Sociedad
La cocina de Pilar: un guiño a México
Pilar M. Labella, experta en Cocina Sin.
Desde hace muchos años siento devoción por la Virgen de Guadalupe. En México el día 12 de diciembre es especial, sus calles se visten de color y sus casas se llenan de tradiciones.
En casa tenemos nuestra Virgen de Guadalupe a la entrada, regalo de una de las familias hermanas que tenemos en el Estado de Hidalgo, la familia Flores. Una familia entrañable a la que debemos mucho. También tenemos otros adornos de México, llegaron de la mano de otra familia hermana, la familia Martinez, del Estado de Coahuila de Zaragoza.
En México, celebran la aparición de la Virgen de Guadalupe, quien se presentó al indígena Juan Diego. Este hecho hizo que México se evangelizase bajo la religión cristiana. Dicen que el pueblo se identificó con esta aparición porque les recordaba a la diosa Tonantzin, conocida por ser la madre de todo lo que existía, y por tanto parte de la creación del hombre y la mujer y todos los seres vivos.
Por lo cual, la virgen de Guadalupe ha sido el símbolo religioso por excelencia de México. Ella fué la que hizo que todos los mexicanos se unieran, y venían de cualquier rincón y diferentes clases sociales.
Previo a éste día hay un gran evento familiar: el día de muertos.
Es una gran tradición y muy especial en México. Este día consiste en montar altares y ofrendas para recordar a personas que fallecieron pertenecientes a la familia o allegados.
Para los más pequeños de la casa es una jornada llena de símbolos, de relatos y leyendas de otros tiempos pasados.
Para los no tan pequeños es una lucha entre alegría y tristeza, son un pueblo que celebra la muerte con vida.
En los altares que se hacen en las casas, las familias tardan varios días en preparar viandas, centros de flores y algunas cosas más. Pero sea como fuere en ninguno pueden faltar:
Flor de cempasúchil, agua, sal, incienso y pan de muerto.
Aquí está hoy nuestra aportación para esta fecha tan señalada con nuestra receta de hoy. Para una de las tradiciones y que no falte en los altares de ninguna familia “el pan de muerto”. Su forma representa el ciclo de la vida y la muerte, es un pan dulce, tiene en la parte superior un bolita de masa que representa el cráneo y, a su alrededor tiene unas tiras de la masa que representan los huesos. Se barniza con mantequilla y se reboza en azúcar.
Nuestro pan de muertos necesita:
250 gr de almidón de maíz
32 gr de fécula de patata
75 gr de harina de arroz
8 gr de leche en polvo
5 gr de Inulina de Agave
5 gr de Psyllium Husk en polvo
2 huevos m + 1 para pincelar
90 gr de leche
90 gr de agua
60 gr de azúcar
30 gr de mantequilla
5 gr de sal
9 gr de levadura seca panadería
7 gr de goma xantana
10 gr de lecitina de soja
Ralladura de piel de una naranja
50 ml aproximadamente de aceite neutro suave para trabajar la masa
25 gr de mantequilla + 100 gr de azúcar para adornar
Preparación
Primeramente, pesamos y medimos los ingredientes
En el bol de la amasadora ponemos todos los ingredientes húmedos, ralladura de naranja y lecitina de soja, programamos la maquina a baja velocidad y ponemos a remover durante 10 minutos. Reservamos.
Pasado este tiempo añadimos el resto de ingredientes y volvemos a programar la amasadora en baja velocidad durante 8 minutos más.
Mientras preparamos la zona de trabajo, hay que enaceitar ligeramente para que la masa no se nos pegue.
Volcamos la masa en la mesa de trabajo con la ayuda de una espátula o rasqueta. Dividimos la masa en 2, una debe tener el 75 % del total de la masa y otra el 25 %. La explicación es sencilla: tenemos que hacer una bola grande que será la base del pan de muertos, y de la parte más pequeña haremos una bolita para poner en la parte superior y cuatro tiras largas para hacer los huesitos.
Precalentamos el horno a 40*
En una bandeja de horno ponemos una hoja de papel de hornear. Reservamos.
Nos engrasamos ligeramente las manos para trabajar bien la masa.
Cogemos el trozo más grande de masa, amasamos un poco poniendo el cierre del pan en la base, y lo pasamos a la bandeja del horno.
Ahora del trozo más pequeño hacemos cinco partes. Cuatro más grandes que son las tiras que cruzan el bollo y representan los huesos (las tiras redondas que se estiran con los dedos abiertos para hacer la forma del hueso) y una pequeña para la bolita superior que representa el cráneo.
Lo metemos al horno apagado y esperamos que fermente, aproximadamente 30 minutos.
Pasado este tiempo sacamos la bandeja, y precalentamos a 200*.
Mientras batimos un huevo y pincelamos bien toda la superficie.
Cuando haya cogido la temperatura, introducimos la bandeja y bajamos a 175* durante 20 minutos.
Lo sacamos del horno y pasamos a una rejilla. Cuando esté aún caliente lo pincelamos con mantequilla blandita, punto pomada es lo mejor, y lo espolvoreamos con azúcar blanca, debe tener una buena capa. Dejamos enfriar tapado con un paño para que no se reseque y servimos.
Es una merienda deliciosa para disfrutar en familia en unas fechas tan señaladas. No hay que perder las tradiciones, forman parte de nuestras vidas.
Como recomendación para entender este día, hay que ver la película de Coco, ambientada en México y sus tradiciones.
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