Análisis
Los incendios, de uno en uno, por favor
Los incendios de uno en uno, por favor
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Sólo cuando eres testigo de un incendio en el que peligra la vida de personas o, incluso, en el que se han registrado muertes, eres consciente de que invertir en seguridad es el gasto mas preciado, porque se pone en valor la vida humana.
Las casualidades existen más veces de las que una quisiera. Hoy se han registrado en Arahal, una población de casi 20.000 habitantes, dos incendios casi a la misma hora. El segundo de ellos comenzó en un vehículo pero, por medio del combustible derramado, se extendió a otros tres dentro del casco urbano, al pie de varias viviendas.
El fuego, que en principio no debía revestir gravedad, acabó con una persona herida por intentar hacer la labor de unos profesionales. La razón, estos profesionales, los bomberos no tienen el don de la omnipresencia y, en ese momento, estaban en otro fuego de una torreta de suministro eléctrico en una urbanización a unos seis kilómetros de la calle Manuel Torres, donde ardían los coches.
Tres efectivos para una población de 20.000 habitantes
Y es que quienes se ocupan de tomar las decisiones del reparto de infraestructuras en los pueblos, en este caso reparten el dinero público pensando en las necesidades y siempre se quedan cortos. Lo mínimo son tres efectivos para un parque que atiende directamente a una población de 20.000 habitantes, y que, en más de una ocasión, sirven de apoyo a otras poblaciones.
Estas decisiones, sin duda, juegan con la vida de muchas personas, son pistolas cargadas en una amplia ruleta rusa que no tiene en cuenta ni siquiera las peculiaridades de estas fechas en las que los incendios son más numerosos, diarios y pueden coincidir de manera que, tarde o temprano, un retraso en la llegada de los bomberos puede acabar en tragedia.
El de hoy ha sido uno de esos casos. Las explosiones en la calle Manuel Torres de Arahal eran tan fuertes y el fuego tan intenso que los vecinos sacaron mangueras y cubos de agua para intentar hacer algo, lo que sea, con tal de que el fuego, cuando se presenta de esta terrorífica forma, no haga más daño del imprescindible.
Primero los vecinos, después la policía, corrieron un peligro innecesario pero imposible de evitar. Porque cuando ves que se quema tu vivienda o la de alguien cercano, es difícil quedarse con los brazos cruzados, no se piensa, se actúa, por más que los agentes ordenen lo contrario por el peligro que supone un incendio de estas características.
Varias hipótesis
La dotación de bomberos que hay en Arahal, similar a la de pueblos de estas características, es de tres efectivos y han tardado unos 45 minutos en llegar al segundo incendio registrado, casi a la misma hora. Tampoco lo ha hecho otra dotación de localidades vecinas, no sabemos la razón, quizás sea el hecho de que los incendios se suceden en esta época y todas tienen más trabajo del previsto por quienes dotan de estos servicios a los pueblos.
Lo cierto es que hoy podemos, una vez más, plantear varias hipótesis. Y dar gracias porque ninguna se haya convertido en realidad. Porque tal como está estructurada la disposición de personal en algunos parques de bomberos, los incendios deben ser a la carta y de uno en uno.
Por ejemplo, qué hubiera pasado si en las viviendas afectadas, cuyos ventanales han ardido, hubiera alguien durmiendo, una pareja de edad avanzada, niños. El incendio ha comenzado a la hora de la siesta. Qué hubiera pasado si una de esas explosiones del material eléctrico y combustible de los tres coches, alcanza a un vecino. O si el incendio se extiende al interior de las dos viviendas más cercanas en breve espacio de tiempo.
Una fecha marcada en la memoria
Desgraciadamente, Arahal tiene marcado en la memoria que todo esto puede ocurrir y más. Y hoy este triste y trágico recuerdo del incendio que acabó con la vida de cuatro personas, dos abuelos y dos nietos de este pueblo, en noviembre de 2014, ha vuelto a los vecinos de la barriada de Lalais.
Por eso no entienden que, con sólo dos efectivos más en el parque de la localidad, ubicado a menos de 50 metros del incendio de hoy, el fuego no hubiera pasado de escasas dimensiones. Y no hubiera puesto en peligro la vida de varias personas.
Las necesidades son muchas pero la seguridad, a todas luces, debe ser una prioridad. Seguro que en este argumento no caben ideologías.
Por eso, dejando a un lado la labor de informar, este artículo sólo pretende ser una llamada de atención a quién corresponda, desde la administración local a la provincial, para que piensen en que las casualidades existen y, cuando se trata de añadir desgracias a la actualidad, los astros se alinean y todos los efectivos son pocos. Pero, en la actualidad, cubriendo estos servicios y en estas circunstancias veraniegas, no se dispone ni de los imprescindibles. Y hoy ha quedado claro.
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