Cultura
40 años de hermanos costaleros
José A. SUAREZ.- La Cuadrilla del Señor de la Paz cumplió ayer por las calles de Marchena, 40 años –nacida en 1974- desde su creación como primera cuadrilla local de hermanos costaleros, mientras que su capataz, Antonio Martín, uno de los más prolíficos de la Semana santa local, cumplió 20 años.
Llegó en un día tan luminoso y radiante, tan perfecto y deseado, que algunos costaleros los definían como un sueño que habían vivido apenas sin darse cuenta, después de años de lluvias en Semana Santa. Antonio Sevillano, después de haber pasado 35 años debajo de las trabajaderas del paso del Señor de la Paz, dijo adiós ayer al costal pero deja a sus dos hijos y a toda una tradición, unos lazos de amistad y una forma de ser que han marcado una época. Esta cuadrilla de hermanos costaleros recibió un homenaje hace una semana.
El paso de Jesús de la Paz lució en todo su esplendor después de haber sido restaurado recuperando las distintas tonalidades de la madera, y añadido algunas tallas nuevas. El exorno floral en diversos tonos rojizos realzaba la composición cromática.
Antes de los hermanos costaleros existían los santeros profesionales, como José Gavira. Las diferencias entre pasado y presente eran evidentes. Eran hombres que pasaban hambre, -y bajo los pasos se cobrara veinte duros la hora- daba igual jóvenes que viejos, eran menos que hoy y no conocían los ensayos, ni los costales –salían con cabecera- y los pasos eran mucho más pesados, de madera maciza. La misma cuadrilla sacaba seis o siete pasos y llegaban al final de la semana destrozados y con heridas en la piel del cuello, literalmente sangrando.
La cuadrilla tenía un manijero, el mismo que mandaba las faenas del campo. José Gavira era uno de los manijeros más conocidos, su padre ya lo era y su abuelo también. Su labor consistía en buscar a veinticinco o treinta personas para los distintos pasos, y él tenía que responder de que todo saliera bien. Si alguien fallaba, que era muy común, se repartían el peso y el jornal, entre los demás.
José Gavira apartaba en la zapatería los zapatos que sus hijos estrenaban en Semana santa, y los pagaba el Miércoles Santo, cuando ya había cobrado el trabajo del Domingo de Ramos. Precisamente la falta de santeros hizo a la Humildad cambiar su día de salida al Miércoles santo, ya que había tres cofradías en la calle el Jueves y otras tres el Viernes.
Cobraban a veinte duros la hora, pero a veces hubo desacuerdos , que a punto estuvieron de poner en peligro la salida de algunos pasos. Las negociaciones no cuajaban, y el paso se veía sin gente a la hora de salir. La cosa terminaba con el hermano mayor, un potentado de la época, aceptando el precio que pedía la cuadrilla, según relató José Gavira Ramírez a “El Periodico de Marchena” en 1995. Incluso en ocasiones los desencuentros llevaron a buscar santeros en localidades cercanas como Carmona.
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