Cultura
García Márquez: «Aquí no hubo guerra, hubo personas a las que amarraban las manos y llevaban a la carretera de Morón, Mairena o al cementerio y las mataban»
El libro Una razia espantosa. Arahal 1936, fue presentado a última hora de ayer, Día de la República, en la Casa del Aire
C. GONZÁLEZ
La presentación del libro escrito por José María García Márquez, Una razia espantosa, Arahal 1936, ha sido una exposición de motivos sobre lo que consideran una injusticia histórica ocurrida, no solo en esta localidad, sino en el resto de España. «Aquí no hubo guerra, aquí hubo personas a las que amarraban las manos y se las llevaban a la carretera de Morón, a la de Mairena o al cementerio y las mataban», dice el escritor.
En el libro se habla de todas las víctimas de la guerra en este pueblo, de ambos bandos, y se hace un recorrido sobre desaparecidos, ejecutados por consejos de guerra, prófugos, personas en paradero desconocido, huidos, muertos en prisión, exiliados, todo después de hacer una introducción sobre la situación histórica desde la República hasta la Sublevación y después la Guerra Civil Española y sus consecuencias.
Con nombres y apellidos, citando las fuentes, con historias personales contadas principalmente por familiares y algún testimonio, pocos, de aquellos que quedan vivos. Porque, según el escritor, han tardado tanto en hacer una Ley, la Ley de Memoria Histórica, que muchos de los que vivieron la represión eran niños, y o no están en condiciones psíquicas para recordar o han fallecido. «Las instituciones no se han ocupado de recoger sus testimonios y muchos se han muertos asqueados por no saber por qué durante tantos años no se ha hecho nada». Incluso, apunta García Márquez, que la mayoría de las administraciones no cumplen con esta ley, «otro motivo de agradecimiento al Ayuntamiento de Arahal que sí lo ha hecho».
Una parte de la verdad
El autor del libro aclara en su presentación que «no tengo la intención de decir que esta es la verdad, es solo una parte de la verdad» y para construirla se ha contado con documentación, con fuentes, «hasta ahora la historia se ha basado en bibliografías». Para García Márquez la historia se comienza a «reescribir desde los pueblos, cada investigación avanza más en la visión de un guerra que hasta ahora ha estado llena de deformaciones y tópicos».
En su exposición, asegura que se está tratando con «falta de sensibilidad» la memoria histórica de manera que en la población «ha quedado adormecida» o negada. Y denuncia que aún hoy, en la democracia, siguen sin aparecer los archivos de la Guardia Civil, Ejército y Policía por lo que «el historiador tiene que buscar fuentes colaterales, todavía se mantienen clasificados documentos del año 36 al 40, con la excusa de que afectan a la Seguridad de Estado», aunque el escritor cree que afecta «a algunas conciencias».
En cada investigación encuentra muchas dificultades. «Tenía que haberme dedicado a escribir sobre Hermandades que es lo único que se puede investigar en este país» asegura García Márquez y, apunta, como ejemplo, que los documentos de la Comandancia militar referentes a Arahal «en teoría están en Madrid pero allí nadie sabe dónde».
Para situar al público asistente en el contexto histórico del libro, el autor se pregunta por qué se llamaba Nacionales a uno de los bandos. «No eran nacionales, eran bandas armadas, bandidos con algunos falangistas a los que le pagana 5 pesetas para venir a Arahal» igual, dice, que «ni Queipo de Llano ni Franco eran generales, estaban expulsados del Ejército». Para el escritor, no existe «rigor histórico» porque el lenguaje utilizado «está intoxicado» y han construido la historia en función de los intereses y visión del vencedor.
Como ejemplo relata y explica como era Arahal en tiempos de la II República. «Había de un 35 a un 40% de paro que bajaba al 25% en plena cosecha, entonces no existía el subsidio ni paro ni ningún tipo de prestación, la gente pobre se llevaba años sin probar la carne» y describe como «el Ayuntamiento y las Hermandades organizaban repartos de pan».
Afirma que Arahal era un pueblo de los más ricos de Andalucía, pero la riqueza no estaba «bien distribuida» lo que llevó a los trabajadores a movilizarse y organizarse. «En estos años, estaba sindicalizado el 70% de los trabajadores de Arahal lo que obligó a cambiar el panorama, no podían seguir humillados» pero en este contexto histórico, sentenció, mandaban «los ricos, con la guardia civil y 4 capataces y los trabajadores llegaron para atacar sus intereses».
Al acto de presentación del libro, que casi llenó la Casa del Aire, asistieron el alcalde de Arahal, Miguel Ángel Márquez, la cantautora Lucía Sócam que amenizó el acto con varias de sus composiciones y José Luis Soria, presidente de la Asociación de Memoria Histórica de Arahal, impulsora de este proyecto desde que se formó en junio de 2013.
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