Empresas
Labradores de La Campiña, el color y sabor de la tierra
C.GONZÁLEZ
La Sociedad Cooperativa Labradores La Campiña representa a 350 agricultores de Arahal. Esto supone que a sus instalaciones va a parar el fruto de unas 8.000 hectáreas de tierra, cuyo cultivo principal es la aceituna manzanilla. El producto está destinado a ser un exquisito plato en la mesa o a convertirse en aceite para formar parte de aliños y guisos.
En estos momentos, hay una producción de unos 7,5 millones de kilos de aceituna en los más de 40.000 metros cuadrados de superficie de la empresa. Es una actividad que da trabajo durante doce meses a un grupo de personas. En los últimos años intentan sacar rendimiento a una cooperativa que vive una nueva época caracterizada por el emprendimiento de nuevos proyectos.
Una de sus apuestas más fuertes es el aceite. La molturación de la aceituna manzanilla que queda en los campos los últimos días de cosecha, finales de octubre, llena de aceite unos almacenes para su venta a lo largo de todo el año.
Aceite peculiar
En la actualidad, este producto se vende en toda la provincia de Sevilla pero sale hacia puntos como El País Vasco, Barcelona, Madrid, hasta llegar en el último año a Francia. Es un aceite con un punto amargo y con picor, típico de la variedad molturada, y signo de identidad que el presidente de la Cooperativa, Francisco Humanes, no quiere que pierda el producto.
“Podíamos mezclar otras variedades de aceitunas para suavizar el sabor, pero entonces perderíamos la principal peculiaridad de nuestro aceite”, explica Humanes con un punto de orgullo de quien sabe exactamente lo que quiere. “No podemos olvidar que el aceite es el zumo de la aceituna”, sentencia.
La aceituna es un producto en el que, aunque no lo parezca, todo influye. No sólo el tiempo sino la misma tierra. La aceituna y su zumo no saben igual según de donde proceda. Aunque son características que sólo distinguen los paladares avezados, su procedencia contribuye a hacer de este producto uno de los mejores del mundo.
Al final de la temporada, cuando los almacenes rebosan aceitunas y el precio cae empicado, de forma que los costes de la recolección hacen imposible dedicar el producto tal cual a la mesa, entonces, y sólo entonces, llega el momento de llevarlo al molino de la cooperativa y exprimirlo. Suele ser durante los primeros días de noviembre y, para quienes aman las tierras y lo que de ella proviene, el olor intenso del primer aceite que sale del molino, ahora con una maquinaria avanzada, invade los sentidos y casi se palpa con el paladar.
Color y sabor de la tierra
El aceite lleva impreso “el color y sabor de la tierra” y pasa cada año por catadores expertos que dan el pistoletazo de salida a las primeras botellas envasadas con aceite del año.
Lo demás ya es cuestión de suerte en el mercado. Y, sobre todo, de una labor que se inicia en empresas como esta, para que la cultura del aceite de oliva virgen extra de aceitunas manzanillas sea reconocido por el ama de casa, el restaurador, el cliente que desayuna cada día en el bar de la esquina, los amantes de la buena mesa. Para que ese sabor intenso no pase desapercibido entre mezclas de marcas blancas que ahorran costes a las grandes superficies comerciales.
Quienes venden aceite de calidad saben que hasta que el consumidor no sea capaz de distinguir el buen aceite, no estará asegurado un futuro por el que pelean desde septiembre a septiembre, esta es su mejor denominación de origen.
En la Sociedad Cooperativa Labradores de La Campiña siguen trabajando cada día con aceitunas que pasan por todo el proceso antes de enviarlas para su envasado a otros puntos de la comarca y, a su vez, para otros puntos del país pero de forma anónima. Seguramente si ha viajado por Europa, incluso si ha cruzado del Atlántico, ha podido comerse sin saberlo aceitunas cosechadas en los pagos de Arahal. Cogidas por las manos de jornaleros arahalenses y preparadas en La Campiña, una cooperativa que reúne a la mayor parte de los agricultores de la localidad.
En 2010, esta Cooperativa arahalense entró a formar parte de un nuevo proyecto: Manzanilla Olive, un conjunto de empresas que se unen para ser fuertes. En enero de 2013 compraron las antiguas instalaciones de Agroaceitunera de Utrera. Paso a paso, pararse es de cobardes, pero para seguir adelante sólo hace falta tener el convencimiento de que la calidad del producto requiere este esfuerzo y más.
Francisco Humanes y todos sus socios están en ello.
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