Cultura
Años y décadas al servicio, por amor, de sus imágenes
La llegada de la Semana Santa hace que determinadas costumbres, ciertas situaciones y especiales emociones florezcan cada año por estas fechas. En época de Cuaresma y a muy pocos días de ver la primera Cruz de Guía en la calle, es habitual comprobar cómo un pueblo se prepara para la Semana Mayor: Vecinos engalanando sus casas y balcones, trabajadores municipales acondicionando las calles y, dentro de las Hermandades, hermanos y devotos ultimando todos los detalles para el gran día: la salida procesional. Para esta, son muchas las tareas y personas las que se necesitan. Un colectivo indispensable para esa cita marcada en rojo en el calendario es el de las camareras. Un grupo de señoras encargadas de, entre otras muchas funciones, ayudar al arahalense Paco Rodríguez a vestir a sus titulares. En el caso de la Hermandad de la Esperanza, son seis mujeres que atesoran muchos años y experiencia desempeñando “un privilegio” que hacen con el mayor cariño y amor posible. Saben que es una responsabilidad grande, pero estar cada año frente a la Madre de Dios mirándola a los ojos y a tan poco centímetros de su rostro es un sentimiento sencillamente “indescriptible”. Con cuatro de ellas, hemos hablado en este reportaje para saber un poco más sobre su cometido.
A. SOLANO @alejandrosola11
“Guapa”, “qué bonita está” o “mira que elegante va” son parte de los comentarios que suelen escucharse cuando muchos de los palios de la Semana Santa pasan por delante de los ojos de sus devotos. Admiración, fascinación entusiasmo, emoción… forman parte de los sentimientos que provocan el trabajo de una gran cantidad de personas dedicadas a hacer todo lo posible para que sus titulares salgan a la calle con esa belleza propia que les caracteriza.
Uno de esos colectivos, entre otros tantos, es el de las camareras de cada una de las Hermandades. Mujeres que, con amor y pasión (y orientadas por los priostes), ayudan, embellecen y preparan a su Virgen y a su Cristo para los diferentes actos religiosos de su Cofradía. En el caso de la Hermandad de la Esperanza de Arahal, son Matilde Caballero, Mercedes Saborido, Pepita Lobato, María Luisa Troncoso, Chelo Brenes y Antonia Mari Moreno, seis hermanas esperancistas que no entienden su vida sin ese amor incondicional al Cristo de la Esperanza y a la Virgen de las Angustias.
Cada Semana Santa y en varias ocasiones al año, tienen “el privilegio” de mirar frente a frente y a los ojos a sus titulares, en especial, a la Virgen (ya que es la imagen que necesita mayor preparación) y pueden engalanar con sus manos a la Madre de Dios mientras le rezan y piden por sus seres queridos, al mismo tiempo que le agradecen su protección y compañía.
“Es algo maravilloso. Mientras le pones un alfiler, coses algo o le coges la mano, le rezas, le pides, le hablas por dentro y le das las gracias cara a cara, a su misma altura, mientras ella te escucha. Eso es lo más bonito que hay y es todo un privilegio”, reconoce María Luisa Troncoso al tiempo que se le escapa alguna lágrima de tan solo recordar esa solemne y respetuosa vivencia que experimenta desde hace unos 8 años.
Es, sin duda, uno de los momentos más especiales del año para ellas. Llevan desde pequeñas “respirando Esperanza”, viviendo la Hermandad de cerca y sintiendo la fuerza que le confiere “el Crucificado” y su Señora Madre cada día. “Esta ilusión de estar al lado de ellos y preparar la saya y las prendas para vestir a nuestras imágenes me da vida”, comenta Pepita después de 23 años en el cargo.
Por eso, cuando las Juntas de cada época propusieron sus nombres no tuvieron dudas en aceptar. De hecho, guardan las cartas de ese momento como si de todo un tesoro se tratase. “Amamos a nuestros titulares y a la Hermandad. Gracias a nuestras familias, hemos vivido esto desde pequeñas. Por eso, que te designen para una tarea como esta (que a mucha gente le gustaría hacer) es un auténtico orgullo”, declaran.
Un orgullo que recompensa las horas dedicadas y el duro trabajo realizado por la causa. Y es que ayudar al arahalense Paco Rodríguez (al que consideran un hombre de gran creatividad, arte y sabiduría) a vestir a las imágenes antes de la Semana Grande es una de las funciones encomendadas, pero no la única. Son muchas las tareas que una camarera realiza durante todo el año: “Tenemos que estar preparadas para todo…para un planchado durante el Quinario, para arreglar algo que se pueda romper, mantener y cuidar los altares , organizar y colocar manteles y resto del material, vestir a San Juan o a la Magdalena… En definitiva, no hay prácticamente un día en el que no hagas nada por la Hermandad porque, además, algunas de nosotras tenemos otros cargos. Así que estamos disponibles para todo lo que se nos requiera”, dice Matilde que, junto a Pepita, también va para el cuarto de siglo al lado de la Virgen de las Angustias. “Y lo que nos queda porque aquí estaremos hasta que nos echen” bromean todas, dejando claro que tienen fuerzas, ganas e ilusión para seguir adelante durante mucho tiempo.
Además de ellas dos, Mercedes es la tercera camarera de la Virgen desde hace más de 10 años. Mientras, María Luisa Troncoso, Antonia Mari Moreno y Chelo Brenes se encargan del Cristo, aunque, al tener menos trabajo, prestan su ayuda a las demás. Eso sí, siempre con el máximo cuidado en cualquiera de las tareas, ya que son conscientes de la responsabilidad y del valor del patrimonio que tienen entre sus manos. “A la hora de planchar o de coser, por ejemplo, no podemos distraernos porque son unas prendas de gran valor que no se pueden estropear”, nos reconocen mientras reflejan en sus caras las ganas de volver a ver sus imágenes por las calles de Arahal.
Ya solo faltan unos días para a vivir ese deseado Viernes Santo. Un día en el que todo el pueblo puede apreciar parte de ese trabajo que realizan en el año y gracias al cual su Cristo de la Esperanza y su Virgen de las Angustian lucen más resplandecientes en una tarde noche especial. Será, pues, una de las próximas escenas inolvidables que sus retinas capten de sus titulares. Hasta entonces, la que ya tienen en sus ojos desde este lunes y, sobre todo, en sus corazones es la de esa meditada, respetuosa e íntima introspección y oración a los pies de su Madre y Señora: la adorada e idolatrada Virgen de las Angustias.
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