Paradas
Ignacio Escobar: El tiempo entre costuras
Al bordador paradense Ignacio Escobar, de 79 años, se le ha pasado, literalmente, el tiempo entre costuras. Después de 40 años bordando para las hermandades en su taller de Sevilla, ahora, ya jubilado, sigue bordando por amor a su oficio. Mantiene con dificultades, en la Escuela de las Artes de Marchena, -edificio de La Milagrosa- el único taller de bordado que existe en nuestra comarca, y uno de los pocos de la provincia. Espera con ilusión nuevas generaciones a las que entregar su herencia. Su maestría con las agujas.
José A. SUÁREZ. Marchena
Ignacio Escobar es un paredense que eligió dedicar su vida a la artesanía. A la sombra del compás del sevillano convento de Santa Inés -C. Hiniesta, barrio de San Marcos- y con apenas 20 años de edad aprendió el arte del hilo y la aguja, con las monjas filipenses. Aunque en este como en otros artes relacionados con la Semana Santa «nunca se termina de aprender» según él mismo reconoce.
Montó su propio taller junto al compás del monasterio de Santa Paula, siendo abadesa Cristina de Arteaga, hermana del Duque del Infantado. Reconoce que cualquier trabajo artesano sale mejor en familia, porque se le pone más cariño. De este taller salieron algunas piezas notables para Sevilla, como las antiguas bambalinas de la Virgen de la Sed de Nervión, hecha en malla, con piezas de cuatro trajes de toreros, según diseño de Dubé de Luque.
40 años después, se jubiló, cerró su taller y ahora vive en la Residencia de Ancianos de Marchena. Justo al lado, en la Escuela de las Artes, -Edificio municipal de la Milagrosa-, ha instalado un taller de bordado, para enseñar a jóvenes marcheneros, que pretende poner al servicio de las hermandades locales, con un gran legado histórico, pero también, muy necesitadas de trabajos de restauración de arte y de bordados antiguos. Ignacio Escobar quiere rematar su vida, transmitiendo el legado una tradición aprendida a golpe de trabajo y constancia, a las nuevas generaciones.
Un taller de bordado. ¿Coser y cantar?.
Montar un taller de bordado para hermandades en la muy cofrade Marchena, debe ser coser y cantar, pueden pensar muchos. Nada más lejos de la realidad. La de la Escuela de las Artes es su cuarta ubicación, -en pocos meses ha pasado por las parroquias de San Miguel y San Juan, -Capilla de San Lorenzo- que tuvo que abandonar ante las peticiones de los párrocos, que necesitaban espacio para catequesis. El taller también estuvo ubicado en el local de ensayo de la Banda de la Palma, de la Borriquita.
También trató de vincular su taller con alguna hermandad, sin éxito. Inicialmente quince personas, se apuntaron a su taller, para aprender. De ellos hoy solo quedan tres alumnos, a pesar de que es uno de los pocos talleres de bordado que existe en la campiña sevillana, junto a los dos de Ecija. Pese a que generaciones se han ganado la vida con el bordado, de momento su taller no está muy concurrido. «Hoy día este trabajo no lo quiere nadie» afirma. Se necesita mucha constancia, paciencia y 10 horas al día de media. No obstante cualquiera que desee aprender este oficio artesano, puede dirigirse a su taller en el Edificio La Milagrosa, calle homónima, en Marchena.
Sin embargo tras dos años de trabajo y sinsabores el próximo Domingo de Ramos saldrá por las calles de Marchena su primer trabajo. Una saya para la Virgen de la Palma, que les ha costado dos años, no a tiempo completo. Ahora están bordando broches para los faldones del Señor de la Paz y de la Virgen del Pilar y esperan un nuevo encargo que aún no está cerrado.
Obras maestras del bordado en peligro
En Marchena sería muy útil un taller de bordado, que gestionado por y para hermandades supondría un gran ahorro en restauraciones en opinión de Ignacio Escobar. Obras de arte fundamentales para los cofrades, como el dosel del Cristo de San Pedro, o la túnica de Jesús Nazareno, ambas del siglo XIX, necesitan urgentemente una restauración, según este experto.
El dosel, al estilo de las hermanas Antúnez, aún procesiona, pero se encuentra muy deteriorado, confirma Escobar. Si se deja demasiado puede resultar casi irrecuperable. La túnica de Esparragosa del nazareno ya no procesiona, porque la hermandad tiene otra, también histórica, -que usa en años alternos junto a otra lisa- pero no deja de ser una obra de arte del siglo XIX. Las piezas de las Hermanas Antúnez, -como la Saya y Mantolín de San Juan y manto de la Virgen de las Angustias- y todas las clásicas, son las favoritas de Escobar.
Otras joyas del bordado se perdieron para siempre en Marchena, como el manto que procesionaba la Virgen de Las Lágrimas a principios de siglo, también con la impronta de las Hermanas Antúnez, que la hermandad ya no conserva.
Pero su mayor sueño sería poder terminar el palio de la Virgen de la Palma, proyecto iniciado en los años 80 por su amiga la célebre Esperanza Elena Caro, y del que sólo se conserva la bambalina trasera, el resto son piezas de recortes.
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