Paradas
Cachorros contra el olvido
En el Taller Alzhei-Paradas utilizan como terapia el cuidado de perros pequeños porque los usuarios guardan su recuerdo en la memoria
C.GONZÁLEZ
Paradas
Bien es cierto que el alzheimer es una enfermedad en parte desconocida. Que su tratamiento para conseguir al menos ralentizarla pasa por la estimulación de la memoria con ejercicios concretos. Las profesionales del taller Alzhei-Paradas han encontrado una nueva forma de llegar a la mente y al corazón de los 20 usuarios que asisten. La semana pasada llevaron a la clase a 5 cachorros de perros abandonados en un contenedor, mientras no conseguían encontrar familias adoptantes. La sorpresa fue que, al día siguiente, los usuarios del servicio los echaron de menos, por lo que ‘Coco’, uno de estos cachorros, se ha quedado en taller.
Cristobal, Antonio, Felisa, Rosendo, Joaquín, Serafín, Rosario, Magdalena, Isabel, Rosalía, Isidora, Juan José, Rosario, Manuel, Conchi, Ana María, Remedios o Clara miran con dulzura a los cachorros y se lo pasan de un brazo a otro. No le importa a ninguno que los pequeños perros suban por su cuerpo hasta llegar a la cara porque saben que el cariño es mutuo. Mientras lo hacen, les hablan, les dan besos y los acarician. ‘Mira qué bonito es, tan pequeño’, murmuran.
‘Hasta los usuarios que padecen de alzheimer, al día siguiente de traer la primera vez los perros, preguntaban por ellos, es increíble que no se acuerden de lo que han hecho hace unos minutos y sí recuerden haberlos tenido en los brazos el día antes’, cuenta Elena Jaramillo, psicóloga y coordinadora del centro.
Porque cariño es lo que más necesitaban tanto los usuarios como estos 5 cachorros, abandonados en un contenedor a su suerte. Una de las auxiliares que trabaja en el taller vio a los animales una mañana cuando iba al centro y no supo donde dejarlos mientras buscaba familias adoptantes. ‘Venía a trabajar, así que me los traje para dejarlos en la caja aquí en el aula, pero no paraban de chillar y se nos ocurrió ponerlos encima de la mesa y en sus brazos’, cuenta Cristina Arcenegui.
Todo fue fruto de la casualidad y de ella salieron fotos entrañables acompañadas de tiernas palabras. Los cachorros obraron el milagro de dejar en sus mentes dañadas el recuerdo de sus mimos. Ahora Coco ha sido adoptado por quienes llevan el taller. Es un macho de apenas un mes, y pasa cada día de mano en mano, buscando el calor que los propietarios de su madre le negaron.
Las sonrisas de estos usuarios van acompañadas de sus recuerdos. Algunos están en el centro de forma preventiva porque han tenido lagunas en la memoria y después la han recuperado; otros porque han sufrido daños cerebrales después de una enfermedad; están también aquellos que padecen Parkison u otras patologías para las que es necesario estimulación mental y física.
Las profesionales que los atienden realizan diversas actividades, a veces personalizadas porque cada uno tiene un grado de afectación. Juan José por ejemplo, con 93 años es el más mayor. Su único problema es que ha perdido casi totalmente la visión, pero a esta edad todavía multiplica, suma y resta perfectamente por lo que las auxiliares van dictándole la tabla para que haga los ejercicios.
A Rosendo con 85 años le encanta escuchar todo lo que tenga relación con los trenes. Ha sido guardabarreras en el antiguo paso a nivel de Arahal, el que coincidía con la antigua carretera nacional, SE4200, sustituida por la Autovía del 92. ‘Recuerdo el accidente, cuando chocó el tren con el autobús de las 10 de la noche’, hechos ocurridos hace más de 50 años. En este accidente murió sólo un vecino de Arahal, Antonio Jiménez, corresponsal entonces de ABC, periódico que conserva las únicas fotos y el relato del históricos y triste accidente.
Elena Jaramillo sabe que a Rosendo le gustan los trenes, por eso el día del descarrilamiento del tren que unía las ciudades de Málaga y Sevilla, ocurrido en término municipal de Arahal, se conectó a las redes sociales de AION Sur y fue relatándole al anciano hora a hora lo que iba ocurriendo a lo largo de toda la mañana. Y no es la primera vez que conecta con esta página para leerles la información de actualidad, sobre todo la que les afecta más directamente.
‘El día del estruendo que aquí también lo escuchamos, cuando publicasteis lo que había ocurrido (un avión militar había sobrepasado la barrera del sonido), se lo leímos para que estuvieran enterados’, cuenta Elena. La actualidad contra la pérdida de memoria, es también uno de los recursos que utilizan en el taller.
Joaquín espera en la puerta a que lo recojan
Este taller lleva abierto más de un año. En principio, los usuarios afectados por alguna demencia iban a la Asociación Alzhei-Arahal, pero fueron los familiares los que pidieron al Ayuntamiento de Paradas la gestión de recursos propios porque cada vez eran más las familias que necesitaban de este servicio.
Durante un año, el centro ha sido gestionado y financiado en su totalidad por la administración local, dos furgonetas para el traslado y tres profesionales atienden este servicio. Pero desde hace un mes, la asociación, constituida para estar al frente de la atención, mantiene una parte de los gastos.
Según su presidenta, Mari Carmen Sánchez, ya hay un nuevo proyecto aprobado para hacer en esta misma zona, barriada de Los Carrascales. Y es un centro en el que se atenderá esta actividad. ‘Es muy importante para ayudar a las personas mayores y a las familias que durante unas horas descansan de los cuidados que requiere durante todo el día un enfermo de estas características’, explica.
La labor de centros de este tipo es tan importante que sólo se entiende mirando en los ojos de las personas atendidas. Durante un año, en las instalaciones paradeñas se trabajó dividiendo a los usuarios en dos grupos. Cuenta la psicóloga que uno de ellos, Joaquín, se preparaba todos los días y se sentaba en la puerta de su casa a esperar que llegaran a recogerlo.
‘El día que no le tocaba, cuando nos veía pasar con la furgoneta, llamaba nuestra atención con los brazos, para que parásemos, así que decidimos que había que traerlos a todos a diario al centro’. Y así llevan ya meses. Probando cosas nuevas para atender sus mentes sin dejar de darle cariño a sus almas.
En cada actividad, el usuario imprime su personalidad. Incluso se dividen en grupos según sus intereses. Cada viernes salen a desayunar fuera, los hombres quieren ir al Hogar de Pensionista de Paradas y las mujeres al Restaurante Nueva Andalucía, ‘porque dicen que allí ven a más gente’.
Los días de frío encargan chocolate y churros. ‘El invierno es malo para ellos, resistirlo es complicado, necesitan más cuidados que los niños pequeños’, dice Elena Jaramillo.
Coco sigue de brazo en brazo recibiendo mimos y atenciones. El cachorro sólo quiere el calor de los abuelos y abuelas para sentirse vivo. A cambio, ellos lo han convertido en el último recuerdo de su olvidadiza memoria.
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