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Arahal

La esperanza se instala en Navidad en la Residencia de Mayores de Arahal

La Residencia de Mayores Madre Encarnación de Arahal este año también se viste de Navidad. Aunque pocos podrán verlo. El coronavirus se ha llevado vidas, salud y el esfuerzo infinito de un grupo de profesionales que han peleado con uñas y dientes por sacar adelante a todos y cada uno de los usuarios y usuarias de este centro. Han sido historias que quedarán grabadas a fuego en la memoria de quienes han hecho posible que a día de hoy y desde julio, la enfermedad no tenga lugar en el centro. 

Ríe, ama, sueña, disfruta, ilusiónate, emociónate. Este es el mensaje escrito con papeles de colores en una de las ventanas del interior del centro que en los últimos días han decorado con todo tipo de adornos de Navidad. Porque después de estos nueve meses, el desaliento no se ha instalado en esta residencia gestionada por las Hermanas del Rebaño de María.

La esperanza se instala en Navidad en la Residencia de Mayores de Arahal

Usuarios de la Residencia Madre Encarnación de Arahal

EPIs con bolsas de plástico

Este año no se puede realizar el Belén Viviente. Ni los Reyes Magos y su comitiva podrán visitar la residencia. Tampoco llegarán clases enteras de escolares para traer regalos a los residentes, pero la Navidad sí se celebra. Y para ello, los profesionales del centro, algo menos de una cuarentena, llevan preparando actividades desde noviembre. Lo primero que realizaron fue un vídeo en el que bailaban con parte de los usuarios al compás de la canción de moda, Jerusalema. Esta ha sido una de muchas actividades que han organizado en los últimos meses. Sobre todo desde que a principios de julio consiguieron doblegar la presencia de la covid en la comunidad.

Sobre la experiencia de los últimos nueves meses, a Rocío Martín, psicóloga de la residencia, le cuesta explicar la situación vivida sin emocionarse. “Solamente sabemos por lo que hemos pasado los que los hemos vivido”, empieza a contar. Porque los primeros días, la incertidumbre sobre la pandemia que reinaba en el exterior del centro, dentro se magnificaba al tener que cerrar las instalaciones y luchar contra un virus muy contagioso y mortal sin equipos de protección, organizando el edificio y realizando las primeras actuaciones casi a ciegas sin ni siquiera un protocolo que seguir. Y todo aderezado con la preocupación y el miedo de los familiares que no podían entrar en el centro.

“Hacíamos EPIs con bolsas de plástico, no había suficientes habitaciones para poner a los usuarios de forma individual, intentamos mantener la máxima distancia posible, cambios de guantes cada vez que entrábamos en una habitación, continuas desinfecciones”, explica Rocío Martín. Pero esto eran sólo los cuidados físicos, no hay que olvidar que estos usuarios están acostumbrados a unas rutinas, a visitas de sus familiares, a mantener relaciones entre ellos en las estancias comunes. Todo quedó reducido a la visitas constantes de los profesionales pero entre cuatro paredes.

La esperanza se instala en Navidad en la Residencia de Mayores de Arahal

Los profesionales del centro lo han decorado de Navidad

Los mayores están hechos de otra pasta

Tenían que cuidarlos sin dejar de cuidarse porque resistir era el objetivo con los mínimos daños, tal como decía la canción que un día en pleno confinamiento la Policía Local y Protección Civil les llevó a la misma puerta de la Residencia. Porque después de echar una dura jornada de trabajo, empezaban con otro aislamiento, el exterior. “No salía ni a tirar la basura, la compra me la hacían”, cuenta la psicóloga y, así, el resto de profesionales que atienden el centro que reducían los contactos al mínimo, ya que debían volver y hacerlo se convertía en un peligro para quienes quedaban dentro. 

No sólo han tenido que pelear contra un virus minúsculo sino contra sus consecuencias. Porque para estos usuarios, el aislamiento ha conllevado “cuadros de ansiedad, mucho miedo, muchas dificultades para adaptarse” y para los que eran conscientes de la situación “temor por su familia que estaba fuera”.

Pero el esfuerzo de los trabajadores de la residencia recibía recompensas diarias. Con miradas de agradecimiento, sonrisas en momentos precisos, declaraciones de amor por doquier hacia ellos. Porque una vez más esta generación a la que cuidan en la residencia arahalense “sabía que estábamos haciendo todo lo que podíamos y más, y acabaron comprendiendo la situación”. Por eso para Rocío “al final los mayores están hechos de otra pasta, han vivido muchas situaciones extremas”.

El aliento de la sociedad arahalense

Y también recibían el aliento de la sociedad arahalense a través de las hermandades que “buscaron donde nadie encontraba” mascarillas y equipos de protección en los primeros días. Empresas que regalaron comida para que nada les faltara, particulares realizando mascarillas para los profesionales y mil y una palabras de ánimo encaminadas a que no decayese la fuerza y los corazones que mantenían las instalaciones con la esperanza de que todo pasase pronto. Y también llegaron los soldados de la UME para desinfectar a fondo, verlos aparecer fue como ver ángeles dispuestos a no dejar el “bicho” ni en un solo rincón de la residencia.

La distancia social, las medidas higiénicas extremas, los cuidados y los equipos de aislamiento han sido solo una tregua necesaria en la lucha por la vida de todos los residentes y para los que entraban y salían. Pero no hay mal que cien años dure y, a partir de julio, comenzaron a respirar con mucho cuidado, pero han sido bocanadas de aire fresco gracias a tener la confirmación de que el virus había desaparecido, de momento, según indicaban las continuas pruebas PCR realizadas en el centro. Todo sin dejar de mantener la máxima precaución para que no vuelva a entrar.

En estos meses, una de las máximas preocupaciones era poder trasladar a los familiares lo vivido y los atisbos de esperanza que generaba la situación en el centro día a día. Por eso crearon un grupo privado de Facebook donde están familiares y profesionales del centro, donde cuelgan información, fotografías y hasta vídeos de los mejores momentos.

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Mensajes de ánimo que hay que llevar a rajatabla en la residencia

El calor de las familias

Ahí está colgado el vídeo en el que bailan al compás de Jerusalema. También, las fotografías de las actividades que llevan un mes realizando para dar la bienvenida al invierno. Y, como no, la decoración de patios, habitaciones, comedores con motivos de Navidad. 

Y, a nivel individual, han preparado videollamadas con las familias para que ellos mismos contaran cómo estaban. “Hemos recibido el calor de los familiares porque entendimos desde el primer momento la desconfianza. Y, salvo en los primeros días, en los que estábamos inmersos en el trabajo y no podíamos llamar a todo el mundo, la información no les ha faltado”.

En la actualidad, las visitas son concertadas y solo de las familias. Por eso este reportaje ha sido vía telefónica. Y cuando llegan los familiares entran en una habitación ventilada con una mampara desde el techo hasta el suelo para que no haya posibilidad de contagios. La situación se ha normalizado en la medida de lo posible. Y es que, a esta alturas, cuentan con recursos suficientes, incluso se realizan pruebas semanales. 

Tiempo de Navidad

Ahora es tiempo de regalos en la residencia, de cantar villancicos y disfrutar de pasillos llenos de tiras y bolas de colores. De pararse un momento ante el nacimiento susurrando una plegaria compartida. De reír a carcajadas. Es hora de vivir, que no es poco. Cuando se vuelve del infierno, la cotidianidad es una fiesta. Y la Navidad la mejor manera de celebrarla.

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Periodista. Directora y editora de aionsur.com desde 2012. Corresponsal Campiña y Sierra Sur de ABC y responsable de textos de pitagorasfotos.com

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