.com desde 2012. Corresponsal Campiña y Sierra Sur de ABC y responsable de textos de pitagorasfotos.com

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