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Panadería Nicolás, confluencia de caminos para el pan de cada día

C. GONZÁLEZ  @verbigracia_6

Fotos: Claudio RAMÍREZ   GALERÍA

Pasan unos minutos de las 12 de la mañana. Nicolás y Miguel están trajinando en la panadería, terminando de dar forma a toda la variedad de panes que, antes de que pongan las calles, saldrán calentitos del horno y se distribuirán por todo Arahal. Panadería Nicolás lleva más de 70 años en la calle Cruz, confluencia de caminos, esperando cada mañana a sus vecinos y vecinas para venderles el pan de cada día.

Nicolás Troncoso, uno de los propietarios de Panadería Nicolás. Foto: A.I.

Nicolás Troncoso es uno de los propietarios y Miguel Sánchez, trabajador de la empresa. Sus horarios son los contrarios del resto del mundo, cuando todos los vecinos empiezan a relajarse para dormir, ellos entran a trabajar y, las tres primeras horas, son un corre que te pillo haciendo vienas, pepitos, albarditas, barras, chapatas gallegas, distintas formas de pan, distintos tipos de masa.

Hacen el pan sin conservantes que batalla los últimos años con el industrial que venden en centros comerciales y que pasa de estar congelado a caliente en minutos. Lucha que mantienen mostrando sus mejores armas: la calidad, el servicio a domicilio y la cercanía con sus vecinos.

“En precio no podemos competir, pero en los demás sí porque este pan es mejor”, dice Nicolás que lleva desde pequeño entre estas paredes viendo como sus padres sacaban el negocio adelante. La panadería se abrió después de la guerra civil, cuenta. Fue su abuelo, Nicolás Troncoso Vázquez el que la fundó, tenía un bar junto a Los Cabales.

Su abuela Rosario Medina Pérez se encargaba de vender el pan. El despacho abre sobre las 5 de la mañana. Y por él pasan aquellos que van temprano al trabajo, hoy ya no son tantos agricultores como antaño sino más vecinos que trabajan en la construcción o en alguna fábrica de Sevilla, o también por temporadas en el campo. Y últimamente se ha reducido este paso al trabajo, la crisis también se ha notado en el trasiego de gente por la mañana.

Panadería Nicolás está en una confluencia de caminos y cambia con los tiempos, aunque su fisonomía sigue siendo la misma. Un pequeño despacho presidido por una doble vitrina llena de pan y dulces caseros. Un escaparate que no sólo abre el apetito sino una sonrisa, sobre todo porque sabes que son productos elaborados con los mejores materias primas.

El pan contiene harina, sal, agua, un complemento panario y levadura que se reparte en tres máquinas por orden: amasadora, refinadora y pesadora. Máquinas que han logrado ahorrar mucho trabajo, aunque las manos de Miguel y Nicolás no paran, terminando de dar forma a un pan que sale cortado con el peso exacto de las piezas que trabajan.

La radio puesta de fondo y el ruido de las máquinas los acompañarán durante toda la madrugada. Sobre las tres y media llegan los repartidores y comienza la segunda parte. El pan acabará colgado de los aldabones de las casas o en los bares primeros en abrir para ofrecer desayunos a quienes van y vienen. Es como una cadena que empieza y acaba con el pan de cada día.

Panadería Nicolás se renueva a través de sus productos, ofreciendo dulces para celebraciones, ampliando su oferta cada temporada, dulces de Cuaresma, Navidad. El olor de las empanadillas forma parte desde hace años de la calle Cruz, de la esquina del bar. Un olor que tira del cliente y de quien sólo va de paso, hasta llegar a este rinconcito que ahora gestionan las generaciones más jóvenes. Cuántas anécdotas vividas, cuántas conversaciones mañaneras sobre el devenir de un pueblo que se niega a perder negocios como éste, sería como perder la esencia, el alma de Arahal.

Periodista. Directora y editora de aionsur.com desde 2012. Corresponsal Campiña y Sierra Sur de ABC y responsable de textos de pitagorasfotos.com

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