Cultura
105 años del regreso a su casa de Bécquer, 43 años después de su muerte
Sevilla
El anaquel que el arquitecto Aníbal González diseñó en 1918 para la glorieta de Bécquer del Parque de María Luisa ha sido recuperado y colocado de nuevo en su sitio, en coincidencia con el 105 aniversario de la llegada de los restos mortales del poeta a la capital hispalense.
La secretaria de la asociación, Pilar Alcalá, ha destacado que en la jornada de hoy se cumplen 105 años “de aquel día histórico”, cuando cuando un cortejo fúnebre recorrió toda la ciudad hasta llegar a la Iglesia de la Anunciación, en cuya cripta fueron depositadas las dos urnas, que pasaron en 1972 a su ubicación definitiva, en el Panteón de Sevillanos Ilustres de la Facultad de Bellas Artes, junto su hermano Valeriano.
Alcalá ha recordado que el anaquel fue colocado en el monumento durante la restauración que el arquitecto sevillano realizó en 1918, y era tradición que siempre estuviese lleno de libros del poeta, que los visitantes leían durante su estancia en la glorieta.
Se trata, por lo tanto, de uno de los recuerdos más emotivos de González en torno a la figura de Bécquer, por lo que Alcalá se ha felicitado de su recuperación, además de que se ha colocado en el mismo lugar en el que fue puesto originalmente en 1918, muy cerca de la Plaza de España, una de las grandes obras del arquitecto sevillano.
Sobre el aniversario de la llegada de los restos a Sevilla, ha dicho que fue una jornada en la que toda la ciudad se movilizó, “y producto de muchas gestiones, ya que no fue hasta 1912 -42 años después de la muerte de ambos- cuando se aprobó que Valeriano fuese enterrado junto a su hermano, “además de que los dos féretros llegaban a la iglesia de San Vicente y fueron depositados en la capilla de las Siete Palabras la noche del 10 de abril de 1913, y la lluvia hizo que se retrasase un día el entierro definitivo”.
En 1884, la Sociedad Económica de Amigos del País, con el sevillano José Gestoso a la cabeza, hizo la primera petición de traslado de los restos a su Sevilla natal, y finalmente el entierro se pudo hacer, anunciado en los periódicos de la época con una esquela que señalaba que «el transporte de los restos de tan esclarecidos sevillanos desde la estación de la Plaza de Armas a la iglesia de la Universidad Literaria tendrá lugar hoy jueves 10 del corriente a las tres de la tarde, procediéndose acto seguido a dar a los mismos cristiana sepultura en la cripta de dicha iglesia”.
Recuerda, como anécdota, que en la calle vio pasar el cortejo “un niño de 11 años llamado Luis Cernuda”, que posteriormente llamaría a un poemario ‘Donde habite el olvido’, uno de los versos de Bécquer.
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