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La Diputación de Sevilla subvenciona a la panadería de Paz y Bien en Guatemala

El proyecto de Cooperación Internacional que Paz y Bien lidera en el Corredor Seco de Guatemala no ha cesado su trabajo en tiempos de pandemia. Al contrario, está redoblando sus esfuerzos para dar respuesta a las nuevas necesidades de una población muy vulnerable, afectada de lleno por la crisis sanitaria y económica, y que ha visto agravada su situación en los últimos meses por dos huracanes que han asolado el país.

Para ampliar su programa de ofertas, y con la colaboración económica de la Diputación de Sevilla y del Ayuntamiento de Alcalá, la entidad acaba de inaugurar una panadería. Se trata de un servicio muy necesario para la comunidad y que cumple escrupulosamente con todos los requisitos legales y sanitarios.

Actividad Se trata de un servicio muy necesario para la comunidad

Su actividad, además, no es perjudicial para la naturaleza local, uno de los firmes compromisos de Paz y Bien en la zona: el respeto medioambiental y la sostenibilidad. La panadería, con servicio de repostería, tendrá varias líneas de trabajo: será gestionada por personas en riesgo de exclusión, será un centro formativo y servirá para paliar la desnutrición de la zona, con reparto gratuito para las personas más necesitadas y precio ajustado a coste para el resto de clientes.

“Guatemala está en alerta roja. La covid-19 se ha cebado con los países más pobres, sin recursos sanitarios apenas, con índices insostenibles de desempleo, con muchos menores desnutridos, con familias enteras completamente abandonadas a su suerte. Paz y Bien Delegación Guatemala intenta combatir, aldea a aldea, palmo a palmo, esta pobreza”, declaró para este periódico Fray Rafael Pozo, fundador de la entidad.

Otras acciones

Para intentar responder a las muchísimas demandas a las que obliga la realidad sociosanitaria de la zona, la entidad está diversificando sus iniciativas. Busca soluciones concretas a los muchos y graves problemas de la población chortí. Muy pronto se van a cumplir catorce años de esta iniciativa comunitaria; lo que empezó por un comedor escolar es hoy un conjunto de acciones formativas, sanitarias y asistenciales. Más de doscientas mil personas se han beneficiado de su labor en 2020.

La iniciativa tiene una clara vocación social. El personal de la panadería está formado por mujeres en riesgo de exclusión que son víctimas de violencia de género y de jóvenes con discapacidad, dos colectivos prioritarios para Paz y Bien. Además, se están realizando talleres de panadería y repostería para personas desempleadas. El espacio se ha convertido en una referencia formativa, además de dar sustento a muchas familias necesitadas.

Mucho más que una panadería

“No es una panadería. Es un espacio para la esperanza, una construcción social. Pan amasado por la comunidad, desde la comunidad, para la comunidad. En tiempos de pandemia e incertidumbre, tenemos que aferrarnos a iniciativas tangibles, reales. Ni estudios, ni especulaciones. Cada día salen de nuestros hornos cien kilos de harina convertidos en piezas de pan, que se reparten entre familias que no tienen nada”, concluye Fray Rafael Pozo. Un pequeño milagro en una de las zonas más pobres de Latinoamérica.

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