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Sociedad

Miguel Ángel García Badía: Premio al voluntariado por sus 37 años de lucha contra las desigualdades

El párroco de Nuestra Señora de la Victoria está jubilado de su actividad docente pero sigue al frente de las necesidades de una parroquia especialmente pegada a un barrio

C. GONZÁLEZ

Foto: pitagorasfotos.com

Arahal

Dicen que es el cura del pueblo. Llegó a Arahal en 1980, como diácono estuvo los dos primeros años, y hasta hoy se cuentan ya 37 . Miguel García Badía, párroco de la iglesia Nuestra Señora de la Victoria, tiene 66 años y puede contar muchas historias sobre la evolución del espíritu de un pueblo. Acaban de hacerle un reconocimiento municipal por su dedicación a los más necesitados con motivo del día del voluntariado. Su vida está llena de historias humanas que ha vivido de cerca.

Miguel Ángel está rodeado de un barrio que cuida de él casi desde el primer día que pisó la iglesia, el barrio de la Victoria. Llegó cuando la transición era un hecho y ha visto la evolución de un pueblo del sur desde lo más esencial, el alma de muchos de sus vecinos. ‘Entré con el equipo pastoral de Manuel Bobillo y Alfredo González, ellos abrieron camino porque fue una época en la que el sector conservador religioso del pueblo nos vigilaba’, cuenta el párroco, entonces todavía diácono.

Tanto es así que ha tenido muchas satisfacciones pero también algunos disgustos. ‘Hubo una época en que desde por la mañana hasta la noche tenía siempre a alguien a mi lado y, en principio, no sabía la razón’ cuenta. Después supo que estaba amenazado pero lo cuenta dando normalidad a sus palabras. En aquella época, ayudó a implantar las normas que se impusieron a raíz del Concilio Vaticano II, entre otras que el cura dando misa mirara al pueblo y lo hiciera en castellano, no en latín.

Amado más que criticado, jamás ha negado la palabra a nadie. Una palabra que está convencido soluciona muchos problemas y malentendidos. Es cariñoso y sin pelos en la lengua y, a veces se ríe de su propia sombra. Cuando llegó había mucho trabajo que hacer, ‘no existía los grupos de jóvenes en las hermandades, incluso llegué a pensar que desaparecerían, tampoco había nada para los jóvenes del junior’, cuenta.

Está jubilado de su actividad docente ejercida desde que llegó en los institutos de Arahal pero no para. La casa parroquial de la Victoria tiene a veces tanta actividad que reconoce estar mayor para el trajín, por ejemplo, de tres años de catequesis para hacer la Primera Comunión, orden reciente del Arzobispado. Casi dos centenares de niños y niñas que dos veces en semana llenan de risas y carreras esas instalaciones.

Miguel Ángel, con una parte del grupo de personas que le ayudan con el reparto de alimentos de Cáritas.

Veranos con niños saharauis y bielorrusos

Y, aún así, a pesar de que se le ve cansado, no renuncia a complicarse la vida. Cada verano llena su casa de niños saharauis o bielorrusos que, dice, ‘le dan vida’. ‘Cuando por la mañana me levanto, encuentro la cocina llena de trastos y ropa por todos lados pero que más da’, dice. Y recuerda algunas anécdotas con una sonrisa. ‘Un día uno de ellos robó en una tienda y lo hice ir a pagar lo que se había llevado, la persona que la atendía quiso regalarle lo que cogió pero no lo permití porque tienen que saber que eso no se hace’, cuenta.

Sin duda, la iglesia que dirige lleva su sello. No alberga de momento a ninguna hermandad, sólo una asociación de fieles que aspira a serlo. Pero no hace mucho sorprendió a quienes la componen dejando que el templo acogiera un Cristo recién tallado, en ese momento sin bendecir, primera imagen del paso que quieren en un futuro sacar en procesión de esta iglesia. Entonces declaraba, ‘hay que darle normalidad a las cosas’.

Las normas le salen del corazón al que intenta darle sentido común, no siempre entendido. Pero es cercano al pueblo, a los niños que lo abrazan porque, dice, ‘hay muchas personas a las que le falta mucho cariño’. Está encantando de la labor social que realizan las Hermandades, a su entender, ‘hay dentro de este mundo un despertar a la solidaridad y participación pero también un sector que encuentra expresiones religiosas en el recreamiento Barroco’.

En ese sentido, apunta que ‘la pasión es muy sensible al lenguaje de adjetivos y sustantivos y está en un momento muy alto de expresión pública’, algo que en su opinión, llega de la mano de la influencia que ejerce la capital, Sevilla, sobre el resto de la provincia.

Hay gente que le ha dicho ‘cura, este Papa (el Papa Francisco) es de los tuyos’. Se siente encantado con este comentario y entiende que el papel de la jerarquia eclesiástica es el de ‘orientar y confirmar en la fe y el Papa Francisco está más interesado en los que creen que en los que se llaman creyentes’. Y añade que tiene muchos gestos que ofrecen una imagen diferente, cercana al pueblo. Hace tiempo para él que no había líderes sociales, políticos o religiosos que tuvieran ese carisma. Hubo una época en la que se concentraron varios, como Gandhi, Martin Luther King, Nelson Mandela…

Miguel Ángel García lleva tanto años en Arahal que ha vivido mil historias y su lema es desarrollar su trabajo ‘mirando con esperanza’ porque ‘el afecto está subdesarrollado’. Y hay algo que le preocupa: ‘El desapego familiar, estamos más libre de la doctrina de la iglesia pero para hablar de algunas temas, se hace desde el miedo, hay que dedicar más tiempo a la conversación’.

En su otra profesión tardará algo más en jubilarse. Pero sea cuando sea, Miguel García Badia ha hecho historia en Arahal. Por eso lo llaman el cura del pueblo.

 

Periodista. Directora y editora de aionsur.com desde 2012. Corresponsal Campiña y Sierra Sur de ABC y responsable de textos de pitagorasfotos.com

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