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La Cooperativa San Isidro Labrador de Marchena trabaja para implantar un pionero plan de igualdad
La llegada del nuevo Consejo Regulador ha supuesto la incorporación de la cooperativa marchenera al siglo XXI donde la evolución de la sociedad pone en valor el papel de la mujer
La Cooperativa San Isidro Labrador de Marchena trabaja para implantar un pionero plan de igualdad
[arasur]
La Cooperativa Agraria San Isidro Labrador de Marchena realizó recientemente un cuestionario entre su plantilla. La idea era saber qué piensan los trabajadores del grado de igualdad que hay en las instalaciones donde llevan su producción 1.800 agricultores. La encuesta ha sido el punto de partida para poner en marcha un pionero Plan de Igualdad, en el que se apuesta por las personas, sin tener en cuenta su sexo. De hecho, en los currículums no piden que se especifique.
En realidad, todo empezó en 2018, cuando se hace cargo de la cooperativa marchenera un nuevo consejo regulador con Vicente Castro Lebrón al frente. Aunque falta mucho para que la paridad sea un hecho -por ejemplo en ese consejo sólo hay una mujer entre los diez componentes- han comenzado a tomar una serie de medidas para facilitar la presencia de más mujeres en la empresa y mejorar las condiciones de las que ya trabajan.
Buscar a las personas capacitadas
Aún así aseguran que con sólo una mujer de consejera, ya superan el 3 % de representación de la mujer en la media del resto de consejos reguladores. “Una mujer entre diez supone un 10 %”, especifica Castro. Claro está que no se conforman y Mary Perea Guisado, la actual consejera, pelea cada día para no ser la única porque está segura de que la cualificación y el valor hoy en día no “tiene sexo”. Otro ejemplo para la cooperativa de la equiparación es la encargada de la Sección de Créditos, “otra mujer aunque ya estaba antes de entrar el nuevo consejo regulador”.
No obstante, concretan que “no buscamos tanto la paridad sino a personas capacitadas, tengan el sexo que tengan”. Por eso han hecho una importante apuesta por una joven de 23 años que ha sustituido al encargado hasta su jubilación de la cocción de las aceitunas. Esta tarea es una de las más importantes de la cooperativa, supone mucha responsabilidad porque, si no se hace bien, las pérdidas pueden ascender a varios miles de euros en poco tiempo. “Alejandra tiene conocimientos en química y ha demostrado saber lo que está haciendo”, dice de ella Vicente Castro.
Pero no es la única apuesta que han hecho para conseguir que en un futuro, no muy lejano, la cooperativa sea ejemplo de trato igualitario. Entre los trabajadores que hay ya en la oficina, al menos la mitad mujeres, han puesto un horario que sirva para la conciliación familiar. Se rotan entre ellos para que uno trabaje solo por la tarde durante una semana. Mientras el resto trabaja en horario de mañana y tarde.
Sensibilización e igualdad de oportunidades
Vicente Castro concreta que en la cooperativa se trabaja por campañas por lo que el resto de la plantilla funciona de otra manera. Ahora están en plena campaña de verdeo, por lo que la actividad en las instalaciones empieza a las dos de la tarde.
Entre las competencias de la Comisión de Igualdad que han creado, apuntan la aplicación del principio de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres que comienza con la sensibilización de la plantilla. Y, por supuesto, el control y la validación de todas las medidas tomadas.
Las medidas alcanzan también los requisitos para la contratación de nuevo personal. Tienen un acuerdo con la Sociedad de Desarrollo local (SODEMAR) para que envíen perfiles adecuados a los puestos que ofrecen en la cooperativa. “En cada uno de los currículum que envíe no queremos que ponga el sexo, sólo nos fijaremos en la formación”, expone el presidente. Así es como entró a trabajar una de las mujeres que ocupa un puesto en la oficina.
Una cooperativa que funciona como un banco
Y es que la llegada del nuevo Consejo Regulador ha supuesto la incorporación de la cooperativa marchenera al siglo XXI donde la evolución de la sociedad pone en valor el papel de la mujer. Pero, también, la puesta en marcha de una serie de medidas tecnológicas como el nuevo sistema de gestión o la instalación de cajeros automáticos. “La cooperativa funciona como un banco, donde el agricultor deja su dinero y nosotros los gestionamos”, explica Vicente Castro. San Isidro Labrador pertenece DCCOP, cooperativa de segundo grado y, además, envasa su propio producto, aceitunas y aceite bajo la marca CASIL.
Ahora entran en todos los sentidos en una nueva etapa debido al acuerdo firmado con la empresa de Ángel Camacho. La cooperativa será centro aderezador para parte de la producción de dicha empresa. “Lo que quiere el agricultor es que consigamos el mayor precio posible para sus aceitunas y se reduzcan los costes”. Las instalaciones han recibido en esta campaña dos millones de kilos, pero tienen capacidad para cinco millones.
No dejan atrás la parte económica pero saben que la igualdad debe funcionar como uno de sus principales valores.
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