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Mensaje navideño del alcalde de Arahal
Un año más llega el momento de felicitaros en estos días previos a las fiestas navideñas. Me pongo ante la pantalla de mi ordenador para desearos lo mejor en estas fechas tan señaladas.
Pero os confieso una cosa: cada vez me cuesta más porque conozco los crecientes sufrimientos económicos de muchos arahalenses y sé que Noche Buena y Noche Vieja no van a ser propicias para el jolgorio y la alegría. Esta Navidad es la peor que muchos van a pasar: no hay por donde cogerla. Perdonadme si soy sincero en exceso, pero ¿Feliz Navidad? Preguntad a los trabajadores de la Administración que han visto cómo han perdido su paga extra. Preguntad a los jubilados que van a perder poder adquisitivo. Preguntad a los comerciantes o pequeños empresarios de nuestro pueblo que ven cómo el consumo se hunde. Preguntad a los agricultores que ven cómo sus explotaciones familiares de toda la vida ya no son apenas rentables. O peor aún, preguntad a los casi 4500 parados de Arahal qué piensan de las próximas Navidades. Por eso digo, Feliz Navidad, ¿para quién?
Qué duda cabe que las Navidades a pesar de estas consideraciones siguen siendo una de las festividades más queridas por nosotros, seamos o no creyentes. Los creyentes saben que el mensaje navideño simboliza desde su origen, el nacimiento de una esperanza, de una transformación. La llegada del niño Jesús representó para los habitantes de Galilea y Judea la introducción de elementos de fuerza para cambiar el mundo de la época que les tocó vivir y hacerlo mucho más humano. Los no creyentes, educados en esta cultura nuestra, ven con simpatía unas fechas que, en su formulación teórica, hablan de hermanamiento, de solidaridad y por qué no de marcha hacia la igualdad. Pero cuando todo acontecimiento pierde la carga de ilusión que lo motivó y se queda en una fórmula cortés, en un rito vacío, asistimos a la muerte del mensaje original y su sustitución por la banalidad y el tópico. Y es justo lo que está ocurriendo en nuestro país. En estas condiciones, el «Feliz Navidad» queda en el guiño de los luminosos de los grandes almacenes que, invitándonos a consumir más y más, forman la última línea de defensa de una sociedad aburguesada que, como el avestruz, quiere conjurar las crisis de toda índole (económica, política, cultural, incluso moral…), escondiendo la cabeza en el mar de las frases hechas y las conmemoraciones festivas a plazo fijo.
Para mí las Navidades son el símbolo del cambio; más aún en un mundo tan convulso como éste y en un país, España, que se cae por el precipicio del infierno. Hace falta un cambio de rumbo, un cambio producto de una enorme fe en el hombre, como la que tuvo Jesús de Nazaret en sus semejantes. Defendió la libertad y la igualdad entre los seres humanos. Hoy, yo también, como muchos ciudadanos, creo en esos valores. Para implantarlos, tenemos que inventar formas nuevas de organizar la sociedad ya que las que hay se muestran incapaces de servir para nada. El reto que esta época de crisis nos lanza es el de proponer nuevas formas de entender la sociedad, los servicios y sobre todo la responsabilidad solidaria de unos con otros y de todos con la comunidad.
Muchos vecinos, al leer este escrito, pensarán que son éstas muchas palabras, demasiadas incluso. Y tienen razón: las palabras ya no sirven, se pronuncian demasiadas: palabras como «democracia», «autonomía», «civismo», etc. son puros fantasmas mientras no se encarnen en un proyecto concreto y específico, aquí y ahora. Nos esperan unos años duros; si somos conscientes de ello iremos por la buena senda: será el paso previo para despertar del letargo. Muchas personas en la historia lucharon por sus derechos y los consiguieron porque no sabían que eran imposibles. El camino es díficil y tenso pero es posible y hay que hacerlo. Desde esta óptica, sólo desde esta óptica de ilusión, voluntad y alegría, se puede dar contenido al mensaje de la Navidad; los creyentes lo dimensionarán a la trascendencia que su fe les da, los no creyentes lo enmarcarán dentro de los hitos históricos en los que la humanidad ha pegado un salto cualitativo hacia adelante.
Desde este Ayuntamiento, que gobierno lo mejor que puedo, con mis torpezas y equivocaciones, junto con toda la Corporación y los trabajadores municipales, os deseo la mejor de las Navidades y sobre todo el mejor futuro posible para 2013.
Miguel Ángel Márquez González,
Vuestro Alcalde
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