Cultura

Fuenteovejuna, nueva oportunidad de liberación para las mujeres de El Vacie

Es la segunda obra que interpretan preparadas por el centro de investigación teatral TNT de Sevilla

C.GONZÁLEZ

Arahal (Sevilla)

Estaban encantadas de ‘ponerse guapa’ en los vestuarios del Teatro Municipal de Arahal. Llegan para interpretar una obra del Siglo de Oro Español, Fuenteovejuna (Madrid, 1618), sin apenas nervios. Una obra preparada por el equipo del centro de investigación teatral TNT de Sevilla, la segunda. Dentro de un proyecto novedoso que comenzó en 2010, con otra obra ‘La Casa de Bernarda Alba’ con la que obtuvieron un éxito inesperado, recorriendo muchas ciudades de España y del resto de Europa.

Plancha en mano, alisándose una larga melena de color negro, Rocío Rivas Flores cuenta que es la benjamina del grupo, 19 años. Entró para sustituir a una compañera que está de luto y pendiente de una operación. Y encantada de hacerlo, ‘porque con ellas me lo paso mejor’. Antes había participado en ‘Sueño de una noche de verano’ de William Shakespeare (1595) con compañeros más jóvenes.

Lole y Ana, en los vestuarios del Teatro Municipal.

Ahora es la hija del alcalde en la obra, ‘Laurencia, a la que violan’, y razón por la que el pueblo cordobés de Fuente Ovejuna se alza contra la opresión y el atropello. Nada sabía Lope de Vega de que estas mujeres fuesen capaz de adaptarse a un guión, realizado por Antonio Álamo, en el que hay parte de la obra y parte de la vida misma de estas mujeres. ‘Se reunió con nosotras y nos preguntó qué haríamos si violaran a nuestra hija, y cada una dijo una cosa, que le cortaría lo que tiene de hombre, y él (Antonio) iba apuntando’, dice Lole del Campo Díaz, el alcalde en la obra.

Lole es una de las más nerviosas del grupo de 7 mujeres, aunque en la obra en total son ocho si contamos a la actriz profesional Beatriz Ortega (también participa Joaquín Galán). Mujer menuda, madre de 5 hijos, el más pequeño tiene un año y seis meses. ‘Al principio de hacer teatro (con la primera obra) la familia lo llevaba regular, porque teníamos casi todas niños pequeños, ahora ya no’, cuenta.

De hecho, esta segunda obra, que han montado en poco más de dos meses, les vuelve a dar la oportunidad de tener días para ella solas. ‘El día que tenemos teatro, decimos, este día es para mi, nos podemos arreglar, peinar, ponernos guapa, en la casa, ya sabes, los niños, la lavadora, la comida…’ Para Lole el teatro no ha sido sólo diversión sino revelación, porque los hombres, sus maridos, ahora cuando salimos a trabajar, se ocupan de la casa y preparan a los niños para el colegio’.

A veces la obra las obliga a faltar varios días del poblado para vivir experiencias imposibles antes de que comenzara este proyecto de integración en forma de talleres de la mano de los responsables del centro de investigación teatral TNT de Sevilla, entre ellos su director, Ricardo Iniesta. Un poblado al que era peligroso ir hasta de día, pero donde la esperanza se hizo visible cuando en este centro comprobaron que cada vez más vecinos participaban en los talleres.

Estas mujeres por primera vez se han quedado en hoteles, han viajado en aviones, han podido pasear por las calles de grandes ciudades como Madrid, ‘toda llena de luces’. Se han sentido libres, siendo lo que son, con su idiosincrasia, su forma de hablar y de vestir. Y después de salir en tantos medios de comunicación acabaron siendo visibles, teniendo voz en una sociedad cada vez más digital y menos humana. ‘Lo primero que pasó es que nos dejaron entrar en los Continentes y en los chinos, por ser gitanas no podíamos entrar’, dicen Lole.

Pero pase lo que pase, como diría la canción, que ‘me quiten lo bailao’. Porque cada vez que salen del poblado chabolista de El Vacie, se siente guapas y únicas y encuentran un rato para ellas solas, para divertirse, para crecer como mujeres. Y para bromear, bailar y cantar. En Madrid lo hicieron por las calles y la gente las seguía. ‘Hasta que me paré en medio de una carretera y puse en el suelo una camisa, cada vez llegaba más gente, y entonces les dije, si queréis que cuente un chiste me tenéis que dejar una limosnita’.

Es una de las anécdotas que recuerdan de esta experiencia, pero hay muchas. Porque han descubierto un mundo que estaba vedado para ellas, pisando tablas de teatros de toda España y de fuera. Uno de los últimos teatro visitados ha sido en Oporto (Portugal) donde han subtitulado la obra. Y en todas partes las acogen muy bien, ‘estamos muy contentas’.

En esta obra hay de todo porque no es sólo un pueblo que se levanta en armas contra el tirano, es la representación, siempre de actualidad, de la sociedad oprimida contra el opresor, si bien lo hacen cuando la joven violada pertenece a la nobleza. Estas 7 mujeres, que adoran a la directora arahalense Pepa Gamboa ‘porque es muy buena con nosotras’, quieren seguir haciendo teatro porque les sirve para vivir más allá de su habitual día a día, complicado por el simple hecho de haber nacido en un lugar sin posibilidades. ‘Hemos salido adelante gracias al teatro’, dice Lole.

Una de las más mayores es Ana. 53 años, aunque aparenta más. En su rostro vestigios de la mujer guapa que fue, que aún es. No sabe leer ni escribir por lo que dice que le ha costado mucho aprender los textos, en parte en verso, pero aún así no está nerviosa. Permanece sentada junto al espejo, esperando su turno para maquillarse. Dice que le encanta hacer teatro porque puede ponerse guapa, ‘en casa no puedo maquillarme porque, si lo hago, la gente murmuraría, pero mi marido es muy bueno, ni me riñe ni me pega y, cuando tengo que salir para hacer teatro, me dice venga vete’.

Ya están preparadas. Y el escenario también. Recuerda a un mercadillo o a los restos de una tragedia, quién sabe. Las mujeres de El Vacie están acostumbradas a pelear cada día, desde que nacen, pero no a rebelarse. Por eso Fuenteovejuna es su obra.