Semana Santa
Kilómetros y kilómetros para estar a su lado
Fe, ilusión, admiración, ilusión, devoción, creencia… Todo ello provoca que varios arahalenses recorran kilómetros de viaje para regresar a su tierra natal con el pensamiento de sentir sobre su cuello esa sensación que solo ellos pueden explicar cuando conectan su costal con aquella trabajadera que les originará durante varios días moratones, inflamaciones y dolores cervicales. Pero eso no importa. El dolor y la distancia no son para ellos obstáculos algunos. Quieren volver a sentir esa pasión que les hace pisar por unos días la tierra que los vio nacer.
Eso en algunos casos, porque también los hay, que por circunstancias personales llegaron a Arahal y tras su encuentro con la localidad, quedaron enamorado de ella y, en concreto, de su Semana Santa. Es el caso de Vu Thanh Liem, un suizo de origen vietnamita que desde hace cuatro años viene desde el país helvético para sacar al Cristo del Amor y la Virgen de la Piedad de la Hermandad de la Veracruz o de Isaac Martínez, un catalán que lleva 5 años como costalero de la Virgen de los Dolores de la Hermandad de la Misericordia.
Alejandro SOLANO
En avión, coche, tren o como sea. Cualquier medio de transporte vale para estar en las salidas procesionales de sus respectivas Hermandades. Por eso, numerosos cofrades arahalenses recorren estos días cientos de kilómetros para acompañar a sus titulares. No importa el cansancio, el dinero o las horas de camino. Da igual la distancia. Lo mismo da que sean 12.000 kilómetros para regresar de Qatar como Manolo Jiménez (recién aterrizado en Arahal) que 1.000 para volver de Cataluña. La ilusión y la pasión merecen la pena.
Una experiencia que ya ha podido volver a vivir Vu Thanh Liem, un cofrade suizo y de origen vietnamita que no puede dejar de pisar suelo arahalense desde que hace 4 años conociera su Semana Santa.
Está casado con una barcelonesa y gracias a ella y a su suegra llegó a Arahal. Ambas, según nos cuenta Liem, (Thanh es el apellido y Vu el nombre de la familia) fueron las encargadas de pintar el retablo de la Hermandad a la que pertenece: la Veracruz.
Desde aquel momento, Liem, farmacéutico de profesión, viaja hasta Arahal prendado de su Semana Santa y del Cristo del Amor y La Virgen de la Piedad, titulares de su Hermandad: “me gusta el silencio de la Cofradía y la historia de su Hermandad”, comenta Liem.
Son cuatro años los que Liem lleva formando parte de esta cuadrilla, pero por sus palabras y por la vivienda que ya posee en Arahal, tiene pinta de que serán muchos más.
Sin cruzar la frontera pero desde casi 1.000 kilómetros, llegan Rafael García García e Isaac Martínez Guirado, dos costaleros barceloneses de la Hermandad de la Misericordia que cruzan el país para que Arahal pueda disfrutar de la Virgen de los Dolores en sus hombros cada Jueves Santo.
Rafael, de 33 años y propietario de un taller de chapa y pintura, baja al pueblo de sus familiares y vivir lo que define como “una experiencia única”. Empezó como costalero de la Hermandad de la Misericordia y de la Esperanza hace siete años, aunque por circunstancias familiares tuvo que dejar esta última. Hijo de emigrantes andaluces en Cataluña, ha vivido fuera de Arahal toda su vida, pero sus visitas vacacionales al municipio han hecho que Rafa sienta esa devoción por la Semana Santa, en la que tuvo mucha culpa su abuela.
Aún sigue teniendo familia en la localidad y, por eso, baja algunas veces. Y entre estas visitas, una de ellas siempre se produce en estas fechas para volver a acompañar a la Hermandad del Santo Cristo.
Y no solo Rafa viaja desde tierras barcelonesas. Junto a él, también llega Isaac Martínez Guirado, un monitor de gimnasia que pisó Arahal por primera vez un lustro atrás. Pero que desde entonces, ya no falta a su cita con la Virgen de los Dolores: “Yo jamás había bajado a Arahal, ni siquiera había veraneado en Andalucía. Pero desde hace 5 años no faltó para sacar el palio de la Misericordia”.
Lo hace gracias a Rafa. Ambos se conocieron una década atrás en Manresa, donde Isaac es costalero de la Hermandad de la Macarena desde hace trece años. Su padre ahora es contraguía de la misma Cofradía pero antes fue costalero. Por eso, él también quiso seguir los pasos de su progenitor y, nada más cumplir la edad mínima (18), se enfundó el costal para ser partícipe de esa pasión familiar. Una pasión que le hace llegar hasta Arahal, sacar a la calle la Hermandad de la Misericordia y coger un vuelo a las 6 de la madrugada para regresar a casa y hacer lo propio con la Hermandad de Manresa al día siguiente. Toda una travesía guiada por su ilusión: “Esto hay que vivirlo. Rafa me propuso venir y desde entonces lo hago para disfrutar con una cuadrilla de costaleros que nos tratan genial y de una Semana Santa que nada tiene que ver con la de nuestra tierra. Estar aquí es un privilegio”, afirma Isaac.
Tampoco quería perderse su estación de penitencia José Galán Cardenete, un arahalense que lleva un año en Ezcaray (Rioja) por motivos laborales. Tras más de 20 años bajos bajo el cristo yacente de la Hermandad del Santo Entierro y de la “Borriquita”, José no quería experimentar esa sensación de perderse sus días grandes después de tanto tiempo. Por eso, ha cogido su coche y ha vuelto a Arahal para ser testigo y protagonista de la Semana Grande, una fecha que siempre tiene en mente desde la lejanía: “Se echa de menos. Desde que acaba el carnaval y empiezan más intensamente los preparativos, voy siguiéndolo todo por internet y hablando con compañeros para estar al tanto”, declara José.
Y como a él le ocurre a Manolo Nieto, otro costalero de la Hermandad de San Roque que viaja cada año y ya van unos cuántos para sentir sobre su cuello el peso de la devoción.
Ellos son solo algunos ejemplos de los muchos fieles que vuelven a Arahal para vivir su Semana Grande, ya sea bajo un paso o para realizar estación de penitencia con un cirio en sus manos. Hermanos de la Esperanza, Jesús, Misericordia, Veracruz, Santo Entierro…viajan desde Mallorca, Madrid, Sevilla y otras partes de España e incluso desde fuera del país. Como por ejemplo, el caso de Adrián Segura, un joven arahalense de 14 años que junto a sus padres viene cada Semana Santa para acompañar a su Hermandad de la Esperanza. Todo ello por un mismo sentimiento. Todo por una pasión. Y todo por y para estar también a su lado.
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