Arahal
De la Guerra y postguerra al confinamiento: La capacidad de resistencia de las tiendas centenarias de Arahal
De la Guerra y postguerra al confinamiento: La capacidad de resistencia de las tiendas centenarias de Arahal
Los comercios de Arahal de origen centenario han pasado de diferentes formas un confinamiento que ha durado dos meses. Durante su trayectoria han sufrido una guerra civil y postguerra, diferentes crisis económicas y, este año, cuando todo apuntaba a una buena temporada, tuvieron que cerrar en plena primavera, la época de más consumo y ventas. Dos de estos negocios, Ferretería Revilla y la Tienda de Mariano, han notado menos las consecuencias de la pandemia, incluso han aumentado las ventas. No obstante, para Modas Soria esta crisis sanitaria ha sido otra prueba más de su capacidad de resistencia y, con mucho trabajo, abren sus puertas incluso con proyectos nuevos.
Mantener tantos años un negocio abierto es una carrera de fondo que pocos consiguen. Pero estos tres establecimientos, de alimentación, droguería y ferretería y moda hombre, han superado con creces todas las pruebas del buen comercio local. Se han adaptado a cada época, transformando los espacios o aprovechando tendencias y hasta se han apuntado a las nuevas formas de comunicarse con sus clientes (dos de ellos con presencia en las redes).
Ferretería Revilla, antigua tienda de María Elisa
El que conserva más vestigios de su origen es Ferretería Revilla una tienda cuyo origen hasta ahora se establecía en 1895, cuando la bisabuela Juana González Rodríguez se casó y se estableció en esta céntrica y conocida esquina de la calle Doña Luisa, confluencia con Pozodulce, Morón y Madre de Dios. Pero su actual propietario, José Antonio Revilla, cuarta generación al frente del establecimiento, ha encontrado documentación en la que se ha demostrado que Juana después de enviudar, y se casó con uno de los dependientes por lo que deducen que la tienda ya existía.
Lo cierto es que la tienda guarda la solera de antaño, con estanterías de madera ajadas por el paso del tiempo al igual que el mostrador. “Todavía las personas mayores la llaman la esquina de María Elisa”, cuenta el propietario. Debido a su antigüedad, ha pasado por distintos cambios de Gobiernos y una Guerra Civil, más lo que vino después, tiempos de necesidad y hambre.
Otra generación posterior fue la de la abuela María Elisa (1923), que le dio nombre a la esquina durante muchos años. Con ella empezó a los 12 años Pepe Revilla, todavía recordado detrás del mostrador, conversador y socarrón, a partes iguales. Es con él cuando la popularidad de la tienda llega a su esplendor. Hoy en día, cuando el sector ha crecido y se ha instalado en mejores ubicaciones donde se puede aparcar, mantener la tienda es un reto que ha asumido José Antonio que se hizo cargo del negocio en 2012.
«Lo que no tenga Revilla…»
Una tienda donde había de todo , posiblemente fue el primer negocio de venta a granel, incluso hoy en día los vecinos dicen que lo que no tenga Revilla “no lo tiene nadie”. Desde tornillos para las antiguas ollas exprés hasta aceite a granel vendía, pasando por los primeros polvos de lavadora que llegaron en bolsas pequeñas, pantys, velos para cubrir la cabeza de las mujeres que iban a misa, crema para el calzado, azúcar, aceite de pelo, polvos de colores para pintar o cal viva y una larga colección de productos, de los que guarda muestras con antiguos envases que han formado parte de los recuerdos de infancia.
Este último producto, los polvos colorantes, ha vuelto con más fuerza en los últimos meses. “Se vende para dar color en las casas de campo, colorados, ocres, sombra de pozo”, apunta Revilla. Y la cal viva que los clientes piden sin hacer como antes. “Imagino que lo hacen porque es desinfectante”.
Ferretería Revilla no ha cerrado durante el confinamiento porque vende también droguería, productos considerados de primera necesidad. Pero ha mantenido la reja cerrada, tomando todas las medidas prescritas por las autoridades sanitarias y ha vendido, sobre todo en estos días, productos de limpieza hasta agotarlos.
La pandemia y el confinamiento ha provocado que la sociedad adelante los trabajos de mantenimiento del hogar y, además, habilite espacios como las azoteas y los campos para pasar el verano, ante la incertidumbre de no saber si se podrían ir unos días de vacaciones a la playa.
La tienda de Mariano
Lo mismo le ha pasado a la tienda de Mariano, en la esquina de la calle Corredera con Victoria. También era conocido por su venta a granel que hoy en día se limita a algunas especias para la elaboración de dulces o caracoles. La cuarta generación está ya llevando el negocio, aunque José María Hernández Gallego, con 69 años cumplidos, da vueltas, después de estar detrás del mostrador más de 50 años, junto con su hermana Lutzgarda. Una vez se dividió la tienda en 1997, ella se quedó en un pequeño local donde vendió hasta jubilarse ropa interior con precios tan asequibles que llegó a tener clientela de todos los confines del pueblo.
Nadie de la familia se llama Mariano, pero así es como se ha conocido siempre la tienda. El origen de la historia del cambio de nombre está en un padrino caprichoso que no llegó a tiempo al bautismo de su ahijado por lo que se le puso Antonio. Pero este padrino no se dio por vencido y lo llamó como tenía pensado, Mariano, y se le quedó para los restos, hasta como nombre de empresa.
A ritmo de Raphael
Así que como Antonio (padre de José María) es recordado hoy con cariño por las vecinas de Victoria, Pedrera, Puerta Utrera, Corredera, La Tahona, donde confluían varios barrios. Aún pueden verlo hasta altas horas de la noche detrás del mostrador, la tienda abría los domingos por la mañana para los desavíos, Mariano, o mejor dicho, Antonio, siempre estaba ahí.
Para ellos el confinamiento ha sido de trabajo, por lo que sólo recuerdan haber cerrado durante la Guerra Civil. Antes de los años de la contienda, la tienda estuvo primero en calle Barriete y, después, en calle Pedrera, de eso hace más de 125 años. A partir de 1940 ya se vinieron a la calle Corredera.
Cuando entras en el establecimiento actual, excepto la puerta y la fachada, nada recuerda a antaño. Pero sigue sonando canciones de Raphael de música de fondo. Todo porque, entre las peculiaridades del establecimiento, ha estado siempre la eterna sonrisa de José María y su afición a la copla y al cante. “Creí que venías para que fuera a cantar a algún sitio”, dice. Desde 1993 acude al escenario que lo inviten, ha colaborado en decenas de galas o eventos benéfico sin abandonar nunca las tablas del mostrador.
Modas Soria, elegancia en el trato y en la ropa
Y céntrica es también la tienda de moda de hombre por excelencia, Modas Soria, esquina Veracruz con Espaderos, muy cerquita de la Ferretería Revilla. De hecho, están unidos a lo largo de su historia de comercio local, porque la tienda de ropa estuvo en un principio ubicada en una parte de la tienda de Revilla, hasta que se cambiaron a una de las esquinas más vistosas del pueblo.
La tienda ha sobrevivido también a muchos cambios, uno de los peores que ha soportado es aquel de la moda de usar y tirar. Porque Soria es y ha sido siempre el gusto en el vestir, colecciones de prendas elegantes y clásicas que no dejan de tener un espacio entre las preferencias de su clientela, generaciones de familias han pasado por este mostrador.
Por el camino de la calidad siguió su anterior regente, Manuel Rosado Jiménez, tendero en el trato correcto, en la selección de las mejores prendas con las que asesoraba a su clientela. Tuvo buena memoria hasta el final de sus días y era capaz de relatar nombres de familias completas y sus historias, por medio de todo lo vivido en la tienda a la que entró después de casarse con la hija de uno de los primeros propietarios, Antonio (junto son su hermano Rufino abrieron este gran negocio).
Defensoras del comercio local
Modas Soria ha sido, en tiempos de mucha necesidad, un ajuar para las nuevas parejas, varias mudas de invierno o verano para aquellas familias que no podían pagar la cuenta de golpe. Dejaban “fiado” abriendo cuentas infinitas porque aún no se había acabado una, cuando se sumaban más prendas. Hoy se ocupan de este establecimiento Carlota e Isabel Rosado, dignas herederas del carácter de sus progenitores.
Cuentan que, cuando llega algún joven a la tienda y les dicen que puede llevarse la prenda a su casa para probar, “no se lo creen”. Igual que los más mayores siguen pidiendo un descuento. Son firmes defensoras del comercio local, donde encuentras el trato personalizado que ellas mismas ponen en práctica desde el momento que te ven entrar por las puertas. Y han heredado la valentía que su propio padre imprimía a las malas rachas, “nos hemos acordado de él todos los días”.
Los armarios del tiempo
Por eso prosiguen con un nuevo proyecto que sufrió un gran parón en el confinamiento: un espacio para trajes de celebraciones donde las familias estén a gusto probándose todos los modelos que esperan en el almacén. “Que no se preocupen los novios y padrinos que aquí están sus trajes esperando a que llegue el momento de la celebración”, aseguran después de pasar casi dos meses de encierro y de ver como la mayoría de las ventas se paraban de golpe a causa de la pandemia. “Esperábamos un buen año, han sido días muy duros, la cabeza no ha parado de dar vueltas, pero al menos los proveedores se han portado muy bien haciéndose cargo de la situación”, cuenta Carlota.
Ambas hermanas, representantes de la mejor estirpe del comercio local, tienen claro que van a seguir, conciliando vida familiar, haciendo frente a los nuevos tiempos sin dejar de apostar por una manera de vender en la que creen y que heredaron de quienes sufrieron crisis peores que la del confinamiento y, aún así, fueron el sostén de muchas familias de Arahal que llenaron con ropa de Soria los armarios del tiempo.
Soria Modas, símbolo y emblema de la ropa de calidad en Arahal desde hace 75 años
Ferretería de Revilla o un viaje a la historia del comercio de Arahal
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