Estepa
Obrador La Colchona, lugar donde se mantiene como un secreto la esencia del mantecado artesano de Estepa
Obrador La Colchona, lugar donde se mantiene como un secreto la esencia del mantecado artesano de Estepa
Cuando llegas a Estepa y preguntas cuál es el origen de los mantecados, te cuentan dos leyendas. Una se decanta por la monjas del Convento de Santa Clara y otra por el obrador de La Colchona. Santigo Fernández Alfaro es el propietario de esta última fábrica, unas instalaciones que guardan el sabor de los despachos de antaño, con grandes aparadores de cajones llenos de todas las variedades de dulces, un horno de leña y una mesa de camilla con sillas de enea donde varias mujeres con delantales se ocupan de moldear y liar el mantecado con las manos.
La Colchona tiene fotografías por todas partes y no hay diferencia entre el despacho, las estanterías llenas de cajas de mantecados, la maquinaria, cajas, o sacos de harina. Uno de estos sacos guarda varas largas de canela procedente de Sri Lanka (antigua Ceilán), conocida como la verdadera canela. Lo mismo ocurre con el limón, aquí en La Colchona no se usan los potenciadores de sabor, cuando hay que elaborar un mantecado de limón, una de las trabajadoras se pone a rallar. O se muele almendra, «de origen nacional porque es la mejor», dice el empresario.
Cola de clientes por Santa Ana
Están en plena temporada, en pocos días, habrá una cola de clientes que se extenderá por la calle San Ana. Si no preguntas, nunca pensarás que la cuna del mantecado está allí. Sólo un pequeño cartel anuncia que has llegado al lugar donde en 1850, Micaela Ruíz Téllez, apodada cariñosamente La Colchona, decidió utilizar la manteca sobrante de la matanza para endulzar la vida de su familia. «Manteca, harina, azúcar y grandes dosis de ingenio» que la ayudaron a ser la precursora, una adelantada a su tiempo.
El empujón fue un cúmulo de casualidades, la primera que su marido era cosario y hacía la ruta Estepa-Antequera. Así comenzó la comercialización de este dulce producto que ha marcado a un pueblo y del que el diario The New York Times dijo eran: «Mantecados sólo para la Navidad, regalo que el pueblo español se hace así mismo»
Así fue como empezó a finales del siglo XIX un actividad que llegó a tener 120 obradores, de los que quedan poco más de una veintena de fábricas, la mayoría se dedican a la producción al por mayor con más de 200 empleados por fábricas. De hecho en Estepa durante tres meses desaparece prácticamente el paro. Como comunicaron en la presentación oficial de la campaña, por parte del Ayuntamiento de Estepa y del Consejo Regulador del Mantecados y Polvorones, 2.000 empleos directos y 2.500 indirectos son las cifras de empleos de estos tres meses en la localidad.
«No me interesa vender al por mayor, no queremos venderle a Carrefour sino al propietario de estos supermercados que vive en Francia y se comen nuestros mantecados», explica Santiago Fernández, un joven economista que trabaja tres meses a destajo con otros 20 empleados para que sus mantecados sean diferentes y únicos. Por eso están en los más lujosos hoteles de Madrid como el Palace, Ritz, Wellington o el Villa Magna. Y en la misma Casa Real.
Precisamente a buen recaudo tienen una caja de cartón color granate con un cromo clásico y letras doradas de La Colchona. Un estepeño la compró en el Rastro de Madrid, data de 1905. En Estepa es tan importante el mantecado que une a familias. En este caso, La Colchona está unida a la Estepeña, porque la mujer de Santiago Fernández es una de las propietarias de esta famosa fábrica. Y la pregunta es: «¿Qué marca se come en su casa?» El empresario mantecaero sonríe socarronamente.
Cinco generaciones
En este obrador se respira ambiente familiar, para entrar hay que llamar al timbre junto a un portón blanco. Y te puede abrir cualquiera de la familia, el que menos ocupado esté en ese momento. Accedes al obrador a través de una salón y patio hasta el final. Al igual que antiguamente, los negocios estaban dentro de la casa. Por ella han pasado ya, dice Santiago, cinco generaciones y las que quedan por llegar. Porque uno de los más pequeños no se retira del mostrador.
En las paredes cuelgan las visitas , como los protagonistas del programa «Un país para comérselo», Imanol Arias y Juan Echanove, Jesús Quintero (El Loco de la colina) o la misma presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, con la que se fotografió la plantilla al completo. Y también imágenes que guardan la patina del paso del tiempo, un tiempo que parece haberse detenido dentro de La Colchona. Sólo una señal de la modernidad: venden mantecados online en su web, lacolchona.es.
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