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Paco Ortiz, un sevillano de Los Pajaritos que llenó el mundo de pistas de hielo
Paco Ortiz, un sevillano de Los Pajaritos que llenó el mundo de pistas de hielo.
A Paco Ortíz, presidente de Xtraice, no le gusta la palabra emprendedor, pero sí empresario. Porque para ser empresario hay que arriesgar siempre algo, tu dinero, tu tiempo y, parte de tu vida. Con 57 años ha creado 16 empresas y, recalca, que no siempre ha acertado con ellas. Fue el que perfeccionó el material de las pistas de hielo sintético que utilizan actualmente los campos de la liga de hockey norteamericana, el Circo del Sol o Disneyland. En la actualidad, aunque no tiene edad de jubilarse, ha decidido dedicar parte de su tiempo a insuflar “exitocina” a quien quiera escucharlo, en institutos, empresas, universidades, centros de formación o sindicatos, la última ha sido para la asociaciones de empresarias de Tocina . Y sabe, por propia experiencia, que el lugar donde se nace no marca tu destino, “lo marcas tú”.
Una familia de seis hermanos
Paco Ortiz siempre comienza sus charlas dejando claro que es un niño del barrio de Los Pajaritos. Sí, ese barrio estigmatizado por la pobreza, venta de droga y mal vivir. De hecho es uno de los más pobres de España, según las últimas estadísticas. Pues en un piso de este barrio se crió él, con otros cinco hermanos. Su padre trabajaba en la Cruzcampo y su madre, ama de casa, siempre le dio consejos útiles, pero fue la primera que le puso claro que no todo el mundo tiene por qué creer en sus ideas, y aún así, él no tiene por qué desfallecer en el intento de ponerlas en marcha.
“Ya ven la poca importancia que mi madre da a lo que he hecho a día de hoy que cuando habla de sus seis hijos, solo nombra a cinco, va diciendo orgullosa a qué se dedican (abogada, maestra, director de ferias comerciales, directora de casa de cables especiales y monitora deportiva). Cuando alguien le pregunta por mi, ella contesta: “él trabaja por su cuenta”. En ese momento anecdótico, el público que llena las salas donde imparte las conferencias, se ríe.
De hecho, cada cierto tiempo su madre le pregunta: “Paquito, ¿a ti te va bien? Y contesto, sí, mamá, ahí voy”. Y la madre sentencia: “pues imagina si hubieras trabajado en la Cruzcampo”. Cada vez que cuenta esta anécdota se pregunta si a alguien que hubiera nacido en el barrio de los Remedios en Sevilla, en el seno de una familia poderosa, alguien le haría esta misma pregunta.
Un yonki de la dopamina
Y esto no quiere decir que lo haya tenido fácil, sólo que “me hice un yonki de la dopamina” el día que después de cambiarles unos comics a su prima, consiguió 180 de las antiguas pesetas, lo que ganaba su padre en una semana. Y, la segunda vez, llegó a las 300 pesetas. Tenía 11 años y ya supo cuál sería el camino en su vida.
Este camino no era precisamente el que ya habían trazado para él. Porque fue uno de los tres niños becados por la Fundación Cruzcampo para estudiar y acabar trabajando en la fábrica. De hecho lo llamaron cuando ya llevaba seis meses en la Central Nuclear de Almaraz (Almería) donde comenzó diciendo que era ingeniero técnico, algo que no era.
Todavía recuerda la entrevista de trabajo a la que acudió sin ganas y con la intención de decir que no. La persona que se la hizo, le quiso dejar claro que le estaba ofreciendo la oportunidad de su vida, porque era un trabajo para siempre. Y la contestación de Paco, que entonces tenía 19 años, fue: “quiero escribir mi vida”. Este hombre no entendió nada y sólo acertó a decir al padre del empresario “no le riñas al niño que quiere escribir un libro”. Desde entonces, dice Paco Ortiz, “soy el gilipollas que no quiso trabajar en la Cruzcampo”.
Xtraice, conocida mundialmente
Pero, a parte de estas anécdotas, que dejan claro que la cultura empresarial en España no está bien vista, Paco Ortiz es un apasionado del talento y piensa que un empresario debe ser perseverante y, aunque hay que contar con el no por respuesta, siempre hay que buscar el sí porque “no creo en la suerte ni en la esperanza, solo en el talento”.
Por lo que más se conoce a Paco Ortiz es por Xtraice, la empresa que actualmente se conoce mundialmente gracias a un proyecto internacional de gran envergadura y con una importante revolución tecnológica. Precisamente una de las primeras dificultades que tuvo que enfrentar fue que creyeran en un sevillano que instalada pista de hielos. “¿Qué puede saber un sevillano de hielo?”
Con esa idea, se endeudó una y otra vez, hasta que consiguió instalar de forma gratuita -y así lo cuenta en sus charlas- las primeras pistas de hielo sintético en Disneyland París y en la National Hockey League o NHL, liga profesional norteamericana de hockey sobre hielo formada por franquicias de Estado Unidos y Canadá. Todo porque está convencido de que “el mundo es de los prescriptores”, es decir, de aquellas personas o entidades capaces de influir en las opiniones de una determinado público sobre un producto.
El ancho del tiempo
Actualmente es presidente de Xtraice, pero ha dado un paso atrás hace seis años para dedicarse a otras actividades. Porque es de los que piensa “que si el viernes no te entusiasma lo que estás haciendo, el lunes debes cambiar de trabajo”. Y es esto lo que recomienda siempre al alumnado que lo escucha en los centros de formación e institutos, encontrar lo que apasiona en la vida para que “no tener que volver a trabajar”.
El empresario deja claro que ésto no es fácil. Porque para empezar “España es el país más burocrático de Europa, para crear una empresa hay que acudir a tres administraciones”. Por eso los empresarios españoles que insisten en crear empresas “van contra la familia, amigos y contra la opinión de todos, pero aún así seguimos adelante”. Todo esto acompañado de que las familias “no dejan volar a los hijos” y, por eso, “tenemos a jóvenes hiperfomados” pero sin iniciativa propia.
Su charla la termina siempre sentenciando todo lo que ha contado: “Lo único que tenemos en nuestra vida es tiempo, no sabemos cuanto, nadie puede intentar mover el largo de su vida, solo está en nuestra mano el ancho”. Y él le pone nombre a esta necesidad de expansión y es la “exitocina”.
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