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Coronavirus

La celebración en los balcones continuará, también en Semana Santa

La celebración en los balcones continuará, también en Semana Santa

La celebración en los balcones continuará, también en Semana Santa

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La crisis sanitaria del coronavirus entra en su fase menos llevadera. Hoy es Viernes de Dolores, en todos los pueblos de la provincia se estarían viviendo los previos a la celebración de la Semana Santa. El olor a empanadillas y roscos fritos inundaría las calles y, por la tarde, el recorrido por las iglesias las llenaría de vida. Además ha amanecido en Sevilla y su provincia una día luminoso por lo que no hay ningún elemento que impidiera a los vecinos y vecinas tirarse a la calle para disfrutarla.

Cualquier descripción de la actividad se uno de estos pueblos se puede trasladar al resto de los municipios sevillano. Hoy Viernes Dolores la mañana estaría centrada en las compras y el reparto de notas; en los colegios estos últimos días habrían sido de montaje de pasos y actividades relacionadas con la celebración religiosa, para quienes quisieran participar.

La ropa de estreno se quedó metida en cajas

Las palmas para el Domingo de Ramos estarían ya preparadas, la ropa de estreno, y las despensas repletas de comidas para que durante la semana no faltase todos los productos típicos de esta época. La tradición marca la necesidad de abrir en estos días Santos las puertas de las casas que forman parte del recorrido de cada paso, es en ellas donde te reciben con un buen surtido de dulces, café y licor para seguir disfrutando de las estaciones de penitencia. Este año, todo se echará de menos.

El confinamiento por la pandemia de Covid-19 ha vuelto el mundo de revés y, después de 21 días encerrados en casa, parte de los vecinos han reaccionado recordando que un día como hoy, con enfermedad o sin ella, no puede pasar desapercibido. De esta manera se han revelado y, aún sin celebración, los balcones han comenzado a decorarse, como debe ser en Viernes de Dolores.

Así las calles de los pueblos empiezan a lucir engalanadas con las telas que los decoran en estas fechas. Las panaderías, negocios esenciales en estado de alarma, venden los productos típicos de estos días y su elaboración sigue llenando las calles, ahora vacías, del dulce olor de empanadillas, leche frita, roscos de azúcar, galletas rellenas, torrijas, pestiños, entre otras delicatessen que las empresas de los pueblos no están dispuestas a dejar que falten en la mesa, incluso en confinamiento.

Economía de subsistencia

Las iniciativas empresariales en esta crisis tampoco se han hecho esperar. Los supermercados, para evitar que la población salga y se exponga, ofrecen reparto a domicilio, incluso las pescaderías, carnicerías o cualquier otro tipo de negocio se han adaptado a la nueva situación. Y, también algunos restaurantes, que ofrecen menú a domicilio para que las familias puedan disfrutar de comer en casa como si estuvieran en un restaurante.

Todos saben que esto es solo economía de subsistencia, que la ropa se ha quedado colgada en las perchas de las tiendas o en cajas que ni siquiera se han llegado a abrir, que los completos no lucirán recién estrenados. Saben que las hermandades las únicas papeletas de sitio que han vendido han sido las dedicadas a la solidaridad, apoyando a una sociedad que las sostiene y confía en ellas. Y que los únicos antifaces que se verán en la calle son aquellos que pretenden proteger a la población de la pandemia. Con ellos están túnicas de penitencia que no se han visto estos días recién planchadas de vuelta de alguna lavandería.

Desde las iglesias estos días han llegado propuestas para realizar directos durante la celebración de cultos con la participación de cura y poco más porque, insisten, la Semana Santa puede celebrarse en cada familia, en la intimidad de una casa. Pero para estos pueblos del sur el contacto es necesidad, la bulla es lugar de culto y, el rezo en comunidad, razón de ser de los pueblos.

Por eso en estos días se comparten en las redes vídeos o fotos de otros años para recordar momentos concretos de las estaciones de penitencia, recuerdos añorados que hacen más llevadera la espera. Porque la cuenta atrás tiene más que nunca un sentido sagrado. Cuenta atrás para salir a la calle, cuenta atrás para pasear por los parques, para ir a la compra sin miedo, para que el lunes no sea igual al viernes y mucho menos al domingo. Cuenta atrás para vivir con la libertad a la que esta sociedad está acostumbrada, para celebrar, comprar, correr o andar, trabajar, estudiar, reunirte con amigos, pasear o para quedarte en casa pero sin obligación de hacerlo.

Celebraciones en los balcones

Por eso, si las celebraciones en estos días de confinamiento se han trasladado a los balcones, los vecinos consideran que ahí tiene que notarse también que están en la semana más importante del año. Dentro de las casas, desde hace días ya, se quema incienso y de fondo suena las marchas procesionales. Y más de un músico de cualquiera de las bandas que hay en los pueblos ha interpretado marchas procesionales para los vecinos, cuál ensayo de confinamiento, poniéndose de acuerdo con los amigos que viven en el mismo barrio.

No, no es lo mismo, no es ni parecido, pero es, sin duda, una manera de paliar la añoranza de una celebración cultural tan arraigada que, cuando llega esta fecha, todo lo llena. Por eso, es tan difícil completar estos días, solo se hacen más llevaderos.

 

Una tarde de primavera inesperada fue el milagro del Domingo de Ramos

Periodista. Directora y editora de aionsur.com desde 2012. Corresponsal Campiña y Sierra Sur de ABC y responsable de textos de pitagorasfotos.com

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