Arahal
La salud con letra entra
C. González/ Arahal
La sala de espera de Pediatría del Centro de Salud de Arahal está abarrotada de pequeños con sus madres, principalmente. Alguna dolencia o «problemilla» los ha traído a ver al pediatra pero, mientras les toca entrar, se entretienen conociendo la belleza de «Blancanieves y los siete enanitos», viviendo aventuras con «Los cinco y el tesoro de la isla» o aprendiendo el mundo en pareado de Gloria Fuertes y su hada acaramelada.
Han instalado un punto de lectura ubicado en esta sala del centro con unos 50 libros y cuentos infantiles, de títulos en los que imaginar es fácil porque los niños leerán las historias de siempre en el formato de toda la vida: un libro.
La idea surgió durante la celebración de la última Semana de la Salud que en Arahal interrelacionada a muchas áreas de la administración, asociaciones y personas para hablar de hábitos saludables, tanto físicos como mentales, y para ayudar a practicarlos cada día.
Uno de los problemas que se trató y fue motivo de charla en los colegios, es la cantidad de horas que ahora los niños se pasan con los móviles o cualquier otro dispositivo electrónico, en contra de los libros y de su propia imaginación.
Una de las técnicas de la biblioteca de Arahal, Argeme Pérez, propuso a la directora del Centro de Salud, Macarena Rodríguez, establecer este punto de lectura para «que los niños dejaran de mirar el teléfono móvil y darle la posibilidad de engancharse al hábito de la lectura«.
Lleva apenas dos días la estantería colocada y, durante el tiempo de las consultas, se puede ver como los pequeños se acercan a los libros a veces para echarles un vistazo, otras para leerlos concienzudamente y, otras, como la pequeña que aparece en la foto, para ordenarlos a su manera, cogiéndolo y soltándolo mientras su madre, detrás, intenta que no los tire al suelo o los dañe.
Tanto Macarena como Argeme, impulsoras del proyecto, saben que algunos de estos libros desaparecerán, otros estarán estropeados al poco de ponerlos, pintados o con hojas sueltas, pero les basta con que un solo niño o niña disfrute con la lectura de uno de ellos. «Porque aunque no lo creamos, hay familias que no tienen acceso a la lectura y todo lo que podamos hacer por mejorar, lo haremos».
Por eso, el compromiso de ambas no se queda en poner la estantería y olvidarse, sino que cada dos semanas la bibliotecaria dará una vuelta por la sala de pediatría del Centro de Salud para hacer recuento, retirar los deteriorados y reponer este punto de lectura con nuevos títulos, de forma que los pequeños que lleguen a ver a su pediatra, puedan, mientras esperan, saber cómo, a veces, las apariencias engañan y un gato con botas, que solo caza ratones, es un experto conocedor del mundo, inteligente y audaz. Porque la mejor herencia que te pueden dejar es un amigo y un libro. Sólo tienes que leer «El gato con botas» para averiguarlo.
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