Opinan los lectores
El desahogo de los hastiados
El desahogo de los hastiados por Marco Antonio Álvarez
Dicen que nadie escarmienta en cabeza ajena, y tal vez ese dicho, sea el resumen perfecto para describir el funcionamiento de la política en nuestra sociedad.
Hace sólo unos años que después de más de cuarenta la política en España consigue atomizarse, con la noble finalidad de cubrir y representar mejor a los ciudadanos. Y han bastado sólo unos cuantos para conseguir el hartazgo de unos votantes que no votan, que soñaron por un instante que podrían verse representados por primera vez en mucho tiempo, y de nuevo, la decepción.
Que la rueda gire
Cuando cumplí 18 años tuve mi primera oportunidad de acudir a las urnas, intenté reforzar ese ejercicio de responsabilidad preguntando la orientación política de mis familiares, prestando mucha atención a la respuesta de mis padres y mis abuelos.
Sus respuestas fueron contundentes, aunque fueron también distintas. Sin duda alguna, la que más me hizo recapacitar fue la de mi abuelo: «Son todos unos ladrones». Fue su forma poco correcta de intentar explicarme que la política no sirve para nada, pero como advertí al inicio, nadie escarmienta en cabeza ajena.
Reconozco que es casi imposible pedirle a un joven con valores que reniegue del sistema en el que vive, sin al menos, haber intentado cambiarlo, pero es precisamente este avivamiento generacional el que utilizan nuestros políticos para hacer que la rueda gire. Hacernos creer que la política sirve para algo más que cubrir sus intereses partidistas.
Formula perfecta
Tal vez, la política sea la fórmula perfecta para ordenar con acierto, las aspiraciones vacías de una multitud resignada y agotada de salir de una crisis cíclica que ellos mismos se encargan de fabricar.
Tal vez, deberíamos de prestar más atención a nuestros mayores, y aprender de su experiencia, que tras tantos años pasados, votar a un partido u otro no les ha servido para nada. Alimentamos con nuestro voto durante años a partidos que mienten, roban y violan tu confianza, hasta poder hacer lo mismo con la siguiente generación, mientras lo único que cambia son sus vidas privadas.
Con esta reflexión también me gustaría romper una lanza por aquellos políticos serios y con valores, que también son usados por los mismos partidos para hacer que todo esto sea aún más difícil y creer que de verdad hay algún atisbo de esperanza.
Necesitamos un cambio, uno de verdad, que plante cara al sistema y pueda representar a los que nadie representa. Votar en blanco sólo sirve para ayudar al que gana las elecciones y votar nulo para justificar a los perdedores en que el fallo no es suyo, sino de la gran abstención.
Tal vez, la única salida sea Escaños en Blanco, un partido que aboga por dejar constancia de tu voto allí donde duele, en los asientos que ocupan los políticos, en los bolsillos que se dejarían de llenar si un partido de estas características tuviese el apoyo que se merece. Tal vez sólo así, con asientos vacíos a su alrededor, puedan plantearse como hacer política de verdad.
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