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Sociedad

Manolo Manaute, 50 años ayudando a los demás porque lo dicta el Evangelio

Carmen GONZÁLEZ

Fotos: Claudio RAMÍREZ

Tiene 77 años y lleva más de 50 ayudando a los demás. Manuel Manaute Lozano es un hombre de sonrisa permanente, de bondad infinita. Vive, dice, como dicta el Evangelio, “soy católico practicante, no hago nada, es Dios quien pone por delante la familia necesitada, yo sólo tropiezo con ella”. Miembro de Cáritas desde el principio cuando se llamaba Secretaria de la Caridad junto con su amigo y compañero Antonio Casado y fundador de la Asociación para la Prevención y Ayuda al Drogodependiente El Tarajal (1991). Es fácil verlo con su bicicleta por la calle en busca de su siguiente destino, que seguro incluye un lugar donde se necesita ayuda.

 

Manolo Manaute. Foto: Claudio Ramírez para A.I.

Ni los achaques de la edad lo paran. Manolo, como todo el mundo lo conoce, sólo quiere seguir teniendo fuerza para ayudar a los demás. Para esta tarea no hay domingos ni festivos, porque hay necesidades que no pueden esperar. Por eso Manolo está siempre. Es director de Cáritas la Victoria, desde que el Arzobispado de Sevilla dijo que había que dividir las actividades de las dos parroquias de Arahal. Hasta entonces sólo había una, con sede en la calle Veracruz, donde sigue, pero ahora con el nombre de Santa María Magdalena. “No distingo entre las dos, voy al hecho, da igual de qué barrio llegue la necesidad, yo sé por todo el pueblo” dice y se ríe.

Casi 20.000 habitantes son muchos para dos hombres, él y Antonio, por eso en cada etapa ha tenido la ayuda de un grupo de personas que han arrimado el hombro a la solidaridad. Hoy son más, pero ellos siguen siendo el alma de Cáritas. Porque el respeto tiene siempre una trayectoria de trabajo y, en este caso, más aún ya que es completamente desinteresado.

Manolo Manaute sonríe y bromea. “No me digas de usted que el alcalde se enfada”. Y, seguidamente, pide dinero a la entrevistadora. “No hace falta que lo traigas aquí, puedes dejarlo en la Victoria (se refiera a los salones parroquiales donde tienen la sede)”, lo dice muy serio y, después, comienza a reírse. Está tan acostumbrado a pedir para los demás, que no desaprovecha la oportunidad.

Se pide, sobre todo, a él mismo. No sería la primera ni la segunda ni la décima vez que echa mano de su propia pensión o su cuenta bancaria para pagar un recibo de la luz, del agua, un alquiler, la entrada de un coche, comida para atender una urgencia. Hasta tal punto es así que hay supermercados y carnicerías que atienden su llamada cuando envía a alguien por un puchero, por un pollo, por filetes para llenar un frigorífico donde no entran ni las moscas, pero, sobre todo, para llenar estómagos.

Y todo lo que tiene su carácter de empatía con los demás, lo tiene de modestia. “No quiero que me hagan homenaje con mucha gente y regalos, no quiero una calle y no quiero que se moleste nadie, lo que hago es porque Dios me pone por delante la tarea, es mi deber como católico”, dice Manolo Manaute.

Puede contar miles historias que ya casi se difunden en la memoria. Y hasta la solidaridad tiene que aguantar las críticas de quienes no entienden que, a veces, hay que ayudar, aunque haya abusos, porque la mayor parte de las veces hay detrás la cara de un niño o niña.

Y porque la vida ha enseñado a Manolo que las historias no siempre son lo que parecen. “Hace unos años, la madre de un joven que murió de cáncer, cuando el hijo estaba en las últimas, empezaron a criticarla porque se fue al Mercadona a comprar pinchos de carne, lo que no sabía quienes la criticaron es que se le habían antojado a su hijo y quería darle el último capricho”, cuenta.

Son historias desgarradoras que se irán con él porque la modestia le impide contarlas. La entrevista costó hacerla porque Manolo no entendía como Arahal Información había ido en su busca. A pesar de enseñarle la entrada en Facebook con su foto y el pequeño homenaje que le quiso hacer en las redes su amigo Antonio Fernández, otro de los responsables de Cáritas la Victoria. Un pequeño homenaje para un gran hombre que trasladado al muro de las redes de esta web desató una serie de comentarios que han dejado a su protagonista, como mínimo, asombrado.

Manolo Manaute sólo acertaba a decir: “Ese es mi amigo Antonio que me ha metido en un lío” y sonríe socarronamente. Ese homenaje se une a las pequeñas cestas de frutas que le dejan al matrimonio, -su mujer Chari es su punto de apoyo en esta tarea- en el zaguán de su casa. Unos cuantos de huevos, 14 tomates, dos peros y unos higos chumbos fue lo último. “Mira que me supone hasta un disgusto porque yo no quiero nada, a quien lo ha dejado, seguro que le hace más falta”.  O se traduce en el cariño con el que la gente le habla por la calle.

Manolo es la solidaridad en persona. Y en estos días está contento porque dice que “Dios provee con moderación”. En Cáritas no falta el dinero, a veces, se ven muy ajustado, pero de pronto llega en forma de donación o a través de cualquier organización. Hace unos días recibieron de La Caixa 3.000 euros por las inscripciones del Cross del Verdeo.

Siempre hay esperanza

También dedica su tiempo a atender a familias de drogodependientes a través de El Tarajal. “Voy a la cárcel a verlos, siempre hay esperanzas de que salgan de ese mundo. He ido al entierro de algunos pero también he visto salir a otros. Hay un joven que me lo encuentro por la calle y lleva a su hija de la mano, está totalmente recuperado”, mientras lo cuenta Manolo sonríe de satisfacción, más seguro que si le anuncian que pondrán su nombre a una calle.

Siempre están los demás antes que él. Ha trabajado 40 años en la emblemática fábrica de aceitunas La Palmera, llevaba los Seguros Sociales de 600 mujeres, con máquina de escribir, “soy un negado para las nuevas tecnologías”. Según cuentan,la sonrisa de Manolo era siempre la puerta de entrada a la empresa.

Seguirá adelante mientras Dios lo quiera, eso dice continuamente, y se tomará las críticas como lo que son, parte de su labor. “Entiendo que hay padres y madres cabezas locas, pero sus hijos no son responsables y siempre son los que más sufren”. Por eso siguen repartiendo productos de primera necesidad cada semana a muchas familias de Arahal en los salones parroquiales. Y visitan aquellas a las que les da vergüenza pasarse por la iglesia.

Un compromiso mantenido durante 50 años. Pero él insiste: “No tiene ningún mérito cumplir con lo que dicen los Evangelios”. Se despide con una foto junto a su bicicleta que lo lleva y lo trae repartiendo tanto consuelo y ayuda a quienes más lo necesitan. Siempre con su sonrisa a cuesta.

 

Periodista. Directora y editora de aionsur.com desde 2012. Corresponsal Campiña y Sierra Sur de ABC y responsable de textos de pitagorasfotos.com

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