Deportes
Gustavo Saucedo, de joven portero a estar entre los grandes del vóley nacional
El próximo 5 de enero cumplirá 38 años. Un lustro hace ya desde que dejó las canchas de voleibol, deporte que le ha marcado toda su vida deportiva y personal. A pesar de comenzar a hacer puntos más tarde que sus hermanos y compañeros y de practicar fútbol en sus inicios, Gustavo Saucedo García pronto haría las maletas camino a Palencia para formarse en un Centro deportivo de la Selección y arrancar, dos años después, su exitosa carrera en la élite del voleibol durante 15 años. Hasta que las lesiones y las circunstancias económicas por las que atraviesa esta disciplina le llevaron a una retirada temprana y a dedicarse a otros menesteres bien distintos. Aprovechando su estancia navideña en su tierra natal, el ex jugador internacional nos cuenta qué tal le va su vida en Cataluña.
A. SOLANO / AI
Fino, espigado, sin un kilo de más y con la sensación de no haber pasado los años por él tras un lustro de inactividad al máximo nivel. Ese es el aspecto que presenta Gustavo en su habitual visita a familiares y amigos en Navidades. Como hace cada año, ha vuelto a bajar a su pueblo para disfrutar y estar al lado de los suyos en unas fechas tan señaladas después de pasar mucho tiempo fuera de Arahal.
Esta es una constante en su vida desde que con apenas 18 años llegara a la máxima categoría del voleibol nacional al firmar con el San Pedro y San Pablo de Tarragona (SPiSP). Allí llegó siendo un joven con ganas de hacer puntos con su potente ataque y de triunfar en una disciplina en la que empezó principalmente por mediación de su hermano Antonio Manuel, también jugador del CV Arahal.
“De pequeño, yo jugaba al fútbol. Rogelio Carmona me decía que iba para portero, pero empecé a practicar poco a poco voleibol con unos 12-13 años, una edad que a Rafael López ya le parecía tarde para iniciarme. Además, por entonces, era torpón (se ríe)”.
Inicios
Sin embargo, pronto iría destacando en infantiles y cadetes, categoría con la que ya era convocado con los seniors, aunque no llegó a enfundarse la elástica blanquiazul mucho tiempo con los mayores porque siendo juvenil tomaría rumbo hacia la ciudad palentina.
“Tengo muy buenos recuerdos de la etapa en el CV Arahal. Éramos un grupo de amigos que dejé para irme fuera. En aquellos años, la Selección tenía un centro para sacar jugadores de cantera de cara a los Pre-Europeos. Era como una especie de beca de dos años y la verdad es que al principio fue duro, especialmente la primera temporada. Eran 4 horas de entrenamiento y yo tuve que trabajar mucho porque físicamente era de los peores allí. También, por las tardes, compaginaba el deporte con los estudios teniendo que coger un bus a Valladolid para cursar un FP de Electricidad”.
Así hasta que terminada su estancia Palencia, tuvo que tomar una decisión que le marcaría su vida para siempre: Regresar a Arahal o tomar rumbo a Tarragona.
Una decisión fundamental en su vida
En ese momento, el conjunto arahalense había descendido a Segunda y Gustavo pertenecía aún a la entidad de El Ruedo. Pero su calidad y su nivel despertaron el interés de equipos como el San Pedro y San Pablo tarraconense. “Era venir a jugar a Segunda con el Arahal o dar el salto a la máxima categoría. Surgió esa posibilidad y me fui a Cataluña tras hacerse el fichaje con el Arahal. Recuerdo que costaba 3 millones de pesetas y, finalmente, con el descenso se quedó en unas 300.000 el precio de mi traspaso”.
Ya en Tarragona, pronto cogería galones en el equipo. Su juventud no le impidió llevar el peso del conjunto catalán, con el que llegó a jugar competición europea y ganó un Cpto. de España en juvenil. Cinco años duró su primera aventura en este club antes de emprender rumbo a Francia, pero aquello solo sería un hasta luego.
La ciudad, la entidad y una futura mujer harían que Tarragona, donde es una leyenda en el mundo del voley, quedase marcada en su vida. Además, con su juego allí le llegó la llamada de la Selección con solo 23 años. “Me convocaron para sustituir a Rafa Pascual en un Pre-Europeo de Alemania. En principio, solo iba para un mes porque él no podía ir. Yo tuve que elegir porque también me habían llamado de la Selección junior de voley playa. Decidí y tuve suerte porque al final ya me quedé para más tiempo con la absoluta jugando al lado de Rafa”.
Gustavo había alcanzado uno de sus objetivos. Estaba “eufórico”. Como él dice, llegó “de rebote” a la Roja y se quedó años para jugar Ligas Mundiales, Juegos Mediterráneos y Campeonato del Mundo, hasta acumular más de 160 internacionalidades desde que debutase ante Alemania en su Pre-Europeo.
Dos arahalenses entre los mejores del país
En la Selección, además, coincidió con otro paisano surgido de esa generación de oro del voley arahalense: Israel Rodríguez. La diferencia de edad entre uno y otro y el comienzo de las lesiones por parte de Saucedo hicieron que la convivencia en el combinado nacional no fuera mayor, aunque sí pudieron llegar a jugar partidos oficiales juntos. “Me sentía muy orgulloso. Dos chavales de Arahal, que habían empezado en El Ruedo, jugando con la selección al lado de nuestros referentes como Rafa Pascual”.
Su progresión deportiva lo llevó a Niza, donde completa una exitosa etapa personal y deportiva de tres años. Supera las dificultades de idioma, cambio de vida, de liga… y se proclama tres veces “mejor atacante del torneo” y 4º mejor sacador de la liga.
Traspaso importante: de 300.000 pesetas a 20.000€ por varios partidos
Esos logros no pasarían desapercibidos para los mejores conjuntos europeos. Por ello, Son Amar de Palma de Mallorca hace una fuerte inversión para ganar el título de liga y ficha a Saucedo en una operación que se cerró en torno a los 20.000 euros, una cantidad importante teniendo en cuenta además que el arahalense solo iba para jugar los play off de Liga. Su contratación suponía una gran dosis de optimismo en el club balear, ya que afirmaban que “Gustavo era la pieza perfecta que completaba el equipo para ganar la Liga”. Sin embargo, el equipo pasó de primera ronda pero en semifinales cayó eliminado ante Almería”.
Una espinita
Para Gustavo, su carrera deportiva después de 15 años en la élite le deja una espinita clavada: no haber podido levantar ningún título. “Tuve dos ocasiones de hacerlo. En Baleares y con la Selección en el Campeonato Europeo, pero en la primera, a pesar de tener equipo para ganar, no pasamos de semis y en la segunda me encontraba lesionado”.
Segunda etapa en Francia
El arahalense iniciaba otro proyecto en el país galo, ahora en Beauvais, donde empezó más intensamente su calvario con las lesiones, la de hombro y especialmente la del codo. Se operó en París nada más llegar y jugó a buen nivel de nuevo hasta que volvió a ser intervenido.
“Lo peor del deporte son las lesiones”, afirma Gustavo. “Si volviera ahora habría una cosa que cambiaría: no forzar tanto hasta desgastar el cuerpo. Hablando mal, puede decirse que he sido muy burro en ese aspecto. He jugado con infiltraciones mis 7 últimos años de carrera y no he parado cuando lo necesitaba. No pensaba en las consecuencias de todo ello. Aún así, también he aprendido mucho de esas situaciones”.
Sus ganas de jugar, de seguir demostrando su valía le hacían entrenar y jugar sin descanso. Así, a pesar de sus nuevas operaciones, regresó otra vez a su equipo, el SPiSP de Tarragona con el que conseguiría dos terceros puestos en Superliga, siendo muy importante su aportación a pesar de los problemas de lesión. Iniciaba otra etapa de cinco años en una ciudad en la que ya tenía decidido instalarse para formar familia. Aunque en el primer año de esta segunda etapa, emprendió camino a Grecia para jugar unos play off.
Casi llega tarde a su boda por el voleibol
Como le ocurrió con Baleares, Gustavo se marcha a Grecia para jugar los play off de Liga. Eso significaba pabellones llenos, bengalas y una gran pasión. Él pone fecha de regreso, pero el equipo empieza a pasar eliminatorias, hasta tal punto de poner en peligro la asistencia a su propia boda. Finalmente, caen antes de tiempo y vuelve a España una semana antes del enlace matrimonial.
Capitán también del Barça
Tras afrontar su segunda etapa en Tarragona, Saucedo firma por el conjunto blaugrana, que completa una magnífica temporada en la que se clasifican para Europa.
Además, después de un largo periodo sin vestir la Roja, Saucedo vuelve a la Selección aunque marcado por sus problemas de lesión.
Sin embargo, Saucedo se encaminaba a seguir en las filas del conjunto barcelonés pero este sufre una serie de reestructuraciones y el equipo pierde su plaza en la Superliga, bajando varías categorías. Entonces, tiene la posibilidad de volver al SPiSP pero también sufre problemas económicas y no mantiene el equipo en la máxima categoría.
Recibe algunas ofertas españolas que no concretaron y del extranjero, pero a Gustavo, ya muy mermado por su maltrecho codo y con una familia formada, no se le pasa por la mente irse lejos a jugar: “Simplemente era retrasar lo evidente”. Así, con 33 años, tuvo que dejar el deporte de élite. Muy pronto para la calidad y el nivel que poseía. “Ojalá hubiese podido seguir jugando, pero no tuve más remedio que dejarlo”.
Empieza una nueva vida
Gustavo no llegó a terminar sus estudios en FP de Electricidad, pero sí concluiría años más tarde el Ciclo Superior de Química. Ya retirado y con toda una vida por delante, el arahalense ha tenido que “reiventarse” para empezar a vivir otra realidad bien distinta. Ahora ejerce en un laboratorio en Tarragona, donde vive con su mujer y sus dos hijos.
El cambio ha sido notable. Ya no hay concentraciones, duros entrenamientos, viajes, autógrafos ni fotos de fans. Aunque él es feliz. “Cuando te retiras, te olvidan rápidamente. Incluso te llegas a ver abandonado”.
Además, el voley tampoco permite una gran solvencia económica a sus jugadores una vez que cuelgan las zapatillas, como pudiera ocurrir en otros deportes: “Yo he tenido buenos contratos, pero cuando lo dejas tienes que buscarte otra cosa para seguir adelante”.
Él se decantó por la química, aunque estuvo de entrenador de juveniles durante dos años. “Lo tuve que dejar. Trabajo a turnos y no podía compaginarlo. Además, yo soy de jugar, no de entrenar a un equipo”.
Entre otras cosas, porque asegura “pasarlo mal en los pabellones”.” Me siento incómodo cuando voy a los partidos. Entran ganas de jugar y sería una imprudencia total por mis lesiones. Por eso, prefiero no ir”.
Aún así, tiene claro que, pese a los problemas físicos acarreados y los inconvenientes propios del deporte de élite, volvería a ser jugador de voleibol. Son muchas las personas conocidas y las experiencias vividas a través del deporte las que hacen que volviera a cambiar su posición bajo los palos de una portería de fútbol para subir a rematar a una red de voley.
Sin dudas, una sabia decisión que ya tomó hace años que le llevó a convertirse en uno de los grandes jugadores de nuestro deporte local y nacional.
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