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Coronavirus

Cartas para “El chico”, el abuelo de Paradas con el que pudo el coronavirus

Cartas para “El chico”, el abuelo de Paradas con el que pudo el coronavirus

Cartas para “El chico”, el abuelo de Paradas con el que pudo el coronavirus

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Sobre el mediodía, los vecinos de la calle San Pedro de Paradas (Sevilla) acostumbraban a ver pasar a Joaquín camino del parque Parronal. En los últimos meses, lo llevaba siempre alguien de su familia en su silla de ruedas, a esa hora le gustaba tomarse un descafeinado al sol en esa plaza de su pueblo. Desde hace más de una semana lo echan mucho de menos. Ha sido la primera persona fallecida en su localidad por coronavirus. Y como todas en estas circunstancias, su familia no ha podido despedirlo.

Es una de tantas historias que se repiten estos días por la geografía española y por el resto del mundo. Una vez que la persona da positivo en la enfermedad, queda completamente aislada en una habitación del hospital más cercano. Joaquín Castillo Ramírez, un hombre de 85 años de Paradas, hace poco más de una semana empezó a sentirse mal, una neumonía lo llevó al Hospital de Valme donde, finalmente, le diagnosticaron coronavirus.

“Esposo, padre, abuelo y bisabuelo ejemplar”

En ese momento, sobre Beatriz, su mujer, con la que llevaba 62 años casados, y el resto de su familia,  5 hijos, 6 nietos y 7 bisnietos, cayó una infinita tristeza. Porque no sólo les faltó en casa la presencia de un “esposo, padre, abuelo y bisabuelo ejemplar” sino la fuerza de un hombre “siempre con los pies en la tierra, que no ha parado en toda su vida de pensar en dar el mejor futuro a sus hijos”.

Así describen a “el chico”, apodo con el que conocían a Joaquín, un “hombre honesto y leal” que creó a una familia unida. “Para él no había nada más satisfactorio que vernos a todos juntos en el salón de casa”, dice Rosi Saucedo, una de sus nietas, que en estos días repite una y otra vez la injusticia de que su abuelo haya tenido que morir solo, que no hayan podido darle “los besos y caricias” para que se fuera sabiendo que deja un profundo vacío en todos ellos, especialmente en su compañera de vida.

Por eso, tanto unos como otros, han intentado hacerle llegar sus palabras de aliento. Así fue como, ante la imposibilidad de ir a verlo, enviaron cartas con mensajes para el abuelo Joaquín tanto al Hospital de Valme como al perfil de Facebook de los Currantes de este centro.

Las cartas

Primero fue un intento de acercarse al pie de su cama. “Nos gustaría que uno de sus hijos lo acompañase para que no se sienta solo o para que, en el caso de irse, tenga esa compañía”. A su vez pedían disculpas por si aquél no era lugar para preguntar -lo hacían en el perfil de Facebook de Currantes del Hospital de Valme-. “Estamos muy angustiados ante esta situación en la que, además, recibimos la información de forma escasa”.

Otra de las cartas, ya de manera directa, fue enviada al correo habilitado por el Hospital: cartasvalme@gmail.com. Y decía: “Hola Chiquetete. ¿Cómo está el marqués de su casa? Esperemos que bien porque tu familia te está escribiendo esta carta para que te mejores prontito. Nos ha dicho un pajarito que no te estás tomando todas las pastillas y queremos decirte que, para mejorar, te la tienes que tomar porque aquí te estamos esperando con los brazos abiertos. Un besote enorme de toda tu familia. Te queremos”. 

Con estos escritos, la familia intentaba enviar aliento a quien durante toda su vida había cuidado de todos. Hoy le echan tan profundamente de menos que, cuando llega la hora de almorzar, momento de su “copa de vino y algo de picoteo”, la mente les devuelve esa imagen del abuelo Joaquín y no tienen consuelo. Esta injusta enfermedad llamada coronavirus, les ha arrancado de raíz lo único que podían hacer ya por él, despedirse y mostrarle a base de caricias el amor que merecía un hombre “bueno y valiente”.

Cada día una celebración

Cada día para Joaquín junto a su familia había sido “una celebración”. Un hombre con “pasión por el campo” que no podía evitar emocionarse cuando veía que todos los integrantes de su familia lograban alcanzar sus metas. “A él le encantaba soplar las velas” y las fotos que guardan ahora con celo “están llenas de sus mejores sonrisas, era muy fotogénico”. 

Joaquín Castillo ha sido uno más en la actualidad de una infame estadística. Pero su familia siente cada instante del día que han perdido a un “gran consejero y un luchador nato”. Ahora su único consuelo es el legado que dejó atrás junto con Beatriz, su mujer, a la que en estos últimos días no le quitan ojo. Todo en poco más de una semana.

 

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Periodista. Directora y editora de aionsur.com desde 2012. Corresponsal Campiña y Sierra Sur de ABC y responsable de textos de pitagorasfotos.com

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