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Sociedad

La curiosa historia de las monedas que se acuñaban en cinco pueblos de Sevilla

F. Cabanillas/Arahal

Durante la Guerra Civil, cinco pueblos sevillanos tuvieron la potestad de fabricar monedas de distinto valor del bando nacional para suplir las carencias de la fábrica nacional, dinero de curso legal que con el paso del tiempo se ha ido convirtiendo en objeto de deseo para coleccionistas.

Unas monedas que poco a poco se han ido perdiendo, unas veces porque cumplieron su labor de «trueque» y no se conservaron, y otras porque se entregaron a colecciones privadas o se metieron en cajones donde quedaron en el olvido, sin saber que, en algunos casos, hoy día se pagan hasta 500 euros a quien tenga el trío compuesto por la de 50 céntimos y una y dos pesetas.

Unas monedas en torno a las cuales hay mucho de leyenda, sobre todo porque con el paso de los años se han ido fabricando réplicas de las originales, calculando que «de cada moneda original hay cinco reproducciones», como explica Nuria Sanchís, una ingeniera madrileña que encontró, por casualidad, una peseta del Ayuntamiento de Arahal en una caja tras morir su padre, que ahora ha puesto a la venta en internet al precio de 20 euros, aclarando, eso sí, que -la de la foto- es una reproducción de la original.

La de Arahal es una de las monedas que, iniciada la Guerra, fue acuñada por el bando nacional, que tenía centralizada esa función en cinco ayuntamientos de la provincia de Sevilla: Arahal, Cazalla de la Sierra, Lora del Río, Marchena y Puebla de Cazalla, mientras que el bando republicano acuñaba monedas en distintos puntos de España, sobre todo en el norte, para pelear contra la fragmentación monetaria que, igual que la social, vivían las dos españas en esos momentos.

Acabaron en mercadillos

Páginas web como «Catálogo de Monedas» explican sus principales características y su historia, aunque en casos como el de la ingeniera madrileña, ella misma no sabe dónde pudo encontrar su padre la moneda, aunque sospecha de que «la pudo comprar en el rastro o en un mercadillo de la Plaza Mayor, a donde solía acudir», explica.

«Mi padre coleccionaba monedas, tenía muchas de la República, y al fallecer me las he quedado», explica, para detallar que «en internet vi que tenía un valor altísimo, aunque un experto me dijo desde Barcelona que esta en concreta es una reproducción», con lo que se podría tratar de una sencilla moneda de latón que tiene menos valor, pero sigue teniendo importancia para los coleccionistas.

En el caso de ser originales, cada pieza puede tener un valor por separado de 150 euros, con 500 para la serie completa de tres, un precio que los coleccionistas están dispuestos a pagar, siempre que se constate que, efectivamente, fueron acuñadas en la época y por los cinco ayuntamientos autorizados en toda España.

Eso sí, recuerdan los expertos que encontrar monedas como la de dos pesetas es cada vez más difícil, ya que era casi un lujo tenerla en la época, porque los productos en venta tenía valores menores y fraccionados, y terminó fabricándose en menor cantidad que sus «hermanas».

Un problema que se solucionó por Decreto firmado en Burgos el 5 de abril de 1938 para crear la moneda de 25 céntimos, que se fabricó en la Casa de la Moneda de Austria y se distribuyó desde allí.

Curiosamente, en el listado de monedas sevillanas que llegaban a toda España hay un sexto pueblo que acuñó una moneda que no era tal, Marchena, que puso en la época en circulación una moneda de 25 céntimos que, en realidad, eran fichas de una fábrica de gaseosa que se difundieron por la zona y llegaron a ser útiles para realizar determinadas transacciones en la comarca, con un valor equivalente a 50 céntimos.

Periodista. Directora y editora de aionsur.com desde 2012. Corresponsal Campiña y Sierra Sur de ABC y responsable de textos de pitagorasfotos.com

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