Provincia
Un 22 de julio que cambió la vida de un pueblo
Un 22 de julio que cambió la vida de un pueblo
A esta hora, hace 38 años, el miedo se había hecho presente en un cortijo situado a cinco kilómetros de Paradas. Y con todo el poder que tiene lo desconocido e inexplicable, se extendía como la pólvora por toda la comarca. Habían aparecido, de momento, dos personas muertas y otras tres estaban desaparecidas en Los Galindos. Las puertas cerradas, aunque el calor alcanzó ese día los 49 grados, las calles desiertas. Después de tres días, se supo que 5 personas habían sido asesinadas. Y comenzaron las preguntas, muchas de las cuáles hoy, tantos años después, no han tenido respuesta.
22 de julio de 1975. El día amanece a las 7:15 de la mañana. Manuel Zapata Villanueva (59 años), capataz del cortijo Los Galindos, llevaba ya un rato trajinando y preparándose para la jornada. Juana Martín Macías (53 años), su esposa, también. Zapata tenía en mente la distribución del trabajo del día y una serie de recados que debía hacer a primera hora de la mañana en Paradas, a 5 kilómetros del cortijo.
A las ocho de la mañana, Manuel Zapata ya había distribuido el trabajo. El día se presentaba caluroso, como es normal cada año en torno a la celebración del patrón de Paradas, San Eutropio. A Antonio Fenet, uno de los trabajadores, lo mandó a cargo de un grupo de jornaleros a “acuchillar” los olivos, es decir quitarle las varetas nuevas. Ramón Parrilla, uno de los tractoristas, debía seguir regando los olivos con una pipa de agua.
Zapata, de mandados
Una vez todo en marcha, Zapata se traslada a Paradas para hacer una serie de mandados. Uno de ellos es arreglar la guía de un caballo en el cuartel de la Guardia Civil de la localidad; otro, comprar unas medicinas para su mujer en la farmacia. Se sabe por testimonios de varios testigos, que vuelve al cortijo sobre las nueve y media de la mañana, incluso recoge en su coche a un estudiante que hace autostop en la carretera de El Palomar y al que le indica que sólo puede llevarlo hasta el cruce de entrada a Los Galindos. El joven acepta y se va con él.
A esa hora, Juana Martín ha recogido la casa y prepara su siguiente tarea: limpiar la estancia de los marqueses. Su marido llega hambriento y le pide huevos fritos para desayunar. El matrimonio Zapata-Martín se ha comprado una casa en la calle Olivares de Paradas, aunque vive en el cortijo todo el año.
Juana se ha criado con la señora, Mercedes Delgado y Durán, esposa de Gonzalo Fernández de Córdoba y Topete, marqués de Grañina, militar y descendiente del Gran Capitán. El cortijo de Los Galindos fue adquirido en 1.950 por el hermano de la marquesa, Francisco Delgado y Durán, que muere en un trágico accidente de tráfico en Portugal, el 19 de febrero de 1969, pasando entonces a ser propiedad de sus padres, que se lo ceden finalmente a la marquesa.
Casi 550 hectáreas de trigo, cebada y girasol
La finca es una de las más ricas de la provincia, casi 500 hectáreas de tierra que daba buenas cosechas de trigo, cebada, girasol y aceituna, con trabajadores fijos todo el año. El día 22 de julio están en plena campaña del cereal y se afanan en preparar los olivos para la recogida de aceituna en septiembre.
Una vez que termina de desayunar, Manuel Zapata se echa un rato, con ropa y todo, en la cama. Su mujer no recoge ni siquiera el plato del desayuno. Se va hasta la casa de los marqueses para limpiar. Juana era la única autorizada para entrar en esas dependencias.
El cortijo se divide en cuatro zonas importantes. A través de un gran portalón se accede a un amplio patio donde se distribuyen todas las estancias. A la derecha, la casa del capataz, a la izquierda, la de los marqueses, y de frente la sala de máquinas y otra que sirve de almacenaje de aperos y demás utensilios propios de las tareas del campo.
Llega el administrador
El administrador de la finca llega ese día entre 10:30 y 11:00 de la mañana montado en el Mercedes del marqués de Grañina que estaba en un entierro en Málaga, según su propio testimonio. Zapata, cuando siente llegar el coche, pensando que es el marqués, sale a su encuentro. Juana está aún limpiando las estancias privadas de los propietarios del cortijo.
El administrador declara que manda a Juana a que descargue unas sandias que trae de otra hacienda y habla un rato con el capataz, después se va y no sabe nada más. Aquí es cuando comienzan los misterios de este quíntuple asesinato no resuelto conocido como el “Crimen de Los Galindos”.
A partir de aquí, hay certezas y suposiciones. Hay un supuesto móvil que no ha podido demostrarse. Hay cinco víctimas, algunas de las que durante los primeros días se consideran culpables de los hechos. Y hay un pueblo de poco más de 7.000 habitantes, Paradas, situado a 53 kilómetros de Sevilla, que lleva 38 años estigmatizado por el asesinato de tres vecinos y dos vecinas.
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