Análisis
“La ciudad del amor atacada por el odio”
La joven arahalense Ana Suárez estaba anoche en París cuando ocurrió la tragedia, su novio y padre acudieron al partido entre Francia y Alemania donde estaba el presidente francés
Carmen GONZÁLEZ
Fotos: Ana SUÁREZ, lemonde.fr, Jacques Demarthon APP
Ana Suárez Carmona es una vecina de Arahal que vive en Dijon (Francia). Ayer estaba en París, en un hotel muy cerca de donde han ocurrido los atentados que, hasta el momento, han provocado 120 muertos y más de 300 heridos. Había pasado con su novio, su padre y su madre (también de Arahal, Antonio Suárez y Paqui Carmona) un día de turismo por la ciudad del amor que, en pocos minutos, se convirtió en la ciudad del odio. Este es tu testimonio.
“Estoy bien, el susto ya pasó. Yo vivo en Dijon y habíamos venido a París a pasar el fin de semana con mis padres. Ayer estuvimos todo el día paseándonos y estábamos bien. Todo normal, nada fuera de lo común.
Mi novio le había regalado a mi padre la entrada para ver el partido de Francia/Alemania en el STADE DE FRANCE, estadio de Francia, así que sobre las 7:30 de la tarde nos separamos. Ellos se fueron a ver el partido y nosotras (mi madre y yo) a dar una vuelta. Sobre las 10 de la noche estábamos muy cansadas y decidimos regresar al hotel. Nosotras no vimos nada, todo estaba normal. Pasamos por todas las paradas de metro que minutos después cerrarían. Nuestro hotel está a unos 5 o 10 minutos de donde todo ha pasado.
Llegamos al hotel y puse el móvil a cargar y, en ese momento, escuché muchas sirenas, muchísimas, pero, pensé: “Estamos en París, es normal, vaya insonorización que tiene el hotel”. Pero nada más. Y, justo entonces, mi móvil empezó a sonar. Amigos preocupados preguntando a dónde estábamos, nos advertían no salir del hotel. Y entonces decidí encender la tele y vi todo lo que estaba pasando: un tiroteo en un restaurante tres calles más abajo llamado «Le Carrillon».
Al principio pensé que era un ajuste de cuentas o algo así. Nunca pensé que era un atentado. Sin embargo, pronto me di cuenta de que había algo más. Las noticias empezaron a hablar de un bombardeo fuera del estadio de Francia y ahí empecé a darme cuenta de lo que estaba pasando. No quería contarle nada a mi madre. Solo quería localizar a mi novio y a mi padre pero me fue imposible. El no tenía batería. El miedo empezó a apoderase de mí. Mi móvil no dejaba de sonar, familias, amigos, etc.
Le conté a mi madre lo que pasaba y seguí viendo las noticias. Todas las paradas de metro por las que acabábamos de pasar estaban cerradas. Hubiésemos tardado cinco minutos más y nos habría pillado. Tenía miedo y, de repente, suena el móvil con un número desconocido. Era mi novio, me había llamado con el móvil de alguien que estaba sentado a su lado en el partido. Volvían al hotel. Cogieron el metro, pero tuvieron que dar un gran rodeo porque las paradas de metros iban cerrándolas las unas tras las otras. Al final y gracias a Dios, llegaron sanos y salvo.
Al parecer, según me cuenta mi novio, la primera bomba estalló sobre la 21.15 y ellos la oyeron pero pensaron que eran cohetes. La segunda sonó minutos más tarde. Nadie se movió. El partido continuó. En ese momento, mi novio se dio cuenta de que algo pasaba. Helicópteros empezaron a sobrevolar el estadio y escuchó como la gente que había detrás de ellos hablaban por teléfono de lo sucedido. Para no asustar a mi padre, Yann no le dijo nada.
Los organizadores del partido decidieron continuar, la policía lo tenía todo bajo control fuera. En total fueron 3 bombas. 5 minutos antes de que el partido terminase, decidieron salir y vieron lo que pasaba, gente corriendo por todos lados, policías y ambulancias.
El hecho de continuar el partido ayudó a que no se sembrase el pánico y todo se hizo de la forma más tranquila posible. El presidente francés estaba allí, lo evacuaron en el descanso. Por suerte estamos bien”.
Ana Suárez y su familia están tranquilos en estos momentos. La Policía francesa recomienda no salir del Hotel y desde anoche a las 12 estamos hasta esta tarde han estado encerrados. Desde la ventana del hotel donde se encuentran (de momento mejor no decir cuál es) se puede ver la calle, una panadería y frutería abierta. Dice Ana, que si no supiese nada de lo que ha pasado, “todo parece normal, pero la ciudad del amor ha sido atacada por el odio”. Y las calles de su entorno están tomada por policías y periodistas, tal como muestra la foto que envía la joven arahalense.
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