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Los españoles no somos…
Urko LERCHUNDI
Brasil es el segundo país del mundo con mayor población negra por detrás de Nigeria, sin embargo, en el mundial de fútbol de Brasil 2014 todavía no he visto ningún niño negro acompañando a las selecciones de fútbol mientras entran en el terreno de juego y escuchan sus himnos.
Entonces recuerdo las palabras del que fuera Premio Nobel de literatura alemán Günter Grass en su pequeño ensayo Escribir después de Auschwitz, explicando cómo durante su adoctrinamiento en las Juventudes Hitlerianas les repetían una y otra vez que “los alemanes nunca…, (y el dogma correspondiente)”.
Tras la victoria aliada, estadounidenses, británicos y franceses enseñaban en las escuelas a los niños y jóvenes alemanes fotos e imágenes de los campos de concentración alemanes intentando hacerles comprender lo que realmente había ocurrido y la barbarie cometida por su idolatrado líder. El joven Günter negaba todo aquella barbarie en su interior porque le habían enseñado que “los alemanes nunca…”
Los estereotipos y los prejuicios son muy peligrosos y los ejemplos de Auschwitz y tantos otros campos de concentración nos deben recordar lo capaces que somos como seres humanos de generar destrucción y barbarie. Además, una barbarie que no ocurrió en el “tercer mundo”, en lugares recónditos donde no saben quién es Cristiano Ronaldo. Ocurrió aquí, en pleno siglo XX y ante nuestras narices. En España también sabemos algo de esas cosas aunque parezca que no nos gusta recordarlo.
No hay gitanos manejando el cotarro en Hollywood y por eso apenas se recuerda que Hitler no sólo extermino a judíos sino también gitanos y homosexuales. El exterminio, el genocidio, sólo pueden explicarse cuando el otro, el enemigo, deja de ser humano para nosotros. Sólo entonces no hay remordimiento de conciencia.
Las cámaras de gas no se inventaron el primer día,
fue la “solución” ante los graves trastornos mentales
que estaban sufriendo los soldados alemanes cuyo
“trabajo” era fusilar y fusilar como el que teclea en una oficina
Habrá quien piense que las cosas ocurren de repente, sin explicación ni causa aparente, pero cuando hablamos de personas, pocas cosas son fruto de la mera casualidad. Hitler no se volvió loco de un día para otro ni llegó al poder por la fuerza. ¡¡¡Ganó unas elecciones democráticas!!! ¿Y cómo se llegó a tal brutalidad? Poquito a poco, haciendo el camino. Las cámaras de gas no se inventaron el primer día, fue la “solución” ante los graves trastornos mentales que estaban sufriendo los soldados alemanes cuyo “trabajo” era fusilar y fusilar como el que teclea en una oficina. Las cosas tienen un por qué y tienen un origen aunque nos parezca insignificante.
Los últimos sucesos ocurridos en Estepa me ponen la piel de gallina. Alguien que roba es un ladrón y debe pagar por ello. Alguien que asesina es un asesino y debe pagar por ello pero el peligro está cuando el ladrón o el asesino son calificados como gitanos. Parece que en este país tenemos asumido que un gitano sólo puede ser flamenco (cantante, guitarrista, bailaor), vender chatarra, poner un puesto en el mercadillo o, lo más común, ser un delincuente…, porque lo llevan en las venas.
Si estamos de acuerdo con esta lógica los payos somos los peores de todos. Rajoy es payo, Zapatero es payo, la ministra de sanidad es paya, el de educación también lo es, y el 99.99% de los directores de sucursales bancarias que han estafado a nuestros padres, madres, abuelos y pensionistas con las preferentes también son payos. Payos son la inmensa mayoría de gente que está en la cárcel, los chorizos de los EREs y Bárcenas. También son payos los que han retirado las ayudas a la dependencia y han aprobado la reforma del mercado laboral. ¿Para qué seguir? Es cierto que muchas veces el prejuicio está ligado al dinero: si vienes en patera eres moro pero si vas en yate a Puerto Banús eres Jeque (ni siquiera inmigrante).
Que nadie se confunda con lo que digo. Un delincuente es un delincuente y debe pagar por sus delitos conforme dictan las leyes. Todos por igual. Incluso es comprensible el malestar y la indignación de los ciudadanos de Estepa (faltaría más). Lo que no podemos tolerar como sociedad democrática es la estigmatización de grupos y comunidades por lo que hacen algunos de ellos.
Hoy mismo el Papa Francisco I acaba de pedir públicamente disculpas por los abusos sexuales a menores por parte de miembros de la Iglesia Católica e incluso ha reconocido el gran error por parte de las altas instancias eclesiásticas al intentar ocultar lo ocurrido. ¿Deberíamos pensar que todos los religiosos son pederastas? ¿O ya que estamos, todos los católicos? Sincera y rotundamente NO, y un solo motivo basta: porque no es verdad.
Si hay una verdad en Andalucía es que somos el resultado del mestizaje, de pueblos y culturas, del norte y del sur, de oriente y occidente, en lo plástico y lo musical, en la arquitectura y la gastronomía. No juguemos la carta de las razas.
Nota mental: algunos todavía siguen pensando que Educación para la ciudadanía no sirve para nada. Aquí os dejo un vídeo de Jane Elliot, una maestra de primaria de una escuela de Iowa, que enseña qué es la discriminación en ¡¡¡1968!!!
https://www.youtube.com/watch?v=SXYagiz6Tmw
Urko LERCHUNDI, licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense de Madrid, Máster en Pensamiento Político y Máster en Relaciones Internacionales y Estudios Africanos.
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