Arahal
La música cofrade de una vida, hilo conductor del pregón arahalense
La música cofrade de una vida, hilo conductor del pregón arahalense. El pianista Germán García González habló con lenguaje musical y contó sus recuerdos al son de algunas de las marchas que han marcado su trayectoria personal y profesional.
El pianista llegó al Teatro de Arahal precedido por una vida cofrade marcada por la música y por su familia. Fue acunado con marchas procesionales, y estas melodías fueron las primeras que aprendió a tararear acompañadas por onomatopeyas infantiles del tambor y la trompeta. Germán García González es músico, por eso la música ha conducido su pregón, lo ha exaltado o acompañado, lo ha mecido cuando ha sido preciso. Qué sería de este maestro del piano sin la música. Es su sello personal y así ha quedado claro en este pregón de la música que ha inaugurado la Semana de Pasión en Arahal.
El prólogo del pregón
El Teatro Municipal lleno a rebosar de familias, amigos, cofrades, músicos. Repleto de quienes gustan de palabras en directo sobre un programa ya anunciado. La Banda Municipal de Música en el foro abrió el acto al toque de la marcha Macarena (E. Cebrián).
Germán García González se vio reconocido en cada palabra de su presentadora Fali Lobato Arahal, nombrada pregonera en las mismas tablas. Fue el prólogo de lo que vendría después; prólogo descriptivo de cómo llegamos a la Semana Santa, cómo las calles se transforman, cómo empieza cada año un tiempo nuevo a la vez que repetido, cómo Arahal habla por medio de sus balcones, por el olor de las viviendas a dulce de Cuaresma, a luz renovada sobre albero y palmeras.
Todo para imaginar a un músico de cuna que llegó de su Málaga natal a Arahal con 4 años. Este es su pueblo, el que hizo posible sus juegos infantiles, los primeros pasos en su carrera y, por su puesto, su bautizo en una vida cofrade que sería definitoria. Antes de empezar, convirtió sus palabras en música, la banda estrenó su nueva marcha ‘Pasión en Arahal’. Mientras él en su sillón, con nerviosismo, tocaba mentalmente la melodía, a veces las manos confundían su pierna con el techado del piano.
Melodías encadenadas
La humildad guiaron las primeras palabras del pianista. No es un lenguaje en el que se sienta cómodo, por eso repitió como una letanía «Señor de mi Esperanza, no soy digno de que entres en mi casa…» Era consciente de que llegaba despojado de «una retórica sublime, vacío de una lírica medida y cadenciada» y sólo es hacedor de «melodías encadenadas». Y así empezó el pregón de la música, aquél que ha nombrado al Señor como «director de orquesta del Universo»; en el que las palabras más repetidas fueron instrumento, pentagrama, banda, músicos, partitura, armonía, sonidos, batuta o solistas.
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Son palabras han formado parte del día a día del pregonero. Así desgrana poco a poco sus recuerdos de infancia, mientras un niño tambor sale al escenario con las mismas claves que le dio a él el eterno director Manuel Rodríguez Ruiz: “no podías perder el paso, no podías salirte de la fila, no podías hablar y menos equivocarte».
El público pendiente ya del paso siguiente. No hay mejor conductor que la música para que el Cristo de la Esperanza revire de calle Juan Pérez a San Roque a última hora de la tarde del Viernes Santo, cuando ya los nazarenos del Santo Entierro caminan dirección a San Roque. A estas alturas de la Semana Santa, la marcha ‘Alma de Dios’ ya ha sonado varias veces, los músicos de la Santa María Magdalena se la han tocado seguro al Cristo de la Misericordia.
«¿Dicen que Arahal no tiene himno?», pero es mentira. Lo tiene desde hace más de 50 años, así lo firma el pregonero y fue gracias a su banda, la Madre y Maestra. Mientras pregona, suena de fondo la Santa María Magdalena, que no quiere quitar protagonismo a la Banda Municipal, pero no podía dejar de estar junto al que fuera muchos años su director musical. El pregonero sentencia: «ya suena Arahal«.
La Madrugá a través del visillo
Un pregón que prosigue con citas a la historia bíblica de Jesús de Nazaret, desde la iglesia y el barrio de San Roque. Intercalando el caminar de su familia, principalmente sus abuelos, Manuel y Luisa. Cada uno preparándose para la semana grande.
Historias que dan pie a marcada su vida cofrade, como cuando asistió al nacimiento de una nueva Hermandad, la de la Veracruz; las visitas al Cristo de la Misericordia cada viernes. O la oportunidad desde hace poco de ver el nacimiento de otra hermandad, de momento asociación de fieles, aquella que alberga la iglesia de la Victoria, con dos imágenes que la representan: Jesús de la Salud y Nuestra Señora de la Oliva. También cuenta sobre la esperada llegada de La Madrugá vista a través del visillo de una ventana cuando aún era un niño. Así prosigue con recuerdos, que se descompone a veces en sueños, pero sin dejar de mirar hacia dentro.
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De este modo, con la emoción que pasa del pecho a la garganta, va recorriendo cuatro décadas en su memoria. Describiendo a la Virgen de los Dolores y Estrella de La Madrugá por Madre de Dios, con la música siempre de fondo. O se refiere a la Reina de San Roque, «la vecina más antigua» de este barrio; o la Esperanza, nunca cuatro sílabas y nueve palabras albergaron tanto contenido para el pregonero. Porque sólo este encadenamiento puede llevar a la presentación de su hija, Cecilia, «una morena de ojos grandes», -que diría la presentadora-, que será, está siendo ya, la continuación del camino de la fe en la familia.
Con la palabra Esperanza
Entonces estaba ya preparado para contar cuál es su Dios de Esperanza, otro de los momentos más emocionantes del pregón. Mientras Germán cantaba a su Cristo sonaba de fondo esta marcha, su voz alzada para que no se perdiera ni una palabra de su plegaria: «Dios de Esperanza, perdóname por mis errores. No tengas en cuenta mis distracciones que me han desconcentrado. ¡Cuántas ocasiones te he fallado y cuántas te he abandonado!».
Con esta imagen, al abrigo de la que creció, se vació buscando esa palabra que está en cada tramo de su vida. Reconociendo cómo llena los recuerdos del Viernes Santo, con su abuelo, Manolo Peral, su madre María Luisa, su Virgen de las Angustias. Mientras proclama que quedan rendidos a sus pies, empieza a sonar una marcha de palio entre bambalinas. Prosigue con un pregón que está a punto de llegar a las 9.700 palabras.
Ya sólo queda el final, que de pocos recuerdos cuenta. El final de una Semana Santa que ya termina en Arahal el Domingo de Resurrección, con el Cristo Resucitado que saldrá desde la ermita de San Antonio. Otra oportunidad para el recuerdo de una familia, la suya. Porque aunque este pregón es de las Hermandades de Penitencia, aquí no acaba su historia cofrade. Germán es también paduano.
Fotos: pitagorasfotos
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