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Los hijos de Putin: Cuestión de principios

 

Foto www.yoyowall.com/

Urko Lerchundi

Cualquier persona normal, la gente de bien, sabe que los gays y lesbianas son un producto defectuoso de la naturaleza. Lo que hacen es antinatural, contra natura. Parece que no es  antinatural que los seres humanos podamos volar (en aviones); tampoco parece contra natura destruir y contaminar el medio ambiente en el que vivimos; no es antinatural que hayamos sido capaces de aniquilar civilizaciones a lo largo de nuestra Historia para saciar nuestra sed de poder; ni por supuesto es antinatural que dejemos que el 80% de la población mundial viva en condiciones de miseria por pura avaricia.

Bueno, tal vez lo que hagan no sea contra natura pero lo que está claro es que es una enfermedad y por tanto es curable y debemos curarles. ¿Y cómo se trasmite la enfermedad? Muy sencillo, a través de rituales sodomitas, de noches de sexo sucio y desviación. “Llevados por tantas ideologías, acaban por no orientar bien lo que es la sexualidad humana, piensan ya desde niños que tienen atracción hacia las parejas del mismo sexo (…) y a veces para comprobarlo se corrompen y se prostituyen. O van a clubes de hombres” (Juan Antonio Reig Pla, Obispo de Alcalá de Henares. Homilía del Viernes Santo de 2012).

Quizás piensen que estoy exagerando pero una búsqueda del término “pecado” en el Diccionario de la Real Academia Española nos mostrará que entre los “pecados contra natura” o “contra naturaleza” está la sodomía. Justo debajo encontraremos el “pecado de bestialidad” que hace referencia al bestialismo, la relación sexual entre personas y animales. Aparentemente son dos tipos de pecados distintos pero no hay diferencia para los “periodistas” de la llamada caverna mediática que han hecho reiteradas referencias a la similitud de comportamientos; más aún, algún que otro político ha llegado a decir lo mismo y, cómo no, está la Sra. Botella con su teoría de las manzanas y las peras.

Están en un grave error aquellos que piensan que la homofobia sólo pulula por los ámbitos religiosos. El gran (por tamaño y antigüedad) Partido Comunista Ruso votó a favor de la ley que prohíbe la “propaganda de relaciones sexuales no-tradicionales dirigida a menores”. Uno podría pensar que es nocivo para los críos ver anuncios donde dos mujeres u hombres se besan, pero no pasa nada porque vean Rambo 3 o jueguen en la Play a atropellar transeúntes. Por si fuera poco esto es sólo la punta del iceberg. Besarte con tu pareja en la calle es propaganda, cogerle de la mano es propaganda, manifestarte el día del orgullo también es propaganda. Por tanto, si eres maricón o bollera en Rusia mejor quédate en tu casa y no salgas…, por decisión democrática del Parlamento faltaría más.

La cosa adquiere tintes dramáticos cuando determinadas personas afirman que las parejas de lesbianas y gays no pueden adoptar porque todo el mundo sabe que sus pobres hijxs deberán pasar por rituales de sexo y depravación; bacanales de perdición e iniciación a la homosexualidad. Sí, porque de madres-padres homosexuales se sabe que sólo pueden salir hijxs homosexuales. Lo que no entiendo entonces es de dónde han salido los homosexuales si sus padres eran heterosexuales. Evidentemente alguno de los dos sería un vicioso; o permitieron a su hija jugar al fútbol; o permitieron que su hijo le pusiera vestiditos de lunares a sus madelman.

Lo de menos es si las parejas homosexuales quieren a sus hijxs, si se preocupan por su educación, si les ayudan a hacer los deberes, si se preocupan por su salud. El amor no existe en las parejas homosexuales, sólo sexo. Ellxs no se enamoran, sólo follan; ellxs no discuten, sólo follan; ellxs no planean tener una casa y una familia, sólo follan. Todo lo que rodea la vida de una pareja homosexual está supeditado al sexo. No importa si son felices, si se quieren, si tienen planes de futuro…, lo importante es saber quién da y quién recibe, quién se pone arriba y quién abajo, quién hace de camionera y quién de barbie. Por eso las personas normales y de bienno se preguntan si pueden ser buenas madres y padres. Todo el día pensando en sexo.

Los hay que defienden que no deben adoptar porque sus hijxs lo van a pasar muy mal en el colegio y para evitar traumas a los menores lo mejor es que las parejas homosexuales no puedan adoptar. Entonces que tampoco tengan hijos los propensos a la obesidad, calvicie hereditaria, algún tipo de discapacidad, negros, parejas de feos, tímidos, los que no puedan pagar a sus hijos ropa de marca o el último modelo de móvil. También propongo incluir a los que les guste Pimpinela. Ya sabemos que los niños son crueles y así les evitamos problemas a todos estos “pobrecitos”. ¿Cómo no se nos había ocurrido antes? La solución no es educar a los críos y decirles que la pluralidad y la diversidad son elementos propios de la naturaleza humana y que el respeto es una necesidad-virtud cívica y democrática. Lo más fácil para evitarnos quebraderos de cabeza es “eliminar” a los “raritos” de la ecuación.

Primer lección

La primera lección que aprende todo estudiante de Derecho es que un acto o conducta puede ser legal y no ser justo. La legalidad y lo que es justo no siempre van unidos. En momentos de crisis, y fundamentalmente en situaciones de gran desigualdad como la que estamos viviendo, los ejemplos se multiplican. ¿Es legal que desalojen de su casa a una familia con tres niños pequeños por la ejecución de una hipoteca? La respuesta es sí (por ahora). ¿Es justo? Pues desde una ética ciudadana democrática la respuesta es rotundamente no. ¿Fue legal la reforma exprés y sin referéndum del artículo 135 de la Constitución española por PSOE y PP para estrangular el gasto público? Sí. ¿Es justo o democrático? Valorando sólo la forma en que se hizo, no. Respecto al contenido, es para escribir 20 libros.

Entonces, ¿cuál es la diferencia? Algo es legal en la medida que respeta las condiciones que establece una norma: una ley, un decreto, un reglamento, una orden ministerial o de una consejería. Vayamos a un caso extremo. ¿Las decisiones que tomó el dictador Franco durante los 40 años que gobernó, fueron legales? Aunque parezca sorprendente sí fueron legales. Claro está que fueron legales porque cumplían con las leyes que él mismo aprobó. ¿Fueron justas? En una palabra, no. Stalin tenía leyes, Hitler tenía leyes, los reyes absolutistas tenía leyes.

Foto: elplanisferio.blogspot.com.es

¿De qué está hablando este tío?, pensaréis. ¿De qué sirven entonces las leyes? La gran mentira de nuestra sociedad, el gran engaño, es que nos han hecho creer que las leyes son absolutas, que emanan del Parlamento en representación del Pueblo Soberano y que por tanto cualquier norma que se apruebe es, en consecuencia, democrática. Sin embargo todxs somos conscientes de que existen límites en los círculos en los que nos movemos: en la familia, con los amigos, en tu asociación, en el equipo del deporte que practiques, en la banda de música, etc. ¿Dónde están los límites de las leyes? ¿Qué evita que el Parlamento de un Estado democrático apruebe una ley que diga que es legal pegar a los calvos por la calle, por ejemplo?

Para que un país o Estado sea democrático es necesario que existan unos principios básicos que cualquier ley debe respetar y en los que deben inspirarse. De forma genérica podemos decir que esos son los Derechos Fundamentales (que no son exactamente lo mismo que los Derechos Humanos). Estos Derechos y Principios Generales quedan recogidos en la norma fundamental del Estado que es su Constitución. Esta es una condición democrática mínima. Existen otras condiciones como la separación de poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) y otras cuestiones más relacionadas con el concepto de Democracia porque, que no nos engañen, no existe un solo modelo de Democracia. La nuestra es una Democracia representativa con unos actores políticos privilegiados (los partidos) y una nula capacidad ciudadana para participar activamente en las decisiones políticas verdaderas. Podríamos hablar de democracia económica, democracia fiscal, etc., etc. Dejaremos esto para otro momento. En definitiva, existen unos Derechos Fundamentales y Principios en las constituciones de los estados democráticos que actúan como guías-límites de las leyes y de las actuaciones de los poderes e instrumentos del Estado.

Cuando escribía sobre lo que es justo he hecho referencia a la ética ciudadana democrática. Existen muchas éticas, muchas morales, cada cual tiene la suya pero el “problema” es que vivimos en sociedad y no queda otra que ponerse de acuerdo. Esto significa que nadie puede imponer una moral o ética propia, más aún en una sociedad cada vez más plural en lo religioso, lingüístico, cultural e ideológico. Sólo una ética permite la convivencia pacífica en sociedades plurales y no es otra que una ética ciudadana democrática que tiene como base mínima esos Principios y Derechos Fundamentales. Nadie puede justificar que extirpa el clítoris a su hija, mujer o hermana “porque es mi cultura”, precisamente porque atenta contra esos Derechos Fundamentales. Nadie puede aprobar una ley que diga “los negros no pueden votar” porque su ideología sostenga que son inferiores.

El pasado día 9 el Gobierno de España firmó un acuerdo bilateral con Rusia relativo a la adopción de niñxs rusos por parejas españolas. Tiempo antes el Tribunal Supremo ruso había frenado los procesos de adopción con aquellos países que habían legalizado el matrimonio homosexual entre ellos España. Varios centenares de parejas veían cómo sus tramitaciones quedaban en suspenso (150 de ellas ya tenían asignado un menor). El acuerdo bilateral firmado desbloquea esa situación con unas pequeñitas condiciones: nada de parejas homosexuales, nada de familias monoparentales, y si hay cambios en la estructura familiar el Gobierno ruso se reserva el derecho a pedir a España que el niñx cambie de familia. Sencillo, práctico. ¿Cómo afectará eso a los menores? Da lo mismo, lo mejor para ellxs es no estar con solteros, divorciados, maricones o bolleras. El amor está sobrevalorado.

España ha renunciado a sus Principios aunque el acuerdo firmado con Rusia sea legal. Ni siquiera la frustración de las familias que estaban a la espera de adoptar puede justificar tamaña renuncia a nuestros Derechos Fundamentales. No era inevitable. Por desgracia en este mundo sobran niñas y niños en condiciones de extrema pobreza y desigualdad a quienes la adopción les salvaría la vida. Rusia ha utilizado a sus menores como mercancía y como arma de política exterior. Sí, Rusia ha conseguido que un país como España, pionero en el reconocimiento de Derechos Fundamentales en el ámbito de la sexualidad haya claudicado, haya renunciado a sus principios y valores cívicos y democráticos.

Veo al Presidente Mariano Rajoy emulando al recientemente fallecido Chavo del Ocho: “fue sin querer queriendo”.

Nota mental: Sugiero que la próxima vez que os encontréis con una pareja homosexual les preguntéis si se quieren, si se aman, si tienen planes de futuro, si discuten, cosas de la vida cotidiana. Igual os sorprendéis de que la palabra sexo no aparezca en ninguna de las respuestas.

Urko LERCHUNDI, licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense de Madrid, Máster en Pensamiento Político y Máster en Relaciones Internacionales y Estudios Africanos. 

Periodista. Directora y editora de aionsur.com desde 2012. Corresponsal Campiña y Sierra Sur de ABC y responsable de textos de pitagorasfotos.com

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