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Coronavirus

A dos metros de la salud

Tussam instalará 23 puntos de recarga para sus autobuses eléctricos

Laura Beneyto

A nadie escapa que 2020 es, probablemente, el año más complejo que hemos vivido por todas las circunstancias que nos rodean y que afectan a prácticamente todos los aspectos de nuestras vidas. Las mascarillas comenzaron a tomar las calles, la población se vio obligada a quedarse en casa durante tres meses y la vuelta paulatina a la “nueva normalidad” hizo que los ciudadanos, poco a poco, fueran saliendo a la calle y, con más o menos complicaciones, rehicieran su vida.

Hoy en día, en todo lugar que escape al ámbito privado es obligatorio el uso de la mascarilla; ya sea andando por la calle, en un centro comercial, en el parque e, incluso, en el transporte público.

Según explica la psicóloga Annabel Soto, la situación de incertidumbre que genera el devenir de la pandemia en la población provoca “ansiedad anticipatoria”, debido a que las personas no tienen el control sobre lo que va a ocurrir. Un ejemplo de esto se vio tras el anuncio del decreto de estado de alarma. La primera vez iba a ser solo por quince días, pero duró meses y, esta vez, ha sido anunciado hasta el mes de mayo, causando quejas desde varios sectores.

Transporte público

Durante el confinamiento, los transportes públicos vieron reducido su servicio para atender a la necesidad de los grupos de trabajos que seguían acudiendo a sus puestos. Además de eso, tanto Metro de Sevilla como la empresa municipal de trasporte público Tussam bajaron el número de plazas de cada unidad para mantener, en la medida de lo posible, la distancia de seguridad de los viajeros.

En el caso de Tussam, en su página web se explican sus medidas con motivo del COVID-19, las cuales consisten en la limpieza y desinfección diaria de los vehículos, la obligatoriedad del uso de mascarilla y la modificación del horario de las líneas nocturnas. Además, se recomienda el uso de su servicio con tarjeta multiviaje para evitar el pago en metálico y guardar la máxima distancia posible entre los viajeros. El aforo se redujo en las plazas de pie al 75 % de las habituales, pero se mantuvo el 100 % de las sentadas. Respecto al tranvía, solo se añade la explicación de que el conductor será el encargado de abrir todas las puertas. Destaca el hecho de que no se hace mención expresa al tratamiento de los sistemas de aire acondicionado, algo que se ha criticado en diferentes entornos.

Centro comercial Lagoh, con medidas preventivas como el control de aforo.

Por su parte, Metro de Sevilla ha incorporado máquinas de autoventa de gel hidroalcohólico y mascarillas en diferentes estaciones y, al igual que Tussam, la obligación de usar mascarilla. Además, por las noches se realiza de forma periódica una desinfección general de los vagones, igual que en la parada inicial del recorrido. En lo que al aforo respecta, se ha redujo a, aproximadamente, el 75% de pie y, de las plazas sentadas, hay múltiples señalizadas que no pueden ser usadas por los viajeros para mantener la distancia posible.

Transportes públicos

No obstante, no hace falta más que visitar una parada de autobús o una estación del subterráneo para percibir que, por lo general, los usuarios no se sienten del todo seguros. «La verdad es que no me gusta mucho tener que coger el metro porque no te queda otra que andar agarrándote a las barandillas que antes han tocado cientos de personas y, como tú no lleves, no dispones de gel para lavarte las manos», comenta un joven que tiene que tomarlo para ir a clase. Por su parte, una usuaria de la línea 32 de Tussam comenta que no tiene tengo coche, y necesita «coger el autobús para ir a comprar al centro, pero no me genera mucha seguridad tocar los botones de las paradas o las barandas”.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la distancia de seguridad es fundamental, puesto que cuando alguien tose, estornuda o habla, despide por la nariz o la boca unas gotículas de líquido que pueden contener el virus. Si la persona tiene la enfermedad y no se respeta la distancia física, mínima de dos metros, podemos respirar esas gotículas y con ellas el virus de la COVID-19. Sin embargo, por parte de la Asociación de Transportes Metropolitano (ATUC), su secretario general, Jesús Herrero, comentaba que no ve mal que se ocupe el 100 % de plazas de asientos, ya que «la normativa lo permite y la posibilidad de contagios en los transportes públicos es muy baja, porque no hay interacción entre las personas”.

Reducción de plazas

En última instancia, las nuevas medidas anunciadas por la Junta de Andalucía han obligado a reducir al 50 % las plazas de pie y sentadas en los transportes públicos. Además, en el caso de Metro de Sevilla, se informó que en las estaciones fuera de la capital habría revisores que controlarían el cumplimiento de la prohibición de salir de los municipios, sin embargo, en la práctica, es difícil encontrar uno en estas estaciones. Por su parte, otro sector que también se ha visto afectado por la situación del virus y, por ende, por las normas excepcionales de los diferentes gobiernos, han sido los centros comerciales, que actualmente cuentan con una limitación del 50 % de aforo.

Jesús Herrero no considera necesaria la instalación de dispensadores de gel hidroalcóholico, ya que “cuanto más azúcar, más dulce, pero en algún lugar habrá que poner los límites”. Según explica, no hay dinero para acometer tantas medidas que requieren una vigilancia para, dice, un beneficio muy bajo.

Para comparar con Tussam y el Metro podemos echar la vista al centro comercial más grande de Sevilla, como es Lagoh, que ha obtenido el certificado SGS que asegura que los sistemas o servicios cumplen los requisitos de las normas, así como el de entorno limpio y seguro frente al coronavirus. No obstante, al igual que en el caso del sello Aenor de Tussam, se desconocen los criterios seguidos.

Centros comerciales

A diferencia de los transportes públicos consultados en Sevilla, el centro comercial está equipado con múltiples dispensadores de gel hidroalcohólico en diferentes puntos. Hay muchos puntos en este sentido. En el suelo, hay flechas que indican la dirección a seguir para evitar aglomeraciones y, en las puertas de las tiendas, hay unas marcas para mantener la distancia de seguridad en las mismas. A título individual, cada tienda cuenta con su dispensador, así como sus propias indicaciones en el suelo o acotamientos en la entrada y la salida para controlar el flujo de personas.

Así pues, aunque las empresas públicas de transporte han tomado medidas, algunas de ellas forzadas desde las administraciones, se observa que el público no se siente del todo seguro y pide más seguridad. Sin embargo, esa seguridad pasiva sí se aprecia en sitios privados como los centros comerciales.

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