Asociaciones
El hambre no coge vacaciones
JAS.-Hoy y mañana todas las hermandades de Marchena y Cáritas se han unido por vez primera para recoger alimentos a las puertas de los supermercados y así llenar las exigüas existencias de la ONG en el municipio, que van para los que más lo necesitan. Los voluntarios insisten en la necesidad de alimentos infantiles. Es agosto y los comedores escolares cierran. Muchos niños no tienen donde ni qué comer. Es agosto, pero el hambre no entiende de vacaciones.
¿Hay niños pasando hambre hoy en Marchena?. Sí. Así lo que dice una madre anónima de 35 años que acaba de comprar alimentos en el supermercado Covirán de Los Cantillos y entregarlos a dos voluntarios de Cáritas. «Yo me he encontrado niños en Marchena que pasan hambre». Ella es madre y tiene a su niña pequeña en brazos, y habla emocionada y de corazón sobre su experiencia, ante dos voluntarios de Cáritas, también mujeres y madres.
Niños que pasan hambre aquí y ahora
«Sus necesidades van desde zapatos, -los niños crecen rápido, se les queda pequeños y no tienen calzado ni qué ponerse- calcetines mojados en invierno, chándals que no se secan porque no tienen secadores, y van con ropa sucia porque no hay suavizante. A lo mejor pueden costearse una botella de aceite de vez en cuando, pero no una de cinco litros cada dos por tres, es que es todo».
Habla con rapidez y determinación como si llevara tiempo queriendo decir ésto y nadie le diera la ocasión. Y cuando se emociona enseña los vellos de punta del brazo. La voluntaria de Cáritas se pregunta si no sería mejor romper con ésta ley del silencio, que todo el mundo supiera lo que pasa para que la gente pueda ayudar mejor.
Explica que prefiere no dar su nombre y apellido, porque no se busca protagonismo en esta situación. Actualmente en Marchena hay treinta voluntarios de Cáritas, y la situación que deben hacer frente es dura, según nos comentan.
Esta mañana un hombre de campo trabajando en su tierra, advertía: «Se están viendo cosas que hace mucho no se veían. Ayer vinieron cinco hombres a coger cajas y cajas de higos chumbos, cuando hasta ahora nadie los cogía». Otra ama de casa nos cuenta que hay redes de mujeres que se ayudan repartiéndose las compras y poniendo un fondo común. Todo discreto para que el problema no se vea en la calle por el miedo al que dirán.
A la cama con un paquete de Risketos
Cuesta entenderlo, pero sí. Hace poco se pedía comida para otros, y hoy, nos ha tocado a nosotros. «Algunas madres he visto que le compran al niño una bolsa de Risketos, claro eso vale 30 céntimos y le llena al niño la tripa toda la tarde y la noche, muchas veces juzgamos pero no nos ponemos en su lugar». ¿No sería mejor y más barato comprar un kilo de patatas?. «Si, pero igual no tienen aceite, o butano, entonces si tienes dos euros en ese momento, de esa forma al niño se le calla el hambre y mañana será otro día. Es decir tienen que solucionar el día a día básico. Cuando ya haya trabajo se podrá respirar un poco, pero de momento hay muchas familias que no tienen nada. Su día a día es pagar hipotecas, luz, agua, teléfono, muchos han vendido los coches, y los han sustituido por una moto para buscar trabajo». Es una realidad que hace décadas no se veían.
«Verdura, carne, pescado y lácteos, galletas, cereales, zumos es lo que más consume un niño pequeño» dice la madre, con su niña en brazos. La voluntaria de Cáritas añade que no han pedido lácteos «porque si pierden el frío se pueden estropear, así que tenemos que tener muchísimo cuidado, lo mismo pasa con las salchichas». Y hablamos de los niños. «Pero los adultos también tienen que comer» añade la madre de 35 años. «Si hay niños, pero también hay ancianos que deben comer cada día.
Es que si no están bien alimentados, luego empiezan las enfermedades, que es otro gasto importante. «Si el niño no está bien alimentado, coge hongos, y muchas enfermedades, y las medicinas es un gran gasto por no mencionar que una estancia hospitalaria vale un dinero». En Cáritas se pagan medicinas, añaden las voluntarias, «cuando son urgentes y vienen con la receta y no tienen para pagar y el seguro nos se las pasa».
Se necesitan comedores sociales para niños en verano
Se necesitan comedores sociales, nos dicen las voluntarias de Cáritas. «Porque en el curso, los niños comen en los colegios, pero en verano no hay y los pobrecitos no tienen dónde comer». La única excepción eran las guarderías públicas, pero cierran a día uno de agosto. «Lo que se necesita para el verano es poner comedores, donde los niños puedan ir a comer», nos dice la voluntaria de Cáritas. Los comedores de los colegios son los únicos que garantizan en muchas familias que el niño no se acueste sin comer.
Hace diez años que se lleva hablando de la idea de montar comedores sociales. «Hasta ahora se ha quedado en palabras», lamentan voluntarias de Cáritas. En alguna parroquia se ha llegado a montar un curso de cocina, donde al final, los alumnos se comían lo que cocinaban, pero, según nos cuentan, pesa más el miedo y la vergüenza. Incluso, «servicios sociales municipales nos derivan casos a Cáritas, según nos explican, porque ellos tampoco tienen recursos».
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