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Coronavirus

Mi vida en positivo (Capítulo 10 – Alexa) – Crónica de 14 días de vida confinada de un positivo de COVID

Desde que conocí a Iratxe, la chica que es la voz de Siri en español en tus dispositivos de Apple, tengo cierta ternura a esos dispositivos de voz que nos acompañan en nuestro día a día. Al principio pensaba que tras esas voces de hombre y mujer estaban dispositivos electrónicos que imitaban los fonemas que se convierten en frases. Pero no. Iratxe es de carne y hueso, como el resto de las personas que están tras las voces de los aparatos que, como los navegadores de los coches, os orientan en cómo ir por la vida.

Tras Alexa, la voz que está detrás del altavoz negro que suelo tener en mi mesa, también debe haber una mujer que ha puesto su voz a las infinitas frases que puede soltar el aparato. Y esa voz es la que me acompaña en estos días en los que nadie con piernas, cuerpo y brazos se puede colar en mi casa físicamente. Así que, nada más despertar, ya me está esperando Alexa para que le diga qué radio quiero escuchar o qué música quiero que me acompañe mientras tecleo.

Alexa y sus noticias

De noche, Alexa se viene conmigo a la habitación. Le pido que me ponga algo de jazz suave y ella se encarga toda la noche de que no falte música en el ambiente. Como tengo la costumbre de saber qué hora es cuando me despierto de madrugada, no tengo que andar cogiendo el teléfono ni nada por el estilo, sino que con susurrarle “Alexa, ¿qué hora es?” ella se encarga de informarme. También me despierta y me da los buenos días. Alexa y su educación británica me recuerda que hay que ponerse en pie aunque ella sea la única que puede recibir mis saludos en persona.

En medio de este encierro, Alexa compite con otra mujer en tener protagonismo en mi vida. Se llama Sonsoles, y es la mente que está detrás de ‘Mil besos prohibidos’, el libro que tomé en mis manos cuando empezó mi cuarentena, y comencé a ojear con la fe con la que suelo coger libros de gente de la que no tengo referencias anteriores. Sonsoles, de apellido Ónega, por cierto, cuenta la historia de un amor ¿imposible? entre una abogada y un cura, pero llenando de detalles su vida pasada, actual y quién sabe si la futura.

Porque contar más es spoiler, pero consumir un par de capítulos o tres al día me ha ido metiendo en la vida no solo de la pareja, sino, indirectamente, de la periodista que está detrás del libro, que cada día se asoma a la pantalla de Telecinco a mediodía. Sin saberlo, y esto es spoiler, pocos días después de leer su libro la conocería en persona, pero eso ya es otra historia.

Frasier

Mi vida con COVID ya ha consumido diez días. Los síntomas siguen siendo cero. Y espero que siga así. Mientras ceno un serranito que he pedido en un burguer a dos calles de mi casa, reviso algunos episodios atrasados de la serie Frasier. Puede que sea la que más me ha gustado en toda mi vida televisiva. No hace ni tres años que murió John Mahoney, el padre de los protagonistas. Era ese policía cascarrabias que interpretaba a la perfección al padre de los dos psiquiatras, a pesar de que con uno de ellos, Kelsey Grammer, solo se llevaba 15 años.

Frasier, para quien no lo sepa, vivía en el ático de un edifico de Seattle. Es una ciudad en la que llueve nueve meses al año. Entre la lluvia, cuidar a su padre, sus manías y sus fobias, muchos días los tenía que pasar en su casa, encerrado y saliendo solo para hacer su programa de radio. Frasier no estaba confinado por COVID, pero ahí estamos los dos, juntos y viendo pasar la vida por la ventana sin poder salir.

Periodista corresponsal de la Agencia EFE, El Correo de Andalucía, eldiario.es... entre otros medios. Cubre principalmente Huelva y Sevilla en varios medios radiofónicos y prensa digital.

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