La Sagrada Entrada inaugura la Semana Santa de Arahal acortando el recorrido a causa de la amenaza de lluvia

A.S./C.G.

Fotos: Claudio RAMÍREZ

Cuando días antes de comenzar la Semana Santa anuncian tiempo inestable, se hacen apuestas mentales para saber a qué hermandad le tocará no salir. La Sagrada Entrada de Jesús en Jerusalén, de la Hermandad del Santo Entierro, es la que inaugura cada año con su estación de penitencia estos días de la Pasión y Muerte de Cristo. El Domingo Ramos es un día de estrenos y siempre el sol debería ser el protagonista, pero este año ha peleado por salir con nubes de tormentas que han obligado a acortar considerablemente el recorrido y a hacerlo rápido.

Las calles Doctor Morilla, Tahona, Ascencio Martín, Victoria y Corredera se quedaron esperando ver pasar a la Borriquita, como se conoce popularmente el paso. El Domingo de Ramos no llegó a serlo del todo por estas calles. El paso iba calzado por 35 costaleros que con esfuerzos renovados consiguieron llevarlo hasta el primer tramo de San Roque mecida tras mecida, al compás de cuatro marchas que tocó la Agrupación Musical Nuestra Señora de la Victoria, como cada año.

Los músicos victorianos ya venían de Castilblanco de los Arroyos de tocar a otra Borriquita, pero no se le notaba el cansancio.  Los pequeños que conforman ya la cantera de la banda, Daniel, Rubén o Pedrito sonreían impacientes en la puerta de la Iglesia de San Roque. El más pequeño, Rubén, no quería soltar el tambor en la espera. Pedro es ya casi un veterano y, aunque no había viajado hasta dicho municipio sevillano, decía la madre que estaba levantado desde las siete de la mañana, «deseando de que llegara la tarde».

Ojos apuntando al cielo

Poco después de las cinco de la tarde, la Junta de Gobierno de la Hermandad del Santo Entierro, matriz de las imágenes que salen el Domingo de Ramos, anunciaron que salían pero con media hora de retraso, a las seis de la tarde, y acortando el recorrido en cinco calles. Conforme el público que esperaba en la puerta, fue enterándose de la decisión, los comentarios apuntaban a la decepción pero, acto seguido, conformaban un «algo es algo».

Desde que el paso saliera por la puerta del templo, los ojos apuntaban al cielo no sin razón. Llevaban mitad del corto recorrido, cuando las nubes amenazantes comenzaron a descargar, el paso iba entrando entonces en calle Veracruz y los goterones hacían presagiar que no iba a parar. A la altura de la iglesia de esta calle, los primeros paraguas de los previsores, comenzaron a abrirse y los costaleros tuvieron que imprimir más rapidez a sus pasos, sin poder disfrutar la revirá prevista en ese templo para rendir culto a la Virgen de La Piedad y Cristo del Amor, que tienen prevista su salida el próximo Miércoles Santo.

A mitad de Espaderos, el agua cesó tal como había llegado y el ritmo de la procesión también fue más acompasado. Los costaleros terminaron una larga chicotá que empezó en la Plaza de la Corredera hasta el principio de la calle Monjas. A partir de aquí dio tiempo hasta de un respiro. Pasó la Sagrada Entrada por el antiguo convento Nuestra Señora del Rosario, con sus puertas cerradas.

Ya solo quedaba una calle, Sevilla. Aquí los costaleros mecieron a las imágenes para que el pueblo devoto le diera tiempo de rezar en la calle. Supo a poco, pero el antiguo templo de San Roque estaba ya abierto. El frío en el Prado que está a sus pies se hacía notar, aunque aliviado por la bulla, la primera que inauguraba la Semana Santa de Arahal. Dos marchas victorianas para revirar, «Perdona a tu pueblo» y «Gitano de Sevilla» y poner el paso mirando a su pueblo.

Y, de pronto, la bulla casi quedó aplastada en la pared de enfrente porque el capataz Antonio Bueno y, el segundo, Eduardo Antequera, dieron la orden de avanzar al compás de los acordes de Virgen de la Paz. Ya solo quedaba entrar en el templo, con «Redención» sonando, los costaleros avanzaron de nuevo para mostrar que las fuerzas los acompañaban, deseando mostrar a la gente las ganas que tenían de llevarlo a hombros.

«Bohorqueeeeeee, que te voy a llamar!!!». La última vez que esa voz sonó fue para meterlo en su lugar en la iglesia, donde estará toda la Semana Santa, por si no le dio tiempo a verlo.