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Casariche

Los vecinos de Casariche no pueden ser hospitalarios

Los vecinos de Casariche no pueden ser hospitalarios

Casariche está autoconfinado por culpa de un rebrote de coronavirus que ha situado a este pueblo de la Sierra Sur en el mapa de la Sanidad andaluza, junto con Lucena (Córdoba). Una parte importante de los negocios cerrados, al igual que los bares. Este jueves y hoy viernes se han realizado un cribado con test a 300 lugareños de entre 18 y 49 años. Las autoridades municipales han pedido a la Delegación Territorial de Salud que toda la población pase por la prueba, que cierren los colegios y manden más personal al centro de salud, donde están desbordados de trabajo.

Las calles de la localidad, situada a unos 10 kilómetros de la entrada número 113 de la A92, están vacías. Al igual que el Mercado de Abasto y las escasas tiendas que están abierta. Estos dos días, solo se ha visto vecinos en el recinto ferial, concretamente en la Caseta Municipal donde un equipo del centro de salud de Estepa realizaba las pruebas. Llegan seis enfermeros o auxiliares de enfermería, dirigido por Isaías Fernández, el coordinador de este grupo que se ha encargado de las pruebas para detectar el coronavirus desde que empezó la pandemia.

 

 

La prueba

Unos segundos es el tiempo que dura que uno de estos profesionales metan el bastoncillo por la nariz. Quince o veinte minutos después, comunican los resultados a los vecinos. La prueba, decía Isaías Fernández, es fiable un 95 % «ninguna llega al cien por cien pero en esta los resultados son rápidos, de manera que si hay un positivo se inicia de inmediato el protocolo».

La delegada de Cultura, Belén Vertedor, estaba presente en la Caseta, en sustitución de su alcalde, el socialista Basilio Carrión, uno de los 203 vecinos que ha dado positivo en coronavirus en los últimos 14 días por lo que está en confinamiento. Eso sí teletrabajando y atendiendo a los medios de comunicación que en estos días atienden sus declaraciones y peticiones desesperadas.

El lunes pasado, en un encuentro entre los representantes municipales y de la Delegación Territorial de Salud y Familia, pidieron alguna medida drástica para saber las dimensiones reales de la enfermedad ya que, como decía Vertedor en el lugar donde se realizaban las pruebas, «las estadísticas no reflejan la realidad». Dependiendo de los resultados obtenidos en estos dos días, se ampliarán los test. Los vecinos testados afirmaban acudir «para estar tranquilos».

Autoconfinamiento

El alcalde también ha pedido estos días «autoconfinamiento» y los vecinos lo llevan a rajatabla. Sólo hay que darse una vuelta por la localidad para ver que en sus calles, tiendas o bares que la normalidad no es la tónica. Los comerciantes no saben cómo va a acabar todo. Las responsables de dos tiendas del Mercado de Abasto estaban ayer atendiendo a las escasas clientas que se acercaban a comprar. «Sólo ha cerrado un puesto de los cinco que somos por dar positivo en las pruebas, pero apenas viene gente, volvemos a estar en la misma situación de marzo».

Para Ingrid, la situación está afectando a los más mayores «porque muchos terminaron con depresión en el primer confinamiento y ahora vuelve a no poder salir». Para esta tendera, los casaricheños llevan mal no poder relacionarse, hablar con sus vecinos y ser hospitalarios. «En este pueblo hay gente muy buena y te abren sus puertas, durante el anterior confinamiento iba a llevarles pedidos y no entendían que tuviera que dejarlos en la puerta, insistían en que entrara», cuenta.

Hay más de 20 bares en todo el pueblo y la mayor parte permanecían cerrados. Sólo se podía comer en el Asador La Fábrica, un bar situado en el polígono industrial de Casariche, en la confluencia del cruce de Badolatosa y Estepa. En estos días, antes de las dos, los cuatro empleados ya tienen las mesas colocadas para las comidas y esperan a su clientela. Los servicios han caído un 30 por ciento. «Hemos pasado de hacer 100 comidas diarias más los desayunos a 30 o menos», comenta uno de los camareros. Esta situación ha tenido como consecuencia la reducción de la plantilla en dos trabajadores. «Tenemos abierto para seguir dando servicio a los clientes que vienen a arreglar maquinaria y poco más», explican.

¿Cómo han llegado a esta situación?

Pero ¿cómo han llegado a esta situación? La respuesta la ha dado el alcalde en sus últimas declaraciones. Se celebraron varias bodas con muchos invitados y ahí empezaron los contagios. Porque el verano ha sido como en el resto de los pueblos, «la gente llegó julio y se echó a la calle, los campos, la zona de la juventud y los alrededores del recinto ferial, todo se llenó de gente», describe José Antonio Ramírez, parapetado detrás de una de las mesas de su oficina.

«No entiendo cómo se contagia este virus, por mi trabajo puedo ver al día a 200 personas, de muchos sitios diferentes y no he tenido problemas», asegura. El empresario describe Casariche como un pueblo tranquilo, donde hay familias con muchos miembros, puede que ahí haya estado el problema, «son familias muy grandes con muchos primos». Y cuando estás en familia, las personas se relajan.

Lo cierto es que, durante el estado de alarma, Casariche tuvo solo un contagiado, una persona de edad avanzada, y ahora son 203 según las estadísticas oficiales de la Junta de Andalucía, que van con mucho retraso como en el resto de los pueblos. La situación es preocupante, pero los vecinos y vecinas de este pequeño pueblo de la Sierra Sur sevillana, dedicado a la agricultura y con fábricas de carpintería y poliéster, ya no saben qué hacer más. Sólo quieren volver a su normalidad, volver a ser hospitalarios.

 

La Junta hará muestreo selectivo con PCR entre los vecinos de Casariche

Periodista. Directora y editora de aionsur.com desde 2012. Corresponsal Campiña y Sierra Sur de ABC y responsable de textos de pitagorasfotos.com

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