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Sociedad

La condena en vida de una madre coraje por sacar a su hijo del mundo de la droga 

Una vecina de Arahal, Encarna Carmona Jiménez, lleva más de 20 años pasando “penas” por un problema sin solución que le ha arruinado la vida a su familia

La condena en vida de una madre coraje por sacar a su hijo del infame mundo de la droga 

Encarna Carmona Jiménez tiene 75 años y una condena que aguanta sobre su corazón desde hace más de 20 años. Tres hijos, uno de ellos drogodependiente. Durante este tiempo es imposible resumir todo por lo que ha pasado para sacarlo de ese mundo infame que lo ha hecho engañar y robar a su propia familia y en numerosos negocios de Arahal donde viven. Todo este dolor y sufrimiento lo tiene grabado su madre en el cuerpo y, aún así, pelea por cualquier mínima posibilidad de recuperar a su hijo.

Los ojos de Encarna resumen sufrimiento pero también la mirada de toda una madre coraje. Soporta junto a su familia la historia de uno de sus hijos, el más pequeño, 42 años. Consumidor de estupefaciente desde su juventud. Por él ha sido capaz de ir a distintos puntos de venta de droga, incluso a un descampado en medio de una zona peligrosa de Dos Hermanas y todo por entender cómo ayudarlo.

«Nadie me ha dicho hasta ahora qué hacer con él»

“Cuando empecé a sospechar hace años que algo estaba ocurriendo con él, fui a Cáritas de la calle Veracruz para preguntar cómo actuar. Me dijeron que estaba muy entera para tener a un hijo metido en este mundo, pero nadie me ha dicho hasta ahora qué hacer con él”, cuenta Encarna con la voz entrecortada y la emoción reflejada en sus ojos por los recuerdos.

En ello sigue, más de veinte años después, intentando ayudar a su hijo, el que salió de sus entrañas, al que le dio la misma educación que a los otros dos que tiene y muchas más posibilidades para que se diera cuenta de que hay otro mundo que no conoce. Aquel que resume la esperanza de verlo recuperado. “Porque tiene buen fondo, donde quiera que cae lo buscan para ayudar, se le dan muy bien el arreglo de maquinaria y ha estado incluso de encargado de cocina en los centros de rehabilitación que ha entrado”, explica su madre.

Y es que el hijo de Encarna ha pasado por distintos centros de rehabilitación ubicados en Los Palacios, Murcia, Córdoba, Cádiz y Sevilla, además de haber estado varias veces ingresado en la Unidad de Psiquiatría del Hospital de Valme de Sevilla y nada ha servido para su recuperación.

«Quería saber en los ambientes que se movía para entenderlo y poder sacarlo”

Para Encarna Carmona esta lucha es su obsesión, de noche y de día ha estado pendiente de un hijo que perdía con cada dosis que se metía. “Muchas veces ha querido que le deje el coche para ir a comprar droga y la condición era que yo me montaba en él para acompañarlo. A veces me quedaba en el coche y otras en una esquina esperándolo. Quería saber en los ambientes que se movía para entenderlo y poder sacarlo”. 

Por eso sabe cada punto de venta de droga en Arahal y los alrededores, lo ha denunciado a las autoridades policiales y hasta al alcalde de la localidad, Miguel Ángel Márquez, “y no han hecho nada”. “No puedo delatar a nadie para que no le hagan daño a mi hijo, pero todos saben donde están los puntos de venta de droga en este pueblo”, apunta.

Su pelea la lleva a ser la madre coraje que tiene como amigos lo mismo a policías que a jóvenes de este mundo que vive de cerca. Reparte la culpa entre todos, incluidas las familias de los que están enganchados en la droga. “Deberíamos irnos las madres a manifestarnos a las puertas de cada camello que hay en el pueblo, si la policía no echa cuenta, allí estamos nosotras”, esta es una de sus principales reivindicaciones.

Robos y engaños

Ella por sí sola se “señala” las veces que haga falta por una sola razón: “haga lo que haga es mi hijo” y ella lo sufre más que nadie. Un hijo que ha provocado en su familia mucho sufrimiento, dolor y ruina. Les ha robado de todo para vender y buscar la siguiente dosis, varias televisiones, thermomix, herramientas, robot de cocina, partes de maquinaria que tenía la familia dedicada toda su vida a la agricultura, bombonas de aceite de 25 litros para la cosechadora, ordenadores y dinero. “Incluso ha llegado a gastar 800 euros, la paga del mes y la extra en un rato y no he podido hacer nada”, explica la madre.

Y, a veces, para conseguir lo que quería, ha engañado a la familia. Encarna recuerda especialmente aquella vez en la que la convenció para ir al Hospital de Valme porque se encontraba mal. Llegaron a la puerta de Urgencias y le dijo que iba a aparcar y no volvió a por ella. “Me dejó sola, sin posibilidades de volver, tuve que llamar a la Policía de Arahal para que me diera los números de los taxistas”, cuenta. 

Entre todos estos recuerdos hay algunos que la obligan a parar y aguantar emociones acumuladas durante años. “Dos veces se ha escapado del psiquiátrico de Valme, una de ellas el 29 de diciembre. Se vino descalzo y con el pijama fino del hospital hasta la venta de Antequera, imagina cuando me llamaron del centro lo que sentí. Ese día había ido a verlo, y recibí la llamada cuando todavía no había llegado a Arahal”, relata.

La Justicia es «una mierda»

Parte de este recorrido de dolor lo ha hecho junto a los agentes arahalenses. Pero hay uno al que insiste que tiene que darle especialmente las gracias por lo que se ha implicado, el antiguo jefe Antonio Brenes. “Ha llegado una Nochevieja, para que no consumiera, a cargar con él toda la noche. Los hermanos Brenes, también José Carlos, me ha ayudado tanto con él que no sé cómo pagarles”, dice. Por eso, lo defiende a muerte, en las redes sociales y donde haga falta. Y se refiere al expediente que le ha abierto el Ayuntamiento de Arahal del que cree que “no hay derecho que por ayudar a la gente se vea en esta situación”.

El sufrimiento de Encarna Carmona no se comparte sin pasar por él. “Varias veces ha intentado suicidarse, una de ellas quiso cortarse la yugular. Siempre llamo al 061, gracias a ellos está vivo”. Por eso no entiende como la Justicia no da solución a este problema que pagan los que consumen día a día, «a los que manejan mandándolos de noche a repartir para que les den su dosis diarias». “La Justicia es una mierda, no hacen nada, detienen a una persona y al día siguiente está en la calle haciendo más daño.  Los camellos son los que viven bien a costa de la vida de otros. Tiene que endurecerse para estos delitos”. 

El estado de alarma y su confinamiento ha sido otra prueba de fuego para la familia de Encarna. “No había quien lo hiciera quedarse en casa, toda la noche por la calle, la Policía tuvo que quitarle el coche”. Y hay temporadas en las que ha desaparecido una semana o diez día mientras su madre penaba por saber dónde estaba y en qué condiciones. 

Esperanzas

En el fondo de su corazón, Encarna guarda todavía la esperanza de que su hijo se recupere. “Era un buen deportista, ha tenido varias bicicletas, todas las ha acabado vendiendo para la siguiente dosis. Y es muy listo, pero no sé qué les pasa en el cerebro para que haya dejado de ser él y se convierta en lo que ahora es”.

Encarna Carmona Jiménez es una mujer con cierta formación, estuvo, dice, en el colegio Santa Ángel de Sevilla, porque su madre quería que estudiara. Y, aunque no lo hizo, lo que aprendió lo utiliza ahora para dejar mensajes valientes en las redes sociales cada vez que se publica una operación contra el tráfico de drogas. 

Y sigue, ya con un andador porque los huesos los tiene destrozados. Reivindicando, denunciando y con una carga que está grabada en cada arruga de su cuerpo. Cuidando a una hija con síndrome de down, “que también sufre la situación”, y a su marido al que hace varios años le diagnosticaron leucemia. Con la casa desvencijada y a la espera de lo que ocurrirá con su hijo hoy, quizás mañana, metido en un mundo del que es difícil salir. Y apagada, casi no se atreve ni a mirar de frente sus deseos, temiendo lo que seguidamente va a decir: “Si estuviera muerto tendría esa pena, pero verlo así día a día, es una pena viva”.

 

«No hay dinero para pagar que mi hijo me haya visto en el suelo con los grilletes puestos»

Periodista. Directora y editora de aionsur.com desde 2012. Corresponsal Campiña y Sierra Sur de ABC y responsable de textos de pitagorasfotos.com

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