Rufopato se posiciona contra las perreras municipales por ser «ilegales»

Las perreras municipales son metálicas y se ubican tras el parque de bomberos

Juan Manuel Fernandez Perea, Presidente del Refugio Rufopato de Marchena, organjzación de voluntarios que actualmente da cobijo a 40 perros en una nave municipal del Poligono Pemar advierte que las perreras municipales ubicadas tras la explanada del Parque de Bomberos (Polígono Camino Hondo) son «ilegales» ya que no cumplen con la normativa» señala en declaraciones a ésta redacción.

Perreras municipales

Actualmente Rufopato desarrolla los proyectos Honderzog y Vida Digna para la mejora de las condiciones de vida de los perros que recogen. Proyecto Honderzog consiste en construir tres cercados de 4x5m y 2 cercados de 4x 10m para albergar animales viejos y en tratamiento que la mayoría de las personas no quieren adoptar.  Si quieres colaborar puedes hacerlo colaborando con un donativo de 1€ al mes.  https://www.teaming.net/refugiorufopato
(Ibam ES70 2100 8462 8121 0016 3217 La Caixa). Por el proyecto vida digna se han construido desde enero nuevos cercados para que los perros no estén encerrados, ahora con espacios a la sombra. También desarrolla un prograa d charlas de concienciación en centros escolares sobre el abandono animal.

Proyecto vida digna en el refugio Rufopato

Las perreras municipales de chapa no cumplen la normativa según Rufopato

Dichas perreras municipales construidas con láminas de chapa son ilegales seegún el presidente de Rufopato porque «no cuentan con la extensión mínima de tres metros cuadrados» explica. Además, los animales que recoge la Policia Local y que son enviados a dicha perrera «están abandonados los fines de semana cuando  los empleados municipales encargados de cuidarlos, no trabajan».

Fernandez Perea asegura que no ha dado el visto bueno, ni autorizado directa o indirectamente, ni tuvo conocimiento de que estas perreras municipales se iban a construir. «Por lo tanto desmentimos lo que dijo en el último pleno el concejal Manuel Suárez refiriéndose  a que dichas perreras fueron construidas con el visto bueno de Rufopato» explica. «Dimos el visto bueno a otro proyecto que si cumplía con la ley que tenía habitaciones con desagues individuales para el aseo de cada perro, pero no dimos el visto bueno a estas habitaciones de chapa, que cuando hace calor fríe a los perros». Señala además que las condiciones de las perreras municipales no son idóneas para los canes.

Este perro se llama Zeuz y esta en adopción en la sede de Rufopato

Tampoco se muestra de acuerdo con el protocolo seguido por el Ayuntamiento para la gestión de perros abandonados. «Según se nos ha informado la Policía Local tiene orden  del concejal responsable de recoger perros abandonados o potencialmente peligrosos y llevarlos las perreras municipales donde no están debidamente cuidados y donde sospechamos que tras diez díaz son entregados a otra perrera», señala Fernández Perea.

Duna es otro de los perros en adopción en la sede de Rufopato

Fernández Perea señala que la Alcaldesa Mar Romero no entrega la documentación que se le pide sobre la empresa que recoge los canes de la  perrera municipal.  «Creemos que se trata de una perrera y no de una protectora, ya que actualmente no hay protectoras en toda la provincia de Sevilla que tengan acuerdos con Ayuntamientos». El presidente de Rufopato muestra su convicción de que dichos animales son finalmente sacrificados aunque no tiene constancia de ello.

El refugio Rufopato negoció hace varios meses con el Ayuntamiento un acuerdo que no llegó a buen puerto. «Nos pedían que recogiéramos 100 perros al año a cambio de darnos 3.000 euros», algo que Rufopato dice no poder asumir con el equipo de voluntarios e instalaciones actuales. Tras esta falta de acuerdo el Ayuntamiento optó por construir unas perreras metálicas adjudicadas a la empresa de un ex concejal según denunció en el último pleno el PP. Explican que el Consistorio aporta cinco sacos de pienso al mes cuando les prometieron 40. Rufopato afirma tener contrato vigente por escrito sobre cesión de nave municipal que usan para el refugio canino.