Cultura
Las hermanas Martín, puntada sobre puntada, esperan cumplir un sueño
C. GONZÁLEZ
María Dolores y María Regla Martín, más conocidas en Arahal como las “Mellis”, tienen en su taller familiar de la calle Duque, donde viven, un enorme “bastidor” de 5 metros por donde han pasado piezas que después han lucido imágenes de Arahal o de Chipiona. Cuando están bordando estas telas “sagradas”, ponen Amargura en un equipo de música y dicen “tocar el cielo con las manos”. Puntada sobre puntada esperan cumplir un sueño: bordar el manto de la Virgen de los Dolores de su Hermandad, Nuestro Padre Jesús Nazareno.
Las primeras puntadas que dieron las dos hermanas lo hicieron de la mano de Paco Rodríguez, experto bordador y vestidor de la mayoría de vírgenes de Arahal, en un curso de bordado de la Hermandad Nuestro Padre Jesús Nazareno. Pero ellas querían aprender más y se fueron al famoso taller de bordados de Elena Caro, en Sevilla, originario de principios del siglo XX, hoy a cargo de la cuarta dirección de una familia vinculada siempre a la Semana Santa de Sevilla y resto de Andalucía.
Así llegaron a ser alumnas en un curso que duró dos años, en el que de lunes a viernes iba a Sevilla con el único objetivo de perfeccionar la técnica y llegar a estos días culminando su trabajo con el paso a terciopelo del manto de la Virgen de los Dolores, de la Hermandad del Santo Entierro. “Era impresionante verlo sobre estas vigas (señalan el bordador), nos ayudaba nuestro hermano a moverlo porque no podíamos solas». Nueve meses y medio ha tardado en restaurarlo, terminaron el pasado mes de febrero, y ya lo tiene puesto la imagen que clausurara la Semana Santa de Arahal ya entrada la madrugada del Sábado Santo.
Detrás de este trabajo, que han realizado como todos, desinteresadamente, hay miles de puntadas y un destino. Cuando empezaron con el manto, pensaron que su experiencia no serviría para el tamaño y la importancia de esta obra, pero pusieron su confianza en la fe que mantienen y en el recuerdo de su madre, Ana Castillo. “Ella nos dirige desde el cielo”, comentan.
Primero colocaron el manto y limpiaron el antiguo bordado. El método dicen que es “secreto de confesión”, después comenzaron con la tarea de cortarlo de la antigua tela y colocarlo en el nuevo manto, respetando el dibujo original y restaurando cada flor o relieve que estuviera en mal estado. “No nos hemos equivocado ni una sola vez a pesar de que temíamos hacerlo, pero nuestra madre nos ha guiado” dicen.
Taller como capilla
Difícil es dividir comentarios, hablan y sonríen casi al compás y puede que hasta cosan. El taller que mantienen en su casa es como una capilla, rodeada de imágenes. Tienen una réplica de Jesús Nazareno y de la Virgen de los Dolores, de la Virgen de Regla y del Niño Jesús. Además de todo tipo de tapices bordados por ellas. Han realizado la mayoría de los banderines de la Hermandad de Jesús Nazareno y pasaron a terciopelo nuevo su antiguo estandarte. A San Antonio el bordado del respiradero en el paso, dos vestidos para el Niño Jesús. A la Esperanza confeccionan el altar de culto y el bordado de un escudo. También han bordado dos huecos de las bambalinas del paso de palio de la Misericordia, que fue una de las primeras obras de envergadura. Y muchos más enseres religiosos y nunca han cobrado por ninguno de ellos.
Pero lejos de estar cansadas de dar tantas puntadas, quieren seguir y sueñan con poder bordar el manto de la Virgen de los Dolores y el resto del paso Palio de la Hermandad de Jesús Nazareno, la suya. “Nos extraña que todavía no nos lo hayan dicho”, apuntan.
María Dolores y María Regla Martín han vivido siempre con fuertes convicciones religiosas que las han llevado a ser revolucionarias en este mundo. Seguramente fueron las primeras mujeres que vistieron la túnica de nazareno. “Para nosotros el día que salíamos en la estación de penitencia, era más importante que el día de Reyes”, aseguran.
Tenían 6 años cuando salieron en procesión la primera vez y cuentan que tenían muchas dificultades: “Entonces no dejaban a las mujeres hacer la estación de penitencia y teníamos que escondernos en el confesionario o debajo de paso cuando venía el cura. Íbamos detrás de nuestro hermano y primos para que no nos vieran, pero al final conseguíamos salir y hacer la estación de penitencia entera”.
A pesar de que su vida social se basa principalmente en actividades religiosas, afirman que son mujeres de “raíces muy profundas, no sabemos por qué pero si queremos algo somos capaces de saltar muros y abrir todas las puertas”. Por eso no les importó trasladarse hasta Chipiona para poder restaurar el manto de la Virgen de Regla el año pasado, imagen a la que también le regalaron una toca en 2007.
Este año, cuando salga el paso de palio de la Hermandad del Santo Entierro, estarán presentes pero no quieren hablar en público, ni exponerse, dicen que lo verán desde un rincón de la iglesia. Sólo quieren que Arahal vea la belleza del manto y la Virgen lo luzca en su esplendor la noche del Viernes Santo.
Al día siguiente volverán a su taller y seguirán puntada sobre puntada con la siguiente tarea hasta poder alcanzar su sueño.
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