Arahal
El ocio nocturno en Arahal termina la temporada de verano casi sin empezar
El ocio nocturno en Arahal termina la temporada de verano casi sin empezar
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Uno de los sectores económicos más castigados por la crisis sanitaria que comenzó en marzo de 2020 es el de las empresas de ocio nocturno. En Arahal, en la actualidad, hay solo un local de estas características. Se trata de la discoteca Polinesia (en invierno) y Borakay (en verano), abierta hace tres años, cuyos propietarios han tenido que afrontar dos cierres, el último hace dos semanas por lo que la temporada de primavera verano ha terminado casi sin empezar.
Los socios hicieron una importante inversión en dos naves del polígono industrial La Cantarería de Arahal. Es uno de los locales más modernos de estas características de la provincia de Sevilla, adaptado tanto para la temporada de verano como la de invierno. Y no es baladí lo que lleva consigo este tipo de negocios, porque ponerlo en marcha ha requerido de casi 30 personas, entre camareros, guardias de seguridad, personal de limpieza, además de los trabajos realizados para su acondicionamiento y lo que supone sólo para los proveedores.
Enfrentar una pandemia
Para montarla se asociaron José Ponce Bravo y Marco López Galán, ambos ya precedidos por su experiencia en empresas relacionadas con el entretenimiento, ocio y celebraciones. Su iniciativa conllevaba el riesgo normal de este tipo de trabajo pero lo que nunca pensaron es que tendrían que enfrentar al cierre por una pandemia. Como para el resto de empresas, 2020 pintaba bien, las previsiones eran halagüeñas desde que comenzó el año. Por eso, ellos habían vuelto a dedicar especial atención al diseño de su negocio con objeto de prepararlo para la temporada primavera verano, la más importante del año.
Pero llegó el 15 de marzo. “Fui el primero en decidir cerrar antes de que se decretara el estado de alarma, porque pensé lo que pasaría si aquí se produce un contagio, tenía el presentimiento que esto del coronavirus era algo gordo”, cuenta José Ponce. Empezó por el cierre de su primer negocio de estas características, Vintage Copas, abierto desde hace siete años cuando este empresario decidió montar su propia empresa de ocio y dejar el ladrillo después de la crisis de la construcción, era albañil.
“Vi el local y se me metió en la cabeza”, cuenta sobre el principio de esta experiencia con la que, hasta ahora, está encantado. Lo dice, incluso, después de estar inmerso en las consecuencias de la crisis sanitaria. Su capacidad de emprendimiento lo ha llevado a seguir adelante con otras iniciativas y a abrir este verano una heladería, sin importarle la que estaba cayendo.
Segunda crisis
Por tanto, José Ponce es la segunda crisis que vive. En la primera, la de la construcción, salió reforzado y montó el bar de copas de ocio nocturno creando un espacio donde las novedades del entretenimiento se sucedían cada fin de semana. En poco tiempo, se convirtió en uno de los dos locales con más presencia en el sector y siguió dando pasos en este sentido.
Por eso se unió a Marco A. López, uno de los responsables del Catering Las Torres, empresa que está en la avanzadilla de este sector, no sólo en Arahal, por su innovadora manera de organizar cualquier tipo de celebraciones, especialmente bodas. De hecho ha conseguido importantes premios a nivel nacional.
En la discoteca ambos han peleado para mantener su idea. En estos meses no sólo se han tenido que enfrentar al cierre de un negocio que habían vuelto a renovar y a los gastos que han supuesto la puesta en marcha de las medidas de seguridad sanitarias, sino que han afrontado que un vídeo de las instalaciones se convirtiera en noticia a nivel nacional durante los pocos fines de semana que han podido abrir.
Te cierran pero sin ayudas
Después de la experiencia, José Ponce tiene claro que en estas circunstancias, abrir este tipo de negocio “es muy complicado”. Y cuenta que una de las veces que se vio desbordado no fue precisamente cuando se hizo público el vídeo “porque tenía mi conciencia tranquila, sabía que había hecho todo lo que había podido para evitar aglomeraciones”. Fue precisamente cuando decidió abrir después del confinamiento. “Llamaba tanta gente que me vi desbordado”, dice.
Con el tiempo, está seguro de que lo del vídeo fue “un montaje” porque fueron varios vídeos que clientes colgaron en sus redes unidos para dar la sensación de más aglomeración de la que había, “ya sabes como funciona ésto, según la perspectiva de la imagen parece que hay más o menos gente”. “Los mismos clientes han venido a pedirme disculpas por haberlo colgado”, dice Pepe, pero ya pasó y ahora está volcado en seguir adelante con su negocio que se centra en el Vintage Copas.
Por su parte, Marco A. López explica que “lo estamos pasando regular” porque los gastos siguen, impuestos, alquileres, seguros sociales “no paramos de darle vuelta a ver cómo lo sobrellevamos, porque te cierran pero no dan ninguna ayuda”. Sólo para adaptar el local a las nuevas medidas, los gastos han superado con creces los ingresos. Incluso estuvieron a punto de comprar una aplicación con la que se controlaba las entradas que valía 1.400 euros, pero optaron por apuntar los datos de los clientes “por si hubiera algún contagio tenerlos localizados”, apunta José Ponce.
Citas previas y compartimentos separados
A esta medida se sumó realizar compartimentos separados, citas previas para esos compartimentos, intentar no servir en barra, reparto de botes de gel hidrológico, control en las entradas para que no accediera nadie que no hubiera reservado. “La gente no entendía que había que respetar el aforo impuesto, nos ha costado mucho trabajo controlarlo”, asegura Ponce.
Ambos empresarios entienden que “esto va para largo y nos venimos abajo, si el verano no se ha podido abrir completo y es una actividad en el exterior, en invierno no sé qué va a pasar”, cuenta Marco A. López. “Hemos llevado a rajatabla la normativa pero ha sido complicado porque se trata de juventud, sobre todo con una copa”.
La colaboración con el Ayuntamiento de Arahal ha sido total. “Cada vez que los hemos llamado para una reunión han hecho todo lo posible”, explican. Lo último que han pensado “porque esto va para largo” es adaptar el local como cafetería, aunque todavía tienen que estudiarlo bien porque esto ha sido “un jarro de agua fría”.
Para contagiase, no es necesario un local de copas
No obstante, tienen claro que para contagiarse no es necesario un local de copia, “lo últimos contagiados ha sido en un chalé y puede pasarte en cualquier lugar, un banco, una tienda hasta en una farmacia, donde quiera que haya gente”, comenta Marco A. López.
De momento, el local está cerrado y, a pesar de las dificultades, los dos empresarios no renuncian a buscar fórmulas para poder ofrecer lo que consideran un servicio necesario principalmente para la juventud. Es una huida hacia delante y una pelea de dos emprendedores de los que cada vez quedan menos.
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