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Opinión

Eleuterio Puigdemont

Sevilla

Acostumbrados a los clásicos bufones de las cortes medievales, no es sorprendente la pantomima o tragicomedia, según el matiz que se quiera dar, de don Eleuterio Puigdemont (personaje ficticio e irreal donde los haya). Para solaz y holganza de todos los vasallos relataremos los hechos de semejante bufón, afamado y aclamado en sus hazañas, venturas y desventuras, por sus iguales y menores:

Dicen que hubo un mocito

de flequillo recortado

de rostro no muy bonito

y por la plebe aclamado.

Tan simple que era el plebeyo

pensó estar por encima

de reyes, sabios, leguleyos

y gentes de igual estima.

Seguiremos en prosa por no cansar a vuesas mercedes.

Bueno pues al zagalejo en cuestión, lo pusieron de mandamás de una “nación” inventada, por que pudiera dictar la independencia deseada por un grupo más o menos numeroso. Lo hizo contra viento y marea, y todo se fue tornando en contra suya, hasta el extremo de ser promulgado proscrito por la ley. Ante el panorama de convertirse en inquilino de mazmorras y calabozos malolientes, llenos de humedades y visitados por temibles roedores, el tal Eleuterio Puigdemont optó por poner tierra de por medio. Cruzó montañas, ríos, aldeas, bosques embrujados y sorteó toda clase de peligros, salteadores y alimañas, para conseguir mantenerse a salvo. Por fin, halló un pazo solariego, acorde con su nobleza recién adquirida, a salvo de perseguidores, caza recompensas y gentes de mal vivir. Y empeñó su condición en rechazar tribunales, cédulas y notaciones por no ser tales jueces garantes de libertades. Más cuando sintió en su cogote el rebufo de un pobre descocado, tuvo a bien el bueno de Eleuterio, de exigir el auxilio del que era acreedor a los mismos tribunales.

“Y cuando mermó su fortuna,

pensó que pensar debía

en asentar la cabeza.

Y asentola

de una manera muy española”.

A remendar sus blasones,

y dictar sus conferencias

para recaudar monedas

con que llenar sus arcones.

Siguiendo la estela de los que le precedieron en los mullidos sillones, había que hallar la fórmula para seguir manteniendo la mamela sin doblar el espinazo. ¿Que otros, como Jorge I El Alienígena, al grito de “España nos roba” arrasaron con los doblones de plata llegando a acumular más de 3.000 millones de maravedíes de vellón?, él, Eleuterio Puigdemont, debía recaudar cuartos suficientes para mantener palacete, criados, diligencia y cuadra, que para eso ya no era un bufoncete de petimetre, sino caballero que recibió espaldarazo de su valedor el defenestrado rey Arturo, que con malas artes y valiéndose de engaños y conjuros, lo había convertido en un corre-que-te-pillo que dejó tirado a sus vasallos y a los que vieron en su persona al libertador para llegar a la república de los “territoris catalans”, esos que reclamaban, vociferantes feroces, los mal educados chicos de la CUP (una agrupación de Caras Universitarios de la Plebe, agrupación de menor entidad constituida por charnegos y gentes de mala vida, pero que tenía la ventaja de arropar todas sus chirigotadas y chanzas), cuyo objetivo era poner nuevas fronteras para defender a plebeyos de todas las naciones. Usaban los mozalbetes lacitos amarillos con los que dar color, y hacer el ganso, en sus reclamaciones ante los presidios y ramblas reales para que dejaran libres a los de su condición, presos y represaliados.

En éstas estaba el confiado Eleuterio, en la creencia de que los territorios conquistados a belgas y holandeses se extendían por la Europa conversa, cuando el Mago Galaico, maligno y torticero, acordó con Angela la Teutona, Inquisidora Mayor de los reinos europeos, hacerlo preso de forma alevosa, con nocturnidad y sin aviso previo; por no tener ni siquiera gozó del favor de los voceros, ya que fue sorprendido en pleno avituallamiento de yantares y cambio de mulas en el puesto de postas.

José Campanario

Anexo para mejor comprender el texto anterior (Ambos extractos pertenecen a misivas de aviso envidadas al Sr. Puigdemont, don Eleuterio):

El Prisionero de Zenda

“…El tiempo me está dando la razón: la cosa, cada hora que pasa (no le diré cada minuto para no provocarle más angustia), se pone más oscura, mas enrevesada y con menos soluciones, sobre todo para usted. Porque veo una sola salida de seguir el sendero que usted ha cogido, y de verdad, con toda sinceridad, que no se la deseo; eso de ir, como el Antonio Vargas Heredia de Lorca, hombro con hombro…”

Carta abierta de un andaluz al Sr. Puigdemont

“Me da pena de su papel Sr. Puigdemont, de lo que se le viene encima. Créame, no le tengo ninguna, pero ninguna envidia. ¡Vaya el marrón que le han dejados sus amigos: ellos con las espaldas bien cubiertas y usted con el culo al aire! Con lo tranquilito que estaba usted en su ayuntamiento. ¡Eso no se le hace a un amigo!”

Periodista. Directora y editora de aionsur.com desde 2012. Corresponsal Campiña y Sierra Sur de ABC y responsable de textos de pitagorasfotos.com

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