Arahal
Carmen Minguet, 107 años de historia de una mujer valiente, buena y luchadora
Esta mujer es la más longeva de Arahal y, posiblemente, una de las más longevas de Andalucía
C.GONZÁLEZ Arahal
Carmen Minguet Pérez cumple 107 años hoy, nació el 9 de julio de 1910. Tenía 26 años recién cumplidos cuando empezó la guerra civil, donde perdió a su hermano, un hombre de bien, trabajador del campo junto con su padre, que el día que entraron las tropas nacionales había ido a ver a su novia. Esos hechos marcaron parte de su vida, 107 años de lucha que hoy resume su familia porque a ella le cuesta hablar. Esta es la historia de una mujer buena y valiente.
La vida de Carmen la sostiene el amor de su familia que la cuida y mima cada segundo de su existencia. Año tras año tiene su tarta y aguanta en la silla sentada junto a sus nietos y biznietos el tiempo que haga falta para disfrutar del momento. Resiste hasta convertirse en objeto de admiración, no sólo para la sociedad que la rodea, sino en el Hospital de Valme (Sevilla) donde es la paciente más longeva en el área de cardiología y, posiblemente, en el resto de especialidades del centro sanitario. Está entre las mujeres mas ancianas de Andalucía.
Hace sólo un año le pusieron un marcapasos cardiaco. Era el segundo, el anterior le había durado 16 años. Su hija y nieta, María del Mar, auxiliar de Atención y Ayuda a Domicilio, la llevaron en taxi hasta el hospital. Decidieron ponerle anestesia local por el riesgo que suponía dormirla completamente con 106 años. Antes de dos horas iba camino de su casa, perfectamente después de hacerse fotos con media planta de Valme y recibir el cariño de los profesionales. ‘Me dijeron que a las dos horas le dolería y que le diese una pastilla para el dolor, un año después todavía estoy esperando que llegue ese dolor, no se quejó’, cuenta Encarna un poco de broma.
Las palabras con la que la define su familia son ‘valiente y buena’. Vive en la calle Arroyo número 6 de Arahal. Rodeada de su hija (Encarna García), yerno, nietos, biznietos y hasta vecinas.
De las mujeres que más ha pasado en Arahal
Carmen es una mujer diminuta, siempre estuvo delgada lo que hace conserve una piel inusual en una persona con más de un siglo. Pero ha sido muy fuerte, tanto que su hija Encarna asegura que ‘ha sido de las mujeres que más ha pasado en Arahal y aquí está, merece todo y por eso su familia se lo ofrece’.
Incluso cuando ha tenido la familia que salir a hacer gestiones imprescindibles, las vecinas están a su disposición para estar con ella. No tienen ayuda externa para cuidarla. Come estupendamente y quiere su baño diario, que le dan en función de los turnos de trabajo de María del Mar. Para ella, el nido familiar que la acoge se convierte en la mejor de los medicamentos. ‘No es ni diabética, puede comer los dulces que le apetezca’, comenta su hija.
Carmen desde muy joven se iba al campo a trabajar con el padre, eran cuatro hermanas, ella la mayor y después María, Dolores, Rosarito, y un hermano, Miguel. Una familia con dos yuntas de mulos, lo que en aquellos años era casi un privilegio, y tierras. Apenas era una adolescente y se ponía mano a mano con dos trabajadores que ayudaban al padre a sembrar de todo y aguantaba su compás, a pesar de lo duro que era ese trabajo. ‘Ella cuenta que iban a ver las ‘gilás’ (filas) de garbanzos sembrados que ella hacía; ha regabinado, ‘esvaretado’, sembrado de todo, maíz, trigo, garbanzos, algodón, ha recogido de todo’, cuenta su hija.
Es la historia de una familia trabajadora de aquella época que empezaba el día a la salida del sol y lo terminaba cuando se ponía para facilitar el sustento de todos. Hasta el día que desapareció su hijo Miguel. Un hombre que lo único que hacía era trabajar en el campo. ‘Tenía novia y ese día, cuando entraron las tropas en Arahal, lo habían vuelto para atrás, se arregló para ir a ver a la novia y cuando llegó a casa de ella, no estaba, había salido con la madre. En ese momento lo cogieron y acabaron con él en la calle Felipe Ramírez’, cuenta Encarna.
‘Tardaron tres meses en abrir la olla’
Al día siguiente, las dos hijas mayores que no sabían leer ni escribir fueron hasta el Ayuntamiento para ver las listas de desaparecidos y allí estaba el nombre del hermano, aunque ni siquiera llegaron a ver el cuerpo. Las amenazaron y se volvieron a su casa, con el dolor a cuesta. Ese día, dicen, habían puesto una olla con potaje de garbanzos. ‘Tardaron tres meses en abrir la olla, la pena los devoró. Mi tío no estaba metido en nada político, su casa, el campo y su novia, nada más’
A partir de ese momento, fue como si la desgracia cayera en la casa de Carmen. El padre en poco tiempo lo perdió todo y comenzaron a subsistir como muchos vecinos de Arahal en esos días. Tres años de guerra civil y más de 40 de posguerra. Después de que la familia perdiera las tierras, trabajó muchos años en la la fábrica Agroaceitunera La Palmera y cuidó de su padre y de su madre. La familia no puede precisar cuántos pero había empezado de soltera y Carmen se acuerda de verla salir para la fábrica dedicada a la selección y relleno de aceitunas, hoy día cerrada y dando nombre a un barrio.
Después fue la cocinera de la familia de Dolores de Zayas y Sergeant, nacida en Arahal y mujer de José Torres Ramírez, nacido en Osuna, una familia de abolengo que la llamaban, no sólo para el día a día, sino cada vez que había una comida con invitados. ‘Cocinada estupendamente’, aseguran.
Carmen sólo ha tenido una hija, Encarna, pero ha criado a otros 5 sobrinos y ha vivido en 6 calles distintas de Arahal, Castelar, Miraflores, Cruz, Puerta Osuna, Dorado y Arroyo. Con un sentido de la vecindad como el de antes, cuando la familia se extendía a las casas del barrio, donde todos estaban para todos. ‘Mi madre asistió a la vecina hasta la muerte, estaba al pie de su cama cuando falleció’, dice.
Encarna se ha llevado a sus padres a Cádiz, destino de la empresa en la que trabajaba su marido. Allí pasó 11 años de su vida. ‘Me vi muy arropada por mis vecinas de la barriada de Loreto, mi madre era un personaje. Un día con otra vecina de su edad, se fueron solas a Jerez de la Frontera, de turismo’.
Carmen ha trabajado mucho y ha sido fuerte para aguantar los duros momentos de la vida. Pero ‘le tocó’ dice Encarna un marido ejemplar, que la quería con pasión. Como anécdota cuenta que le llamaban Frasco El Largo, porque medía 1,98 metros, estatura muy por encima de la media de esa época. Y, además, está rodeada de un amor incondicional que la envuelve cada día de su familia y hasta de las vecinas. Ese amor es, sin duda, la receta para su longevidad.
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