Amigo Vallejo: “Donar órganos es un acto grande de amor y caridad”

Amigo Vallejo ha participado activamente en la vida de Marchena, con una calle a su nombre, vino a inaugurar el nuevo templo de Madre de Dios y la restauración de Santa Isabel. “En Marchena me han tratado con muchísimo cariño” dijo teniendo un recuerdo para las comunidades de monjas. También afirmó que Marchena tiene una Semana Santa magnífica, dignas de cualquier sitio, “pero a veces es desconocida por la luz tan grande de lo que tienen tan cerca”.

-¿Cómo se relaciona el espíritu franciscano con las donaciones de órganos?

-Aquel que mira a Dios tiene que mirar a su hermano. Dios no se contenta como padre con que se abandone a sus hijos. El epíritu franciscano lleva a encontrase con el hombre vivo, -no como idea-, sino la carne viva de Cristo. Y hay muchas personas con limitaciones por tener el organismo deteriorado y necesitan la ayuda de los demás para poder recuperar la salud. Aquí hay un sentido grande de amor y caridad, de dar aquello que uno tiene, que muchas veces no lo necesita, por circunstancias de fallecimiento. También de otro tipo de donaciones, como sangre o tejidos. Es un acto muy grande de caridad y de amor. A veces hay recelos en las donaciones, pensando que si haces algo tan heroico como donar te va a pasar algo malo, es totalmente absurdo. Es casi blasfemo pensar que Dios va a castigar a uno por hacer el bien. Y hay esta consideración de la persona como lo más grande que Dios nos ha dado y tenemos que cuidarla entre todos.

El Papa Francisco, ha hablado de San Francisco, como persona que cuidaba de la creación, una de las mejores formas es cuidar del hombre que ha tenido una limitación.

-El grupo de trasplantados de Marchena-Paradas-Arahal nace a partir del impulso que se le da a las donaciones desde el Arzobispado desde dentro de las hermandades. Y ha dado unos frutos que aún perdura.

-He colaborado todo lo que he podido, pero sobre todo el doctor Bernal que ha llevado este asunto con interés, conocimiento y eficacia. Yo le agradecí mucho que me permitiera poder colaborar con ellos en el ámbito que me concernía. Desde alguna pastoral, como “No te lleves al cielo lo que necesitan tus hermanos aquí en la tierra” y otras como mi presencia en este acto de Marchena he podido contribuir en ayudar a las personas, animarles y quitar prejuicios. Ha habido momentos emotivos como el bautizo de una niña cuya madre vivió gracias a un trasplante y pudo tener a su niña. Todo estábamos felices de poder contribuir a esta felicidad. Después unos encuentros que teníamos y una celebración anual con traplantados de todas las categorías sociales y muy famosos en Sevilla y entorno. Y era una satisfacción ver a esas personas llenas de vida y agradecidas como una monja de clausura que donó sus córneas y gracias a ellas un padre de familia podía ver. Las hermandades que tienen sus pecadillos, también tienen virtudes, como la sensibilidad ante los problemas de la gente. Hay hermandades que realizan obras extraordinarias, de una forma callada. Si hay un estreno en una cofradía todo el mundo se entera, pero también hacen obras admirables y lo hacen de una forma discreta.

-¿Cree que con este nuevo papa, el mensaje de San Francisco está más presente que nunca?

-La verdad es que cuando estábamos en el cónclave eligiendo al Papa, le preguntamos con qué nombre quieres que te llamemos y el dijo Francisco. Y la verdad que pensaba que pensaba que sería Francisco Javier, Francisco de Borja, grandes santos de la compañía de Jesús, ya que él es Jesuíta y tras un aplauso añadió que su nombre era en honor a San Francisco de Asís, y todos quedamos emocionados. El Papa es Jesuíta y con un sentido grande del discernimiento dijo, en estos momentos necesitamos recuperar el mensaje de personas como San Francisco de Asís que cuanto más miran a Dios más se comprometen con servir al hombre. No podemos separar nuestra fé de lo que supone el servicio y la ayuda a los demás.

-¿Hasta dónde cree que este nuevo Papa podrá reformar la iglesia?

-Bueno, no es que la iglesia esté derrumbada. Hay una escena de la vida de San Francisco en la que un crucifijo le habla y le pide que reconstruya su iglesia, y el va a reconstruir una iglesia derruida en las afueras de Asís, San Damián. Pero era una metáfora. De cuando en cuando Dios envía hombres llenos del mejor espíritu que ayudan. En las cosas humanas, la rutina y los intereses nos hacen olvidar lo esencial y de cuando en cuando, aparece un Juan XXIII, o un San Francisco o este Papa que nos ayudan a ver la realidad de nuestra vida como personas y cristianos.

-¿Cómo podrían en Sevilla y provincia las hermandades acercarse más a éste espíritu de humildad y de pobreza? 

-Las hermandades tienen tres columnas, -como toda la religiosidad popular- que son la fé, la familia y la cultura de su pueblo, por ejemplo las saetas de Marchena, que son únicas y la gente vibra con eso y es que están hablando como yo siento. A veces la gente que se equivoca cree que es solo los adornos o el cante. No, no, las hermandades saben muy bien, que son asociaciones de fieles de culto y caridad. Honrar a Dios y ayudar a sus hijos débiles. Las 640 hermandades de la diócesis de Sevilla tienen bolsas de caridad aunque no todas son iguales.

-¿La iglesia está respondiendo a las necesidades de la gente en esta situación de necesidad?

Sólamente hay que ver los números, incluso mucha gente que están lejos de nosotros, de nuestra creencia que ayudan porque ven la necesidad. Obras de promoción de empleo, ayuda a los inmigrantes, apoyo a familias que han quedado en paro, algo desbordante. Se está reconociendo ésta labor y todo se hace por las ayudas de los fieles. Quizá no se publique todo. La iglesia está preocupada por la fidelidad a Jesucristo no porque le aplaudan. Esto lo podríamos trasladar a las hermandades, que lo que buscan es seguir la fe de Jesucristo, a veces lo externo nos engaña, pero tenemos que profundizar e ir al fondo. La iglesia está realizando una labor admirable, ejemplar.

-¿Qué destacaría de las hermandades de Marchena?

-Este sentido de la tradición en su forma de hacer hacer las cosas, digo Marchena y casi se me pega el acento. Pues todo esto es vida y la fe la expresan con su gente, con su pueblo, su música. El marchenero sabe muy bien, lo que significan sus cofradías y su Semana Santa. Les recomiendo que sean fieles a su fe y su familia, cultura y tradición. Tienen en su casa valores que le van a ayudar muchísimo a ser unos auténticos cristianos.